Houellebecq tiene gracia incluso haciendo de s¨ª mismo
Celebro que exista un cine que ofrezca voz a los m¨¢s d¨¦biles y a los machacados
Desconozco los gustos cin¨¦filos de Neil Jordan, presidente del jurado y autor de un cine original y siempre inquietante. Tres pel¨ªculas que adoro llevan su reconocible firma: Mona Lisa, Juego de l¨¢grimas y Michael Collins. Pero est¨¢ claro que si los hermanos Dardenne o Ken Loach ocuparan ese puesto reconocer¨ªan su herencia en la pel¨ªcula espa?ola La hija de un ladr¨®n, dirigida por Bel¨¦n Funes, y en la inglesa Rocks, dirigida por Sarah Gavron. Ambas est¨¢n ambientadas en barrios de clase proletaria o poblaci¨®n mayoritariamente inmigrante, la c¨¢mara a mano filma numerosas secuencias, da la sensaci¨®n de que los personajes improvisan frecuentemente sus di¨¢logos, narran historias de gente cercada por la intemperie, gente joven con progenitores desastrosos que deben buscarse la vida en la puta calle. Ninguna de las dos me apasiona, tengo la sensaci¨®n de que ya s¨¦ desde los primeros planos todo lo que va a ocurrir y la forma en la que me lo van a contar. Lo que describe es triste, pero tampoco me altera demasiado, algo que s¨ª me ocurre ante otras cr¨®nicas del desvalimiento y de la supervivencia en situaciones muy jodidas cuando eso est¨¢ descrito con talento. O sea, cuando Loach est¨¢ en buena forma y prescinde de la tentaci¨®n panfletaria.
La protagonista de La hija de un ladr¨®n encuentra trabajos mal pagados incesantemente, cuida como puede a su beb¨¦, mantiene una relaci¨®n extenuante emocionalmente con un padre casi siempre ausente, lumpen, mentiroso, cutre, incapaz de donar comprensi¨®n ni ayuda. Sospecho que no le ha quedado m¨¢s remedio que ser una luchadora resignada desde la infancia; es normal que se sienta muy sola. La adolescente de Rocks no tiene un padre golfo, pero s¨ª una madre depresiva y escapista que un d¨ªa se larga de casa y la deja al cuidado de su peque?o hermano.
En ambas pel¨ªculas te crees a los personajes, incluido su entorno. Y celebras que exista un cine que ofrezca voz a los m¨¢s d¨¦biles y a los machacados. Las intenciones de las dos me parecen respetables, pero su lenguaje no me conmueve. Aunque si las comparo con algunas cositas insufribles que ha exhibido la secci¨®n oficial, habr¨ªa que hacerles un monumento. Greta Fern¨¢ndez posee car¨¢cter y dureza, y a su padre Eduard le toca la tarea de interpretar a un indeseable y, como acostumbra, lo resuelve bien. Las cr¨ªas de Rocks son muy naturales. No me basta.
Me fascina y me provoca miedo la literatura de Michel Houellebecq. Me identifico hasta l¨ªmites peligrosos con su universo de desolaci¨®n, con ese nihilismo corrosivo expresado con tanta fuerza. Me recuerda a C¨¦line. Pero si sus hastiados personajes est¨¢n destinados al suicidio, compruebo con alivio que ¨¦l est¨¢ lejos de esa tr¨¢gica decisi¨®n. Se cas¨® hace poco tiempo con una se?ora japonesa que le saca una cabeza e interpreta pel¨ªculas. Y tiene cierta gracia encarn¨¢ndose a s¨ª mismo.
Lo comprobamos en El secuestro de Michel Houellebecq (2014). Vuelve a repetir la experiencia con el mismo director en Thalasso. Este ha logrado que acompa?e a Houellebecq otro peso pesado (y no me refiero a su apabullante gordura) llamado G¨¦rard Depardieu. Y resulta que se caen muy bien. Los dos se han conocido en una cura de talasoterapia, lugar comprensiblemente restrictivo con el alcohol y el tabaco. Y es divertido constatar la transgresi¨®n de esas normas sagradas, como si fueran dos adolescentes en un estricto internado, que hacen Houellebecq y Depardieu. Tambi¨¦n su agobio ante las torturas f¨ªsicas y presuntamente terap¨¦uticas a las que les someten. Pero el resto de la intriga, protagonizada por la familia que anteriormente secuestr¨® al escritor, no tiene ni pu?etera gracia, aunque lo pretenda con resultados que se acercan a lo grotesco.
Siempre es un placer ver a un actor tan extra?o, con tanta clase y matices, con presencia magn¨¦tica, capaz de crear desasosiego, hacerte re¨ªr, emocionarte, como Donald Sutherland. La concesi¨®n del Premio Donostia viene acompa?ada de su ¨²ltima interpretaci¨®n en The Burnt Orange Heresy (Una obra maestra), una pel¨ªcula atractiva, misteriosa, con di¨¢logos que revelan inteligencia y brillantez, pero resuelta de forma escasamente convincente. Sutherland, como siempre, resulta veraz y complejo interpretando a un pintor genial que cerr¨® enigm¨¢ticamente su obra hace mucho tiempo, algo que los marchantes de arte y un cr¨ªtico especialmente retorcido, ambicioso y falaz, no est¨¢n dispuestos a admitir.
Babelia
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