Precipicio de amor prohibido
El habitual estilo sensorial de Sciamma, presente en sus tres obras anteriores, todas ellas sobre adolescentes, comienza a relucir a partir del estallido musical junto al fuego
¡°El pintor que no vea ning¨²n mundo dentro de s¨ª mismo, que deje de pintar¡±, afirm¨® Caspar David Friedrich, artista alem¨¢n que cabalg¨® entre los siglos XVIII y XIX, legando una huella rom¨¢ntica, misteriosa y sublime. La protagonista de Retrato de una mujer en llamas, cuarta pel¨ªcula de la francesa C¨¦line Sciamma, tambi¨¦n es pintora, habita el siglo XVIII y va a vivir un apasionado romance con la mujer a la que debe plasmar, casi reci¨¦n salida del convento y a punto de contraer matrimonio.
RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS
Direcci¨®n: C¨¦line Sciamma.
Int¨¦rpretes: No¨¦mie Merlant, Ad¨¨le Haenel, Valeria Golino, C¨¦cile Morel.
G¨¦nero: drama. Francia, 2019.
Duraci¨®n: 121 minutos.
Mientras el personaje de ficci¨®n no alcanza a llevar al lienzo su propio universo interior, de conmoci¨®n, resonancias y est¨ªmulo, esa condici¨®n inexcusable de Friedrich, el cuadro tiende al hielo, al academicismo. Pero cuando entiende lo que ella lleva dentro y lo que comparte con su modelo, comienza a surgir el verdadero retrato de una mujer en llamas. En realidad, el de dos mujeres en llamas ante una pasi¨®n prohibida, que ser¨ªan tres si sumamos a la propia Sciamma, con una segunda parte del relato en la que asciende desde una contenci¨®n quiz¨¢ excesiva en el inicio hasta un volc¨¢n de aliento po¨¦tico y de amor.
Por ambientes, vestuario y vigor expresivo, Friedrich est¨¢ presente a lo largo de toda la pel¨ªcula. En las composiciones de Sciamma, que en momentos puntuales entroncan con cuadros concretos del artista, como ese plano de la futura esposa de espaldas, de pie y rodeada de rocas, envuelta, casi envenenada en azules de distintos tonos, mar, olas y cielo, que rememora el m¨ªtico Caminante sobre un mar de nubes (1818), con ambas figuras vestidas de ropajes de tonos verdes. O como ese paseo casi nocturno de tres de las mujeres de la pel¨ªcula tras la puesta de sol, con el dominio del azul y del violeta en el plano de Sciamma, que tanto recuerda a Salida de la luna a orillas del mar (1822). O, en fin, todas esas composiciones del crep¨²sculo, con las figuras de espaldas, tan t¨ªpicas de Friedrich, tantas veces contornos negros, intermediarias entre el observador y la profundidad de una imagen cargada de color. Es la naturaleza como s¨ªmil de los estados de ¨¢nimo.
Porque, m¨¢s all¨¢ de la forma, es ese fuego rom¨¢ntico el que acaba habitando la obra de Sciamma, ganadora del premio al mejor guion en el pasado festival de Cannes, sobre todo cuando decide acompa?ar la historia de diversos juegos formales y simb¨®licos que apenas tienen rastro en la primera hora: met¨¢foras, presencias sobrenaturales, aparici¨®n de la m¨²sica. Una tardanza que, de todos modos, quiz¨¢ tenga que ver con el necesario crescendo del relato, con el proceso de conocimiento, complicidad y arrebato de las dos mujeres, en una hermosa relaci¨®n l¨¦sbica que la directora de las notables Tomboy (2011) y Girlhood (2014) muestra a trav¨¦s de im¨¢genes f¨ªsicas de celo y pasi¨®n muy veros¨ªmiles. No¨¦mie Merlant y Ad¨¨le Haenel, ambas magn¨ªficas, se abrazan, besan y fornican con temor y temblor, con el ardor y la pasi¨®n desbocada de lo prohibido y lo desconocido.
El habitual estilo sensorial de Sciamma, presente en sus tres obras anteriores, todas ellas sobre adolescentes, comienza as¨ª a relucir a partir del estallido musical junto al fuego. Y entonces no para. Hasta llegar a sus dos bellos finales consecutivos, crecientes en emoci¨®n, que culminan la sublimaci¨®n del esp¨ªritu. La utop¨ªa de un amor tr¨¢gico al borde del precipicio.
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