?Sant¨ªsima Maestranza!
?ngel Jim¨¦nez cort¨® una sola oreja al mejor lote de una descastad¨ªsima corrida de Daniel Ruiz
Por mucho menos, nuestros abuelos invad¨ªan el ruedo y corr¨ªan a gorrazos a los toreros, pero los tiempos han cambiado y, hoy en una plaza se aguanta todo, sobre todo en la Maestranza, que, no es que sea buena, es santa.
Claro que nuestros antepasados eran aficionados de verdad, sabios y exigentes y no perdonaban una, y hoy abundan los espectadores ocasionales, tan generosos como indocumentados, de modo que soportan con estoicismo el enga?o, y parece que lo hacen con gusto porque est¨¢n dispuestos siempre al aplauso f¨¢cil a poco que una figura se ponga flamenca.
RUIZ / MORANTE, EL JULI, JIM?NEZ
Toros de Daniel Ruiz, desigualmente presentados, c¨®modos de cara, muy mansos, muy descastados y muy blandos; noble y con movilidad el primero, y encastado el sexto.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, media ca¨ªda y dos descabellos (silencio); dos pinchazos, media atravesada y un descabello (silencio).
El Juli: pinchazo y media (silencio); cuatro pinchazos, media atravesada y dos descabellos (ovaci¨®n).
?ngel Jim¨¦nez, que tom¨® la alternativa: pinchazo y estocada baja -aviso- (vuelta al ruedo); estocada (oreja).
Plaza de la Maestranza. 29 de septiembre. Segunda y ¨²ltima corrida de la Feria de San Miguel. Tres cuartos de entrada.
Solo as¨ª se entiende que la corrida no acabara en un desorden p¨²blico con la intervenci¨®n de las fuerzas de seguridad. Porque toda ella fue un gran desprop¨®sito, protagonizado por dos rutilantes figuras de la modernidad, una ganader¨ªa de moda y un chaval que tom¨® la alternativa y desaprovech¨® la ocasi¨®n para cortar cuatro orejas y poner el toreo boca abajo.
La primera llamada de atenci¨®n es que la plaza solo se cubri¨® en sus tres cuartas partes: ?Morante y Juli en Sevilla y sobraron varios miles de entradas! Muy preocupante y una clara muestra de que el torero de La Puebla ha cansado a muchos, y Juli¨¢n L¨®pez est¨¢ muy visto.
Pues los dos exigieron ¡ªno hay la menor duda¡ª la corrida de Daniel Ruiz, muy desigualmente presentada, algunos toros impresentables y otros fuera de tipo, todos muy c¨®modos de pitones, a excepci¨®n del sexto, y en su mayor¨ªa mansos, descastados, birriosos, lisiados, parados y amuermados. Destacaron por su aborregamiento los lotes de los dos toreros veteranos, insufribles en todos los tercios.
Un trincherazo y dos derechazos de Morante a su primero fue toda la obra del diestro sevillano, que ofreci¨® una imagen tristona, aunque se desconoce si es algo natural en ¨¦l o causada por el mal juego de sus toros. El tercio de varas del cuarto fue un esc¨¢ndalo; parado el toro de salida, se neg¨® en redondo a entrar en el caballo, y as¨ª, como un marmolillo lleg¨® a la otra vida entre las palmas de tango de los tendidos.
El Juli tampoco tuvo oponentes lidiables; muy desfondado el primero e inv¨¢lido y deslucido el quinto, que le propin¨® una espectacular voltereta en la suerte suprema de la que sali¨® desmadejado y, por fortuna, sin m¨¢s da?o f¨ªsico en su anatom¨ªa que una herida en la frente de pron¨®stico leve. Explicable hasta cierto punto la actitud del toricantano ?ngel Jim¨¦nez. Como todos los novilleros actuales lleg¨® a la alternativa con poco bagaje y se le not¨® en demas¨ªa.
Le toc¨® el mejor lote, dos toros de triunfo: noble, con calidad y movilidad el primero, y encastado y codicioso el sexto, y solo cort¨® una oreja que pidi¨® con cari?o el paisanaje que lleg¨® de su natal ?cija.
Pero el chaval, entregado toda la tarde, no hizo los m¨¦ritos suficientes que la ocasi¨®n requer¨ªa. Le cost¨® un mundo entender la buena condici¨®n de su noble primero, que le enganch¨® en exceso la muleta. Pero el toro fue de menos a m¨¢s, de modo que humill¨® y persigui¨® la muleta con ritmo y buen son. Jim¨¦nez tambi¨¦n mejor¨®, pero no en la medida deseada, y solo pudo lucir al final de la faena. Era un toro para com¨¦rselo y al toricantano se le indigest¨®.
Se fue a la puerta de toriles para recibir de rodillas al sexto de la tarde, y la plaza era un clamor. Tras una apresurada larga cambiada, traz¨® un manojo de ver¨®nicas apasionadas que hizo sonar la m¨²sica.
El toro empuj¨® en el segundo puyazo, galop¨® con alegr¨ªa en banderillas y lleg¨® a la muleta con ¨¢nimo de lanzar al torero al estrellato. Pero a punto estuvo el torero de lanzarse por el precipicio. Dio muchos pases, casi todos muy despegados y hacia fuera, se coloc¨® mal, ventajista siempre, y su labor se fue diluyendo poco a poco. ?Y estaba la plaza entregada! Deseosa de aplaudir y pedir los trofeos para el nuevo matador.
?ngel Jim¨¦nez no estuvo a la altura requerida. La oreja que pase¨® fue fruto del cari?o y la generosidad de un p¨²blico santo, pero no el justo premio a su labor, muy irregular y desva¨ªda.
En fin, que la inexperiencia se paga. Es muy duro que esto ocurra el d¨ªa de tu alternativa en Sevilla, en tarde de lujo; por todo ello, lo ocurrido con el torero ecijano es comprensible y, tambi¨¦n, muy preocupante.
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