La leyenda negra, la persistencia de los t¨®picos
Un ensayo de Jos¨¦ Varela Ortega constata, sin prejuicios ideol¨®gicos, la pervivencia de estereotipos sobre Espa?a que hunden sus ra¨ªces en la realidad y cuyos or¨ªgenes el autor estudia con rigor hist¨®rico
En un programa televisivo dedicado al f¨²tbol hay un peque?o espacio titulado 90 minutos en 90 segundos, es decir, un resumen de minuto y medio de todo un partido. Aqu¨ª nos encontramos en una situaci¨®n a¨²n m¨¢s dram¨¢tica: 100 l¨ªneas para explicar 1.000 p¨¢ginas que dan cuenta de 500 a?os de la historia de Espa?a e incluso de muchos m¨¢s si incluimos las amplias referencias no solo a los visigodos, a los musulmanes y a los cristianos de la Edad Media, sino tambi¨¦n a la ¡°Espa?a celtib¨¦rica¡± o a la Hispania romana. Y adem¨¢s cuando se trata de un texto extremadamente rico, lleno de contenidos sugerentes y discutidos arropados por centenares de referencias bibliogr¨¢ficas.
Para aliviar la dificultad de la tarea, nos encontramos por fortuna con un ensayo hist¨®rico (y no con una convulsa construcci¨®n ideol¨®gica) muy bien documentado a base de una copiosa aportaci¨®n de datos y opiniones que se usan de modo econ¨®mico para evitar un desbordamiento de la letra impresa. Tambi¨¦n podemos identificar un tema central: la demostraci¨®n de la pervivencia de una serie de estereotipos sobre la historia de Espa?a (no sobre su ¡°esencia¡± porque, como muy acertadamente se afirma, la ¡°verdadera Espa?a¡± no existe) mucho m¨¢s all¨¢ de que algunos de los elementos que constituyen estos t¨®picos pudieran haber tenido que ver con la realidad en tiempos pasados. Finalmente, por un proceso de reducci¨®n para hacer inteligible el desarrollo del argumento, estos estereotipos se pueden resumir en dos: el espa?ol militante (y apasionado) y el espa?ol indolente (y decadente).
Sin embargo, lo m¨¢s importante es que los estereotipos no se crean de la nada (el hecho, como es l¨®gico, precede al prejuicio, a la construcci¨®n), sino que hunden sus ra¨ªces en la realidad y, por tanto, tienen una vida: nacimiento, desarrollo y supervivencia m¨¢s all¨¢ del desvanecimiento o incluso la muerte de la causa que le dio origen. Es decir, los estereotipos hay que tratarlos como hechos hist¨®ricos, que nacen en un momento dado y cambian de aspecto y desaparecen (o no) a lo largo del tiempo.
La leyenda negra fue la respuesta a la hegemon¨ªa cultural espa?ola, un poder que todo el mundo tem¨ªa y a la vez segu¨ªa
En este sentido, nada m¨¢s oportuno que leer la primera de las cuatro partes en que se divide el libro, el momento de la aparici¨®n y consolidaci¨®n de la imagen del espa?ol militante, en el siglo XVI o, si se quiere, durante el Siglo de Oro. Es un momento de excepcional expansi¨®n y creatividad que todo el mundo conoce y que se impone a tirios y troyanos: el crecimiento econ¨®mico, el dinamismo social, el progreso de la organizaci¨®n pol¨ªtica, la expansi¨®n fuera de las fronteras (favorecida por la herencia de Carlos V), las grandes haza?as ultramarinas (del descubrimiento del Nuevo Mundo a la primera circunnavegaci¨®n, de la ocupaci¨®n de Am¨¦rica a la exploraci¨®n del Pac¨ªfico) y, sobre todo, la eclosi¨®n de la cultura en todos los terrenos, desde el pensamiento econ¨®mico hasta la floraci¨®n de las letras, de las artes pl¨¢sticas, de la m¨²sica. Una cultura que se expande por toda Europa y concita la admiraci¨®n de todas las naciones europeas, como resumi¨® el malogrado Carlos G¨®mez-Centuri¨®n: ¡°La hegemon¨ªa cultural espa?ola era aceptada de hecho por la mayor¨ªa: su lengua era conocida por las ¨¦lites cultas de cada naci¨®n, su literatura se consum¨ªa ¨¢vidamente, y las modas y h¨¢bitos culturales que emanaban de la corte de Madrid impon¨ªan un seguidismo devoto¡±.
Ahora bien, este ¨¦xito ten¨ªa su precio, que no es otro sino la imagen negativa que fueron creando sus enemigos, como bien sintetiza Ricardo Garc¨ªa C¨¢rcel: ¡°La leyenda negra no fue m¨¢s que la expresi¨®n de una oposici¨®n a un poder que todo el mundo tem¨ªa¡±. Y en su espl¨¦ndido trabajo sobre los Siglos de Oro de Espa?a, los grandes hispanistas franceses Bartolom¨¦ Bennassar (recientemente desaparecido) y Bernard Vincent pueden concluir: ¡°La leyenda negra insisti¨® mucho en los procesos de la Inquisici¨®n y en la suerte reservada a los indios de Am¨¦rica. Esta visi¨®n era a todas luces injusta si tenemos en cuenta que Espa?a fue el ¨²nico pa¨ªs que debati¨® y cuestion¨® el proceso de colonizaci¨®n durante el siglo XVI. Pero era el precio que hab¨ªa que pagar por un dominio implacable¡±.
Tras hacer suyos impl¨ªcita o expl¨ªcitamente estos argumentos, Jos¨¦ Varela prosigue su relato por los siglos XVII y XVIII, sin apartarse de su prop¨®sito de rastrear los or¨ªgenes de los estereotipos, ahora del t¨®pico del espa?ol indolente (y decadente), de se?alar los supuestos de los que parten y de identificar a los m¨¢s conspicuos representantes de la propaganda antiespa?ola, cuando ¡°?frica empezaba en los Pirineos¡± o cuando los espa?oles saltaban ante la requisitoria de Nicolas Masson de Morvilliers en la Encyclop¨¦die m¨¦thodique (¡°?Qu¨¦ ha hecho Espa?a por Europa?¡±), o cuando se pronunciaban vehementemente contra el abate Guillaume-Thomas Raynal y su difundida Histoire philosophique et politique des ¨¦tablissements dans les deux Indes, justamente en el momento en que la monarqu¨ªa hisp¨¢nica y lo mejor de la intelectualidad espa?ola estaban abrazando los postulados de la Ilustraci¨®n.
La tercera parte del libro, igualmente elocuente y bien fundamentada, se lee posiblemente de un modo m¨¢s distendido, porque en ella se abordan los t¨®picos m¨¢s conocidos de la imagen rom¨¢ntica de Espa?a, cuando todo el pa¨ªs tend¨ªa a confundirse a los ojos de los extranjeros con Andaluc¨ªa y cuando se fantaseaba con los guerrilleros, los ¡°toreadores¡± y los bandoleros, por un lado, o cuando el modelo de la mujer espa?ola pasaba a ser la universalmente conocida Carmen, en la visi¨®n de Prosper M¨¦rim¨¦e retocada por los libretistas de Georges Bizet.
Para terminar, hay que decir que Jos¨¦ Varela nos ha regalado un sobresaliente ensayo hist¨®rico, que culmina con la afirmaci¨®n de que la transici¨®n desde la siniestra dictadura franquista a la democracia ha tenido como uno de sus ben¨¦ficos efectos, con un cierto retraso (porque los estereotipos son resistentes: como ya dijera Fernand Braudel, ¡°las mentalidades son prisiones de larga duraci¨®n¡±), el de permitir que la imagen t¨®pica de Espa?a pierda definitivamente terreno ante la realidad de un pa¨ªs que se integra perfectamente en una Europa a la resoluci¨®n de cuyos problemas actuales puede y debe contribuir como uno de sus socios preferentes.
Espa?a. Un relato de grandeza y odio. Jos¨¦ Varela Ortega. Espasa, 2019. 1.088 p¨¢ginas. 29,90 euros.
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