¡®Futbol¨ªsimos¡¯ de corte social
No hay comedia y s¨ª esas ambiciones inspiradoras un tanto superficiales de las pel¨ªculas de Disney
El f¨²tbol, incuestionable eje del ocio de una parte de la sociedad europea, e incluso elemento aglutinador de muchas familias en los fines de semana deportivos, ya sea en los colegios o delante de la televisi¨®n, ha venido engendrando tambi¨¦n en los ¨²ltimos a?os un boom editorial en torno a los cr¨ªos, del que la saga Los futbol¨ªsimos es solo su cubierta m¨¢s exitosa. Un panorama en el que, desde una ¨®rbita m¨¢s social y menos aventurera, ha destacado el tambi¨¦n espa?ol Mario Torrecillas con su novela gr¨¢fica Dream Team, dibujada por Artur Laperla, que ha visto c¨®mo era el cine franc¨¦s el que se fijaba en su aire transformador de los seres humanos para convertirlo en pel¨ªcula: Una peque?a mentira, segundo trabajo de Julien Rappeneau, hijo de Jean-Paul, el director de Cyrano de Berg¨¦rac.
UNA PEQUE?A MENTIRA
Direcci¨®n: Julien Rappeneau.
Int¨¦rpretes: Fran?ois Damiens, Maleaume Paquin, Ludivine Sagnier, Andr¨¦ Dussollier.
G¨¦nero: drama. Francia, 2019.
Duraci¨®n: 104 minutos.
Rappeneau, que hab¨ªa debutado en el a?o 2015 con una muy interesante adaptaci¨®n de otro c¨®mic, Rosalie Blum, de Camille Jourdy, ha cambiado, sin embargo, el tono de Torrecillas en sus vi?etas y ha convertido su obra, inspirada, seg¨²n sus propias palabras, ¡°en la comedia berlanguiana¡±, en una extra?a y algo discutible mezcla entre el cine social europeo y una producci¨®n familiar y deportiva de Disney.
En Una peque?a mentira est¨¢n casi todos los acontecimientos de Dream Team y las esencias de los personajes: ni?o gran jugador de f¨²tbol que es pretendido por el Arsenal para sus categor¨ªas inferiores, con padre alcoh¨®lico, divorciado y en paro, que utiliza el rechazo final del club londinense para intentar la redentora reconversi¨®n de su vociferante progenitor mediante el embuste del t¨ªtulo. Y tambi¨¦n aparecen sus grandes temas: el comercio con los cr¨ªos futbolistas, el empecinamiento de ciertos padres de ambientes depauperados (o no) por el triunfo de sus hijos, y la presi¨®n hacia los ni?os.
En cambio, no hay comedia y s¨ª esas ambiciones inspiradoras un tanto superficiales de las pel¨ªculas de Disney, aunque envueltas en una imagen, unas interpretaciones y una puesta en escena (donde no destacan sus secuencias futboleras, no demasiado bien filmadas) de drama franc¨¦s de autor, en las que no hay ni rastro de los trazos del dibujante Laperla. Una fusi¨®n, por tanto, peligrosa por su indeterminaci¨®n, pero ante la que quiz¨¢ se puedan sentir m¨¢s a gusto los ni?os que los adultos acompa?antes o en solitario.
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