Muere a los 89 a?os Harold Bloom, el m¨¢s influyente cr¨ªtico literario
Ante las cr¨ªticas por su desafecci¨®n por las minor¨ªas, el autor de 'El canon occidental' defend¨ªa la superioridad de escritores blancos como Shakespeare y Cervantes
Harold Bloom, posiblemente el cr¨ªtico literario m¨¢s importante e influyente de nuestro tiempo, falleci¨® ayer lunes en un hospital de New Haven (Connecticut), en las inmediaciones de la Universidad de Yale, donde ocupaba la C¨¢tedra Sterling de Humanidades, a los 89 a?os. Tras m¨¢s de seis d¨¦cadas de dedicaci¨®n ininterrumpida a la ense?anza, el profesor Bloom, incluso cuando le flaqueaba la salud, quiso seguir pisando las aulas de Yale hasta el final. Hubo ocasiones en que la universidad flet¨® medios de transporte para que sus alumnos pudieran escucharle en su domicilio. Dict¨® su ¨²ltima clase el jueves de la semana pasada, seg¨²n declar¨® su esposa, Jeanne, a The New York Times, cuando confirm¨® su muerte.
Autor de m¨¢s de 40 vol¨²menes de cr¨ªtica literaria, los libros de Harold Bloom ten¨ªan la ins¨®lita cualidad de llegar a todo el mundo sin rebajar un ¨¢pice el nivel de exigencia de los temas de los que se ocupaba, y que no eran otra cosa que las grandes creaciones literarias de la humanidad. Para ¨¦l, el centro del canon lo ocupaban las figuras se?eras de Shakespeare y Cervantes, en torno a los cuales se agrupaban en siglos sucesivos otras figuras gigantescas, como Whitman, Kafka, Proust, Joyce o Virginia Woolf. Todos ellos conformaban lo que caracteriz¨® como el canon literario de Occidente, concepto que fue violentamente discutido dentro y fuera del ¨¢mbito acad¨¦mico. Aunque personalmente ¨¦l hab¨ªa fagocitado la pr¨¢ctica totalidad del canon que defend¨ªa, muchos juzgaban que su idea de la literatura era elitista y dejaba fuera a amplios sectores del universo literario, ignorando juicios de orden pol¨ªtico, social, o que se aten¨ªa a criterios como la identidad ¨¦tnica o el g¨¦nero. Bloom desde?aba a quienes emit¨ªan esas cr¨ªticas, refiri¨¦ndose a ellos como representantes de lo que dio en llamar ¡°La escuela del resentimiento¡±.
Bibliograf¨ªa seleccionada
La ansiedad de la influencia (1973).
La religi¨®n americana (1992).
El canon occidental: la escuela y los libros de todas las ¨¦pocas (1994).
Shakespeare, la invenci¨®n de lo humano (1998).
C¨®mo leer y por qu¨¦ (2000).
El futuro de la imaginaci¨®n (Anagrama, 2002).
Genios. Un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares (2002).
Jes¨²s y Yahv¨¦. Los nombres divinos (2005).
Cuentos y cuentistas. El canon del cuento (2009).
Ensayistas y profetas. El canon del ensayo (2010).
Anatom¨ªa de una influencia (2011).
Novelas y novelistas. El canon de la novela (2012).
The Daemon Knows: Literary Greatness and the American Sublime (2015).
De una sabidur¨ªa portentosa, muchos de los libros de Harold Bloom lograron abrirse paso en las listas de best-sellers, d¨¢ndose de codazos con t¨ªtulos a los que negaba todo valor literario. Aunque no se puede decir que escribiera en registros diferentes, pues el ¨²nico criterio al que se mantuvo siempre fiel fue el de lo que ¨¦l consideraba la verdadera literatura, produjo dos tipos de vol¨²menes. Algunos eran considerablemente especializados, como La ansiedad de la influencia (1973), en el que desarroll¨® una sofisticada hip¨®tesis sobre la g¨¦nesis y sucesi¨®n de los grandes momentos de la historia de la poes¨ªa, tal y como cristaliza en la obra de los mayores poetas del canon, que gestan su producci¨®n como reacci¨®n a los genios que los precedieron. Esta fue una de las tesis de Bloom destinadas a tener mayor impacto en c¨ªrculos acad¨¦micos. En una de sus obras m¨¢s idiosincr¨¢ticas, El libro de J (1990), avanz¨® la audaz hip¨®tesis de que el dios judeocristiano era un personaje literario inventado por una mujer que hab¨ªa vivido en tiempos del rey Salom¨®n y que hab¨ªa escrito largos segmentos de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento. Otros de sus libros, por el contrario, eran buscados por avidez por amplios sectores del p¨²blico que esperaban de ¨¦l que sancionara con su autoridad los t¨ªtulos de la historia de la literatura que val¨ªa la pena leer.
En cuarenta idiomas
Algunos de los libros de Bloom se tradujeron a m¨¢s de cuarenta idiomas. Dos de los m¨¢s conocidos fueron El canon occidental (1994), en el que pontific¨® acerca de qui¨¦n hab¨ªa pasado el juicio de la historia, y C¨®mo leer y por qu¨¦ (2000), volumen m¨¢s manejable, basado en los mismos presupuestos. Urgido por la necesidad de ganar dinero para sufragar los elevados costos m¨¦dicos de uno de sus hijos, afectado de una dolencia cr¨®nica, colabor¨® con la editorial Chelsea House escribiendo cientos de introducciones a obras fundamentales de la literatura de todos los tiempos y latitudes. Una de las obras que destin¨® al gran p¨²blico, Genios, un mosaico de cien mentes creativas y ejemplares (2002), recibi¨® un adelanto de 1,2 millones de d¨®lares. Expuso sus ideas sobre la figura de Shakespeare en La invenci¨®n de lo humano (1988), extraordinaria exploraci¨®n de un autor a quien equipar¨® con Dios. En otra obra magistral, Anatom¨ªa de la influencia (2011), efectu¨® un recorrido pasmoso y sobrecogedor sobre los grandes momentos de la historia literaria, al que se refiri¨®, sintiendo cercano el momento de su muerte, como su canto del cisne. Fue una falsa alarma. En a?os sucesivos continu¨® derramando su pol¨¦mica visi¨®n de la literatura y su sabidur¨ªa en ocasiones a raz¨®n de dos t¨ªtulos por a?o. En 2019, sin ir m¨¢s lejos, public¨® Pose¨ªdo por la memoria: la luz interior de la cr¨ªtica. Si hay algo portentoso en la prol¨ªfica producci¨®n de Harold Bloom es que sus libros, en contra de lo que se pudiera pensar, no son jam¨¢s repetitivos. Al volver sobre los mismos temas y autores, lo hace siempre arrojando nueva luz, lo cual hace de su lectura una experiencia subyugante.
Ni?o de biblioteca p¨²blica
Bloom naci¨® en el barrio neoyorquino de Bronx, hijo de un empleado de un comercio de tejidos en 1930, en el seno de una familia jud¨ªa ortodoxa, y fue el menor de los cinco v¨¢stagos de una familia de emigrantes procedentes de Europa Oriental. Se form¨® como lector devorando cuantos libros pudo de la sede de la Biblioteca P¨²blica de Nueva York en su barrio, hasta que se le qued¨® corta y tuvo que seguir leyendo en el majestuoso edificio de m¨¢rmol situado en la esquina de la calle 42 con la Quinta Avenida en Manhattan. Curs¨® estudios en el Instituto de Ciencias del Bronx y en la Universidad de Cornell. Desde el primer momento, su inter¨¦s primordial, su gu¨ªa, fue el canon de la gran poes¨ªa. Terminada la licenciatura, Bloom se matricul¨® en la Universidad de Yale, doctor¨¢ndose en 1959 con una tesis sobre la poes¨ªa de Shelley.
Dos a?os despu¨¦s public¨® un libro sobre el movimiento rom¨¢ntico que llam¨® la atenci¨®n por su capacidad para sintetizar grandes momentos de la historia con suma precisi¨®n. Si se le preguntaba por un libro, como me sucedi¨® en una entrevista a EL PA?S, Bloom pod¨ªa hacer afirmaciones como que lo hab¨ªa le¨ªdo 200 veces (se refer¨ªa al Cuento de la barrica, de Jonathan Swift), o interrump¨ªa sus declaraciones para recitar de memoria una tirada de cientos de versos de sus poetas favoritos. Aseguraba haber memorizado todo Shakespeare y el Para¨ªso perdido de Milton, entre una veintena de t¨ªtulos can¨®nicos.
El cr¨ªtico se jactaba de necesitar solo una hora para asimilar un libro de 400 p¨¢ginas. Su visi¨®n de la literatura se centraba en los valores est¨¦ticos. ¡°La vida es corta¡±, sol¨ªa decir, ¡°y hay que elegir bien qu¨¦ leer¡±. Afirmaba, y algunos no se lo perdonaron, que o se buscaba el placer de lo sublime o bien se prestaba atenci¨®n a cuestiones de orden pol¨ªtico o social que nada ten¨ªan que ver con la literatura.
Babelia
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