La mirada hacia el otro

La mirada occidental hacia lo que se ha dado en llamar la otredad: compasiva, desconfiada, ingenua, altiva, espont¨¢nea, esquiva. Las hay de todo tipo; por ejemplo, la que puede surgir en un viaje a un lugar ex¨®tico, poscolonial, colorido en su fachada, con innumerables matices en su interior. Y ah¨ª introduce su mirada la directora catalana Neus Ball¨²s, que en El viaje de Marta (Staff Only) ha compuesto un relato de apariencia sencilla e interior complejo. Un trayecto hasta el fin de la inocencia y la colisi¨®n reconciliadora, desde los ojos de una joven a punto de la mayor¨ªa de edad, de vacaciones en Senegal junto a su padre (divorciado) y a su hermano peque?o.

La malencarada adolescencia de rictus afilado, fastidio continuo y m¨®vil pegado a los dedos, enfrentada a una paternidad con un punto de remordimiento. A un lado, la espontaneidad; del otro, el recelo. Y Ball¨²s lo filma con naturalidad, c¨¢mara ¨¢gil que en determinados momentos se acerca al documental, y una direcci¨®n de int¨¦rpretes en registros naturalistas que simplemente parecen cosidos a sus personajes. Ah¨ª Sergi L¨®pez, como en las pel¨ªculas de Marc Recha Un d¨ªa perfecto para volar y La vida lliure, siempre se ha movido en la excelencia, quiz¨¢ mejor que en papeles cercanos a la composici¨®n. Pero no solo ¨¦l, ya veterano, tambi¨¦n el chaval Ian Sams¨®, en un rol secundario, y la estupenda debutante Elena Andrada, verdadera protagonista, a la que no se deber¨ªa olvidar de cara a las nominaciones al Goya a actriz revelaci¨®n.

Ball¨²s, que en la hermosa y m¨¢s arriesgada La plaga (2013) ya hab¨ªa mostrado la delicadeza de su mirada, entra de lleno en el estereotipo del viaje ex¨®tico para romperlo desde dentro a partir de una trascendencia sin discursos de apariencia ligera. En las ant¨ªpodas de La pasi¨®n turca, aunque incluya una relaci¨®n afectiva y sexual; de hecho, la secuencia de cama est¨¢ elidida, algo improbable en Vicente Aranda. Pero tambi¨¦n lejos de la tortuosa, cruel y muy expl¨ªcita introspecci¨®n del austriaco Ulrich Seidl en el tr¨ªptico Para¨ªso, con el que comparte ambientes y ciertos conflictos.

Presentada con ¨¦xito en la secci¨®n Panorama del Festival de Berl¨ªn, El viaje de Marta no juzga, aunque no es complicado deducir de su relato que tan peligrosa puede ser la soberbia como la ingenuidad. Y que las implicaciones de los actos del turista con el otro, cualesquiera sean sus intenciones, pueden bifurcarse en vertientes personales de enorme confusi¨®n, lindantes con la verg¨¹enza, con el miedo y, sobre todo, con el ego¨ªsmo.