¡®Bojack Horseman¡¯, la lucidez tras el entierro de Franco
Que ¡®Bojack Horseman¡¯ sea una serie de dibujos animados es oportun¨ªsimo, pues los esnobs los toman por un divertimento infantiloide para inadaptados
Tras el entierro bis de Franco se han abierto unos tiempos prometedores y brillantes. Prueba de ello fue que, unas pocas horas despu¨¦s de lo de Mingorrubio, Netflix estrenara la sexta temporada de Bojack Horseman, que para mi yo teleadicto es como para un aficionado a la ¨®pera tener entradas caras para La Scala. Despu¨¦s de la noche franquista, sale el sol en mi sal¨®n.
Bojack Horseman es un hombre con cabeza de caballo en una serie de dibujos animados. Que sean dibujos es oportun¨ªsimo, pues los esnobs los toman por un divertimento infantiloide para inadaptados que nos sujetamos las patillas de las gafas con esparadrapo. Y est¨¢ bien que as¨ª sea. Es bueno mantener a los esnobs alejados.
El asunto de esta temporada no puede apuntar mejor a la l¨ªnea de flotaci¨®n del mundo de hoy: la culpa. Bojack es una estrella de la tele pasad¨ªsima de moda, que vive solo y alcoholizado, pero lleva un par de temporadas intentando (con poco ¨¦xito) redimirse, en un relato que se ha convertido en negr¨ªsimo y muy amargo. El primer cap¨ªtulo cuenta su llegada a una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n, donde le intentan convencer de que es un enfermo y de que no tiene la culpa de sus adicciones. Bojack se rebela con la lucidez del orate enjaulado: claro que tengo la culpa, he hecho da?o a mucha gente, quiero sentir esa culpa, quiero asumirla.
El solitario Horseman se coloca as¨ª frente a todo un mundo que busca diluir sus culpas en una culpa social o se?alando a otros. He buscado en la actualidad un personaje equivalente a Bojack, y solo he encontrado a ¨¦mulos de pacientes de la cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n. Pol¨ªticos que se encogen de hombros, que se?alan al de al lado, que tiran piedras y esconden manos. Ni uno solo que diga: la culpa es m¨ªa.
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