Sonata de espectros varios
¡®El duelo revelado¡¯ es un impresionante estudio etnogr¨¢fico acerca de la peripecia social de las fotograf¨ªas familiares de los represaliados y asesinados del franquismo
1. Fantasmas
Me despert¨¦ de madrugada y, medio dormido, me dirig¨ª al ba?o a desaguarme. En el pasillo, aproximadamente en el mismo lugar en que, en cierta ocasi¨®n, se me hab¨ªa aparecido Pilar Rahola envuelta en una senyera, estaba ahora, rodeado por una tenue bruma luminosa, Franco, el ¡°timonel de la dulce sonrisa¡±, como le llam¨® Joaqu¨ªn Arrar¨¢s, el cronista que dio carta de naturaleza historiogr¨¢fica a la ¡°Cruzada¡±. No me sobresalt¨® la presencia del tirano, sin embargo. Supon¨ªa que le hab¨ªa tenido que fastidiar la decisi¨®n del Supremo ¡ªpor experiencia en mis sesiones de espiritismo pol¨ªtico con amigos de Podemos, s¨¦ que a los muertos no les gusta que les molesten¡ª y que buscar¨ªa alg¨²n medio de manifestarlo. De hecho, el fantasma del Caudillo ¡ªluc¨ªa sudario, no uniforme¡ª se me present¨® flanqueado por algunos de sus (probables) vecinos del cementerio de Mingorrubio ¡ªCarrero Blanco, Arias Navarro, Carmen Polo: gente toda ternura¡ª, que durante el breve tiempo de la aparici¨®n permanecieron en silencio. No me asust¨¦ ¡ªya lo hice, y mucho, cuando a¨²n estaba vivo¡ª y le pregunt¨¦, intentando ser cort¨¦s, aunque fr¨ªo, qu¨¦ pod¨ªa hacer yo por ¨¦l. ¡°Nada¡±, me contest¨®, ¡°salvo dar testimonio en su Sill¨®n de orejas de que los resentidos de siempre se disponen a turbar el descanso eterno que me concedi¨® el Creador hace apenas 44 a?os; me van a tratar como a las pobres monjitas de la Semana Tr¨¢gica, cuyos esqueletos sac¨® de sus tumbas la chusma anarquista para bailar con ellos el minu¨¦¡±. Tras un instante de culposa vanidad por haber encontrado por fin a uno de mis improbables lectores (y, encima, muerto), la indignaci¨®n por su siniestra cachaza ¡ªni pizca de arrepentimiento y todav¨ªa exigiendo¡ª motiv¨® que le espetara de modo incoherente, habida cuenta de las diferencias de clase entre los personajes, los mismos ep¨ªtetos que Falstaff dirigi¨® a la tabernera de Eastcheap (Enrique IV, segunda parte): ¡°Away, you scullion! You rampallian! You fustilarian!¡± (m¨¢s o menos, pero en suave: ¡°?Atr¨¢s, sollastre, canalla, pelagatos!¡±). El ectoplasma peg¨® un respingo y desapareci¨® con su s¨¦quito en medio de una apestosa nube de azufre, y yo regres¨¦ a la cama todo mojado.
Al d¨ªa siguiente, tras comprobar que no quedaba rastro de los espectros, retom¨¦ el libro que hab¨ªa estado leyendo: El duelo revelado (CSIC, 2018), del antrop¨®logo, fot¨®grafo y cineasta Jorge Moreno Andr¨¦s, un impresionante estudio etnogr¨¢fico acerca de la peripecia social de las fotograf¨ªas familiares de los represaliados, asesinados, exiliados, desaparecidos del franquismo. A trav¨¦s de esas fotos ¡ªrecopiladas durante a?os por el autor¡ª podemos indagar c¨®mo se gestion¨® la memoria familiar ¡ªnormalmente lo llevaron a cabo las mujeres¡ª a trav¨¦s de las generaciones, c¨®mo llegaron a transmitirse y ocultarse o disimularse esos testimonios-reliquias, c¨®mo en todas ellas est¨¢ presente la guerra, la derrota, la represi¨®n, el sufrimiento y el silencio de la inmensa mayor¨ªa. Un libro serio y documentado que dice mucho de la intrahistoria de quienes fueron forzados a interrumpir el curso de su vida (y de su historia).
2. Sabuesas
Hace unos a?os, durante la larga espera de una conexi¨®n entre dos vuelos, cay¨® en mis manos un thriller de la para m¨ª entonces desconocida Tess Gerritsen. No recuerdo mucho de aquel libro, salvo que sus protagonistas eran una aguerrida inspectora de Boston y una m¨¦dica, y que la trama era bastante gore. Mucho m¨¢s tarde, ca¨ª en la cuenta de que la entretenida serie televisiva Rizzoli & Isles (2010-2016) estaba protagonizada por aquellas dos mujeres ¡ªla detective de homicidios Jane Rizzoli y la pat¨®loga forense Maura Isles¡ª y se basaba en una larga saga de novelas.
No hab¨ªa vuelto a leer nada de la chino-americana Gerritsen (que tambi¨¦n ha publicado numerosos libros de lo que en la taxonom¨ªa librera estadounidense se llama romantic thriller) hasta Dime la verdad (Alianza de Novelas), decimotercera entrega de las investigaciones de las dos sabuesas. S¨®lo les cuento el desencadenante de la trama para abrirles el apetito. Aparece una joven muerta con las cuencas oculares vac¨ªas, lo que evoca la leyenda de santa Luc¨ªa. El siguiente finado es un hombre al que le han clavado unas flechas en el pecho, como a san Sebasti¨¢n. Jane ¡ªque, adem¨¢s de su trabajo, se ocupa de su neur¨®tica madre reci¨¦n divorciada¡ª y Maura, que visita de vez en cuando en el hospital de la c¨¢rcel a su madre, una asesina en serie convicta, investigan las relaciones entre ambos asesinatos y otras muertes anteriores. Las dos mujeres aportan su conocimiento y know how, y, si el lector no es demasiado exigente, su peripecia, llena de sorpresas bastante siniestras, entretiene e, incluso, crea adicci¨®n.
3. Cl¨¢sicos
Buena idea la del librero y editor Guillermo Escolar de lanzar una serie de cl¨¢sicos en formato menor (9?¡Á?14: caben en cualquier bolsillo), pocas p¨¢ginas y precio decente (seis eurillos). La colecci¨®n se llama Los Secretos de Di¨®tima, y su cat¨¢logo consiste en obras breves completas (ejemplos: Ant¨ªgona, de S¨®focles; Sobre la amistad, de Cicer¨®n) o selecciones tem¨¢ticas (Sobre la educaci¨®n de los hijos, de Montaigne). Ideales para leer en el autob¨²s o en el metro mientras, alrededor, todo el mundo whats?appea o guasapea. Por cierto, hablando de neologismos verdaderamente ¡°neos¡±: uno de los ¨²ltimos ejemplos de la facilidad de la lengua inglesa para enriquecer el vocabulario a partir de aportaciones externas podemos encontrarlo en la utilizaci¨®n del nuevo verbo to kondo, que ya se usa (y se escribe) en todos sus tiempos para designar la acci¨®n de ordenar cosas seg¨²n los consejos de Marie Kondo; as¨ª puede decirse, por ejemplo: ¡°I¡¯m kondoing my panties¡±. En nuestra lengua, un poco m¨¢s r¨ªgida, se dir¨ªa ¡°estoy condoando (o condonando) bragas¡±, pongo por caso, pero suena peor.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.