El mercenario que abat¨ªa aviones a 1.000 d¨®lares
La novela ¡®Con plomo en las alas¡¯ rescata la arriesgada maniobra de la esposa del piloto ante Franco para salvar su vida
El Polikarpov I-15 con los colores de la bandera republicana en la cola no soport¨® el incesante ametrallamiento de los Messerschmitt Bf 109 alemanes que lo persegu¨ªan y luchaban en el bando franquista de la Guerra Civil. El 12 de julio de 1937, el Chato, como se conoc¨ªa popularmente este modelo de aeroplano sovi¨¦tico, se desplom¨® sobre los sembrados de Brunete (Madrid). A partir de ah¨ª, la aventura de su piloto, el mercenario estadounidense Harold E. Dahl, que no muri¨® en el aterrizaje forzoso, termin¨® convirti¨¦ndose en un culebr¨®n period¨ªstico en EE UU y Reino Unido durante a?os. Tras ser apresado y condenado a muerte, su esposa, la cantante de vodevil Edith Rogers, lanz¨® un sorprendente ¨®rdago al general Francisco Franco para salvar su vida. Y lo logr¨®.
Ahora, el periodista y pol¨ªtico del PP en la Asamblea de Madrid Pedro Corral, autor del libro Con plomo en las alas (Almuzara), pone el broche a una historia que lleg¨® con enorme ¨¦xito a Hollywood en 1940 de la mano de Billy Wilder como guionista y dirigida por Mitchell Leisen. Arise, My Love (Adelante mi amor) ¡ªcon cuatro nominaciones y el Oscar al mejor argumento¡ª fue protagonizada por Claudette Colbert y Ray Milland. En ella se hac¨ªa una versi¨®n libre de la historia surgida en la Guerra Civil, vivida en la realidad por Dahl y Rogers.
Corral ha encontrado en el Archivo Hist¨®rico del Ej¨¦rcito del Aire las dos ¨²ltimas piezas de este puzle incompleto en el que se mezclaban amor, guerra y dinero: las dos cartas que el piloto mand¨® a su esposa desde prisi¨®n, pero que nunca llegaron a su destino.
Hecho prisionero, Dahl, de 27 a?os, fue condenado a muerte en consejo de guerra. Antes de su probable fusilamiento, escribi¨® a Rogers desde la Prisi¨®n Provisional de Salamanca. Sin embargo, estas misivas nunca salieron de Espa?a porque fueron requisadas por las autoridades franquistas y pasaron as¨ª a engrosar los anaqueles del Archivo Hist¨®rico del Ej¨¦rcito del Aire con el n¨²mero de expediente 5.508.
Ahora, 82 a?os despu¨¦s, Corral las ha incluido en su libro y ha imaginado la correspondencia que ambos amantes pod¨ªan haber mantenido si hubiesen logrado establecer una conversaci¨®n epistolar sin la censura castrense de por medio: una excusa literaria para recrear el ambiente pol¨ªtico, militar y carcelario de aquellos a?os de plomo.
Edith Rogers era una mujer dotada de una especial intuici¨®n. Cuando conoci¨® que su marido hab¨ªa sido condenado a morir, decidi¨® escribir directamente a Franco, suplicando su clemencia. La carta iba acompa?ada de una sugestiva fotograf¨ªa suya con un vestido blanco muy escotado. ¡°Se lo jug¨® todo a una carta. A lo mejor al dictador le hac¨ªa gracia aquella foto tan sexi, pero tambi¨¦n se lo pod¨ªa tomar como una ofensa. Era una apuesta al todo o nada. E hizo pleno: la jugada le sali¨® bien y su esposo fue perdonado¡±, explica Corral.
Dahl fue indultado junto a tres pilotos rusos (Miguel Zaikine, Gregorio Josihianoff y Alejandro Chercasoff), tambi¨¦n derribados en Brunete. El franquismo utiliz¨® entonces pol¨ªticamente la decisi¨®n como una herramienta de acercamiento a Estados Unidos y a los aliados ¡ªen ese momento cualquier bando pod¨ªa ganar la guerra¡ª y como muestra de su clemencia.
Honorarios b¨¦licos
En la primera de las misivas recuperadas por Corral, fechada el 21 de julio de 1937, Dahl muestra un inusitado inter¨¦s por recibir lo que le hab¨ªa prometido la Rep¨²blica por su participaci¨®n en la guerra. Cobraba en virtud del n¨²mero de aviones que derribaba (1.000 d¨®lares por aeronave). En la carta le pide a su esposa que no conceda entrevistas a la prensa estadounidense (la historia ya atrapaba a millones de lectores en Estados Unidos y Europa) y que recogiese el dinero acordado, unos 6.500 d¨®lares.
¡°El motivo para apresurarme es porque creo que la guerra va a terminar pronto [faltaban a¨²n dos a?os] y debi¨¦ramos tener el dinero cuanto antes. Expl¨ªcales que el dinero nos es muy necesario porque es de lo que dependemos, para m¨ª esto significa una cat¨¢strofe debido a que toda Am¨¦rica sabr¨¢ de m¨ª, bueno, y tardar¨¢n mucho tiempo en arreglar toda esta cuesti¨®n y probablemente habr¨¦ perdido mi nacionalidad, en fin todo eso¡±, dej¨® escrito el mercenario.
En la segunda carta, del 25 de julio, Dahl se muestra preocupado por la repercusi¨®n en Espa?a de su detenci¨®n e insiste en que Rogers deb¨ªa reclamar los honorarios acordados: ¡°Pienso en lo que estar¨¢n diciendo los peri¨®dicos de la Espa?a nacional, tal vez exagerando, inventando historias, har¨¢n lo uno y lo otro¡±.
¡°Ya espero¡±, contin¨²a, ¡°que tengas el dinero. No te preocupes y no te molestes por la correspondencia que te env¨ªen, gu¨¢rdala para m¨ª, que yo me encargar¨¦ de ella cuando te vea, eso es pensando en lo mejor. El motivo de preguntarte por el dinero es porque aqu¨ª yo lo necesito bastante. Porque se nos permite comprar alimentos, fruta, dulces, etc. Creo que las autoridades van a volver ma?ana por la noche para que yo firme la ¨²ltima declaraci¨®n. Despu¨¦s creo que no faltar¨¢ nada m¨¢s que el juicio ante el tribunal. No te preocupes, querida, todo nos ha de salir bien al fin y al cabo. Pero debes insistir en el pago de los 1.850 d¨®lares en el contrato de Valencia, m¨¢s los 800 d¨®lares de los de antes. Es tan importante recoger todo el dinero porque es todo lo que tenemos en este mundo¡±. Y concluye: ¡°Hace muy buen d¨ªa y estoy muy solo sin ti, de buena gana me mor¨ªa, querida m¨ªa¡±.
Corral ha descubierto que Rogers solo logr¨® que le pagaran 2.000 d¨®lares. A Dahl se le reconocieron ¨²nicamente el derribo de un italiano Fiat CR-32 y de un alem¨¢n Heinkel-51, a pesar de que hab¨ªa destruido, al menos, cinco aparatos. Sus compa?eros le consideraban un excelente piloto de guerra.
Finalmente, en 1940 fue liberado y lleg¨®, entre una gran expectaci¨®n, a Estados Unidos, donde fue recibido con grandes honores. Se reuni¨® con su esposa en Nueva York, donde los fot¨®grafos no cesaban de retratarlos para todo tipo de peri¨®dicos y revistas.
Sin embargo, la cara de la cantante mostraba en las instant¨¢neas un gesto serio y distante, a diferencia de la de su marido. ¡°Se ve claramente¡±, se?ala Corral, ¡°que est¨¢ punto de decirle a Dahl algo as¨ª como: ¡®cari?o, hay algo que deber¨ªas saber y que no te he contado¡±. Tres a?os de separaci¨®n hab¨ªan sido excesivos para la pareja y Rogers hab¨ªa encontrado otro amor en ese tiempo. Poco despu¨¦s se divorciaron y nadie reclam¨® las dos cartas que hab¨ªan quedado en Espa?a. Hasta que Pedro Corral las encontr¨®.
Babelia
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