Un nuevo mapa literario
La generaci¨®n consagrada en los sesenta funciona a¨²n como canon de la literatura latinoamericana pese a su sesgo masculino
Como exploradoras de una selva que siempre estuvo ah¨ª pero en la que nadie se molest¨® en internarse ¡ªy enti¨¦ndase ese nadie como una voz lo suficientemente autorizada como para que lo que dijese se convirtiese en ley, una versi¨®n aut¨®ctona, de alguien tan, en suma, poderoso como el recientemente fallecido Harold Bloom¡ª, autoras, periodistas y cr¨ªticas literarias avanzan hoy por ella rescatando aquellas voces sepultadas en la vieja neblina que todo lo cubr¨ªa ¡ªaquella en la que todo lo escrito por una mujer era menor o no considerable¡ª y que, a veces, lo sigue cubriendo. La pol¨¦mica en torno a la III Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, en la que la paridad consisti¨® en un 3 contra 13, as¨ª lo demuestra.
Sin 'La amortajada' de Mar¨ªa Luisa Bombal no existir¨ªa el 'Pedro P¨¢ramo' de Juan Rulfo, escrito 16 a?os despu¨¦s
Se trae de vuelta a Elena Garro ¡ª?porque es ella la madre, dicen, del realismo m¨¢gico del que, si no fue excluida, s¨ª silenciada por la tot¨¦mica figura de Octavio Paz, m¨¢s que marido, represor, ella misma afirm¨® que si escrib¨ªa era ¡°contra ¨¦l¡±¡ª, a Mar¨ªa Luisa Bombal ¡ªsin la que, como dijo N¨²ria Amat, ¡°Juan Rulfo no existir¨ªa¡±, refiri¨¦ndose a la novela La amortajada, escrita 16 a?os antes que Pedro P¨¢ramo y tan potente o m¨¢s que aquella¡ª, a Rosario Ferr¨¦ ¡ªla puertorrique?a, a quien Luna Miguel considera ¡°la eterna manipulada¡±¡ª, se reeditan sus libros ¡ªuna vez hallados y reivindicados, el universo editorial, cada vez m¨¢s permeable en ese sentido, los relanza¡ª, pero ?ocupan el lugar que deb¨ªan haber ocupado en su momento? ?C¨®mo hacerlo?
Teniendo en cuenta que, como recuerda Jessa Crispin en el pr¨®logo a la reedici¨®n, tambi¨¦n, del imprescindible C¨®mo acabar con la escritura de las mujeres (Barrett/Dos Bigotes), de la muy ic¨®nica escritora de ciencia-ficci¨®n Joanna Russ, citando a Simone Weil, ¡°no hay nada tan c¨®modo como no pensar¡±, la tarea se antoja complicada. Aunque, como recuerda la poeta y escritora Luna Miguel en su reciente El coloquio de las perras (Capit¨¢n Swing), ensayo de ensayos, o cr¨®nica de lectura comprometida con la definitiva visibilidad de los modelos amputados, de un tiempo a esta parte el espacio para la reconstituci¨®n y la ampliaci¨®n e incluso la redefinici¨®n del canon ¡ªpor sistema inevitablemente machista: el dedo que se?alaba y la mano que anotaba nombres eran siempre masculino y masculina¡ª est¨¢ creciendo.
Se promueven iniciativas virtuales como #leoautorasoct, que proponen leer a escritoras durante el mes de octubre ¡ªmes en que se celebra el D¨ªa de las Escritoras, que, tambi¨¦n, con el tiempo, gana en presencia e importancia¡ª, algo que ocurre este mismo octubre por cuarto a?o consecutivo, lanzando al ciberespacio un pu?ado de nombres que, o bien han estado ah¨ª siempre sin que pudiera distingu¨ªrselos con la suficiente claridad, o bien empiezan a estarlo a la altura y el valor del de sus hom¨®logos masculinos. En algunos campos, como el de la ciencia-ficci¨®n, algo que hubiese entusiasmado a Russ, incluso les superan en reconocimiento: apenas se entregan ya premios que no caigan en manos de una mujer. Este lunes, adem¨¢s, se conocer¨¢ el nombre de la nueva ganadora del Premio Sor Juana In¨¦s de la Cruz, convocado por la FIL de Guadalajara (M¨¦xico) para distinguir a la mejor novela en espa?ol escrita por una autora. La galardonada se unir¨¢ a un palmar¨¦s que abri¨® en 1993 Angelina Mu?iz-Huberman y en el que tambi¨¦n figuran Ana Garc¨ªa Bergua, Claudia Pi?eiro, Margo Glantz, Tatiana Lobo, Nona Fern¨¢ndez o Cristina Rivera Garza.
Todo eso est¨¢ ayudando a trazar un nuevo mapa, una nueva cartograf¨ªa literaria mundial, nacida al amparo de la lucha por el fin de la invisibilidad. Cuando el mes pasado Babelia pregunt¨® a la escritora mexicana Valeria Luiselli si sent¨ªa como una responsabilidad su ¨¦xito, en el sentido de que, con ¨¦l, estaba abriendo puertas a otras escritoras hispanas, ella contest¨® que m¨¢s que una responsabilidad sent¨ªa una sororidad, ¡°una solidaridad y una camarader¨ªa con la que no crec¨ª¡±. Y a¨²n iba m¨¢s all¨¢: ¡°Crecimos todas con una sensaci¨®n de que ¨¦ramos como rivales, hab¨ªa tan poco sitio que hab¨ªa que pele¨¢rselo. ?Qui¨¦n sabe c¨®mo nos dejamos convencer? Por otro lado, las mujeres latinoamericanas no crecimos leyendo a otras escritoras hispanas. O sea, en el boom, que fue nuestro canon, no hab¨ªa ni una escritora. Fue una labor posterior, la de ir a buscar a esas voces que exist¨ªan pero que no se escuchaban, y hacernos de una tradici¨®n literaria en la que tambi¨¦n nos vi¨¦semos representadas¡±. Partiendo de esa voluntad de ampliar el canon, Babelia ha pedido a un pu?ado de autoras que recomienden una lectura fundamental ¡ªes decir, can¨®nica¡ª de la literatura latino?americana de los siglos XX y XXI escrita por una mujer.
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