Tesoros, mapas y conspiraciones en la primera vuelta al mundo
Espa?a y Portugal trampeaban sus cartas n¨¢uticas para confundir al otro en la b¨²squeda de nuevas rutas
Quien parte, reparte y se lleva la mejor parte. El refr¨¢n espa?ol es m¨¢s que pertinente para hablar del dividendo que el pa¨ªs realiz¨® junto a Portugal, en el siglo XV, para distribuirse literalmente el mundo. El espionaje entre ambas potencias era feroz por las continuas expediciones que ambos fletaban en busca de la conquista de nuevas v¨ªas de navegaci¨®n y territorios. As¨ª que, en 1494, dos a?os despu¨¦s de que Col¨®n llegase al Nuevo Mundo, ambos pa¨ªses realizaron un ejercicio diplom¨¢tico que qued¨® signado en el Tratado de Tordesillas: b¨¢sicamente partieron el mundo en dos ¨Cde polo a polo y sin conocerlo todav¨ªa en su totalidad- para intentar que ninguno interfiriese en las empresas del otro. Pero hab¨ªa mucho en juego y las artima?as de espionaje y despiste entre ambos no se detuvieron por esta firma.
Una de las piezas m¨¢s relevantes para estos pa¨ªses es el llamado Atlas Miller, considerado el m¨¢s c¨¦lebre de todos los conjuntos cartogr¨¢ficos. Se trata de un conjunto de diez cartas n¨¢uticas realizadas en Portugal en 1519 por los cart¨®grafos Pedro Reinel y su hijo Jorge, el cosm¨®grafo Lopo Homem y el miniaturista Antonio de Holanda. Todas son correctas, aunque su proyecci¨®n no sea precisa, excepto dos. No se trata de un error, sino de una triqui?uela para intentar enga?ar a la corona espa?ola.
El primero es un mapamundi circular en el que el oc¨¦ano Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico parecen lagos, cerrados por lenguas de tierra. Esta carta se la regal¨® el rey Manuel de Portugal, quien hab¨ªa encargado el atlas, a su hermana Isabel con motivo de la boda de esta con Carlos I de Espa?a. Esta geograf¨ªa, disparatada incluso para la ¨¦poca, era una treta para desalentar a los espa?oles en su af¨¢n de descender por las tierras del Nuevo Mundo en busca de una salida al otro lado. N¨²?ez de Balboa ya hab¨ªa avistado el oc¨¦ano Pac¨ªfico y Fernando de Magallanes organizaba una partida para confirmar la existencia de un paso por el sur.
Sabiendo de este viaje, prepararon un segundo mapa err¨®neo, el que sit¨²a las islas Molucas. Este archipi¨¦lago guardaba el tesoro m¨¢s codiciado del momento: el clavo. Los portugueses, que ya hab¨ªan llegado hasta ellas, quer¨ªan proteger su negocio y dibujaron las islas en la zona que les adjudicaba el Tratado de Tordesillas. Adem¨¢s, para desalentar a los espa?oles en su empe?o de llegar a ellas, las rodearon de islotes y un cintur¨®n de fondos peligros que ilustraban un acceso imposible.
Estos planos se pueden contemplar como parte de la exposici¨®n 'Los mapas y la primera vuelta al mundo. La expedici¨®n de Magallanes y Elcano' que el Instituto Geogr¨¢fico Nacional alberga hasta finales de a?o en su sede, en Madrid. Su responsable, Marcos Pavo, apunta que estos ¡°chuscos enga?os¡± son solo una muestra del entramado de conspiraciones y espionajes de la ¨¦poca. ¡°Nadie cay¨® en esa trampa¡±, evidencia, no solo por la inverosimilitud de la geograf¨ªa, sino porque el embajador de Espa?a en Portugal hab¨ªa alertado al rey de la falsificaci¨®n de las cartas.
As¨ª lo recogi¨® el cronista Antonio Pigafetta, embarcado en la expedici¨®n que dio la primera vuelta al mundo: ¡°Los portugueses han dicho que las Molucas se hallan situadas en medio de un mar impracticable a causa de los bajos de que se encuentra sembrado y de la atm¨®sfera cubierta de nieblas; sin embargo, nosotros comprobamos lo contrario y jam¨¢s encontramos menos de cien brazas de agua, aun en las mismas Molucas¡±.
Babelia
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