¡°La sociedad actual es m¨¢s puritana que la de los a?os sesenta y setenta¡±
El director de pel¨ªculas como 'Kids', hito del cine independiente, vende a 100 euros sus instant¨¢neas actuales y muestra sus pol¨¦micas fotograf¨ªas hist¨®ricas en Valencia
Tatuado como muchos de los protagonistas de sus pel¨ªculas, Larry Clark camina ayudado por su bast¨®n entre sus antiguos amigos drogadictos. Son las fotograf¨ªas que le convirtieron en un autor de culto, un creador underground cuya est¨¦tica influye en cineastas como Martin Scorsese, Gus Van Sant o Harmmony Korine y en fot¨®grafas como Nan Goldin. En ellas, sus colegas se inyectan hero¨ªna, hablan, se desnudan, hacen el amor, duermen, juegan con rev¨®lveres, fuman, viven en una realidad marginal silenciada, en el filo del no retorno.
Clark, de 76 a?os, se?ala a uno y comenta que habl¨® con ¨¦l hace poco. Es el ¨²nico que queda vivo de aquel grupo que inmortaliz¨® con su c¨¢mara en el libro Tulsa, que abri¨® en 1971 un nuevo camino en la fotograf¨ªa documental y le franque¨® la entrada a importantes museos como el Whitney de Nueva York. Su nombre, no obstante, se difundi¨® entre el p¨²blico m¨¢s amplio a partir de sus pol¨¦micas pel¨ªculas que reflejan sin tapujos la sexualidad de j¨®venes adolescentes como Kids, que cumple 25 a?os, o Ken Park.
El fot¨®grafo parece emocionarse al contemplar la selecci¨®n de las im¨¢genes de Tulsa (Oklahoma), su ciudad natal, que se exhibe en la galer¨ªa Espaivisor hasta el 22 de noviembre. No es f¨¢cil interpretar los gestos aletargados de su rostro inexpresivo, que cobra una inesperada intensidad cuando se quita las gafas de sol oscuras y descubre sus ojos. Sus facciones solo se relajan cuando charla con sus dos j¨®venes amigos que le han acompa?ado durante su estancia de varios d¨ªas en Valencia, como el actor Jonathan Vel¨¢squez, al que el artista fotografi¨® patinando en Los ?ngeles hace a?os. Ahora vive en Nueva York y ayuda en sus asuntos al veterano fot¨®grafo estadounidense cuya obra contribuy¨® tambi¨¦n a proyectar la cultura urbana del?skating (el monopat¨ªn), que eclosion¨® en los setenta. Clark reconoce ese legado. ¡°Tuve que aprender a patinar porque no pod¨ªa ir corriendo detr¨¢s de un monopat¨ªn. Ten¨ªa unos 48 a?os y ya patinaba, pero tuve que aprender desde cero y era muy dif¨ªcil. A menudo me hac¨ªa da?o¡±, dice dibujando un esbozo de media sonrisa.
Se nota que no le interesan ni las entrevistas ni la presencia de periodistas. Accede a contestar pero pide brevedad, mientras apura un quinto de cerveza en el patio de la galer¨ªa. ?l mismo predica con el ejemplo y a veces da respuestas monosil¨¢bicas, con una voz grave y profunda. Su distanciamiento, sin embargo, no parece obedecer a una pose de artista ni a una actitud soberbia; m¨¢s bien se muestra cansado, de vuelta de todo, encerrado en su mundo, como cuando miraba a los numerosos j¨®venes que se acercaron el pasado viernes en la galer¨ªa. Era la fiesta de apertura de la temporada y de la exposici¨®n que ha incluido un caj¨®n lleno de fotograf¨ªas instant¨¢neas que se vend¨ªan a 100 euros cada una hasta que el artista se march¨® el martes. Son im¨¢genes realizadas desde el a?o 2000, de skaters, de j¨®venes desnudos, de amigos de la calle. La galer¨ªa certificaba con un cu?o que son obra de Larry Clark.
Pol¨¦mica en Par¨ªs
¡°Cuando lo vi en Par¨ªs hace unos a?os, pens¨¦ en traer las fotos a 100 euros aqu¨ª, con una buena exposici¨®n de sus fotos hist¨®ricas. Ha costado un poco, hasta que me contestaron y vinieron¡±, explica Miriam Lozano, responsable de Espaivisor, junto a Mira Bernab¨¦u. Ella conoci¨® en 1994 la producci¨®n de Larry Clark, cuando se expuso junto a la de Nobuyoshi Araki en la Parpall¨® de Valencia. La sala fue objeto de una virulenta campa?a en contra por la exhibici¨®n de obra ¡°pornogr¨¢fica e inductora al suicidio y a la drogadicci¨®n de los j¨®venes¡±, seg¨²n algunos sectores conservadores, campa?a que fue respondida por un manifiesto a favor de la libertad de expresi¨®n firmado por 500 artistas e intelectuales y encabezado por el fil¨®sofo Jos¨¦ Luis Aranguren. En 2010, el Ayuntamiento de Par¨ªs decidi¨® vetar la entrada a los menores de 18 a?os en la retrospectiva Kiss The Past, Hello, de Clark.
El cineasta est¨¢ acostumbrado a la pol¨¦mica y no le presta demasiada importancia. Cuando se le pregunta si la sociedad actual es m¨¢s puritana que la de los sesenta y setenta, responde sin dudar: ¡°S¨ª, s¨ª, lo es, porque los sesenta eran realmente libres, primero en las costas Oeste y Este, y en los setenta, de repente, se desplaza hacia el centro del pa¨ªs. Entonces todo el mundo se sent¨ªa libre¡±. Y se?ala brevemente que la crisis de los opi¨¢ceos y la hero¨ªna que vive hoy EE UU ¡°viene del hecho de que la gente quiere hacerse rica, como los que hacen los f¨¢rmacos¡±.
Clark empez¨® muy pronto en la fotograf¨ªa. Su madre se dedicaba a hacer retratos de ni?os y lo reclut¨® a los 13 a?os. Luego estudi¨® en la Layton School of Art en Milwaukee y fue alistado para combatir dos a?os en la guerra de Vietnam. De sus a?os de formaci¨®n, recuerda c¨®mo hab¨ªa ¡°mucha gente copiando¡± a Robert Frank, el fot¨®grafo suizo recientemente fallecido ¡°un amigo¡±, apostilla Clark, y autor del hoy cl¨¢sico The Americans: ¡°Yo no hab¨ªa visto el libro, pero la gente que le copiaba me inspiraba¡±.
Sostiene que el main stream (tendencia mayoritaria) fagocita los hallazgos y la est¨¦tica del cine independiente y underground mucho m¨¢s r¨¢pido: ¡°Como consecuencia de Internet y de los medios, todo el mundo se entera de todo enseguida¡±. Ya no hay secretos, como cuando ¨¦l era joven.
Ahora, sigue haciendo cine, aunque su ¨²ltima pel¨ªcula, Marfa girl 2, de 2018, se distribuir¨¢ en Espa?a en DVD junto a su precedente. Dice sentirse ya "viejo", pero en ambas abunda en sus constantes con un relato de cruda sexualidad sobre la vida de unos j¨®venes en una poblaci¨®n de Texas. Antes, sus pel¨ªculas como Kids, Al final del ed¨¦n, Bully o Ken Park se estrenaron en el circuito comercial. ¡°No voy a llorar por el cine, sabes, como decir eso de ¡®antes era mejor¡¯ y todo eso¡±.
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