Emilio Lled¨®, el muchacho de Salteras
Por primera vez un fil¨®sofo transita por los honores de ser escritor andaluz del a?o, y ¨¦l est¨¢ justamente feliz

De Emilio Lled¨®¡ªque ma?ana cumple 92 a?os¡ª escribi¨® Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald ¡ªque a su vez cumple 93 el lunes 11¡ª en Examen de ingenios (Seix Barral) que ¡°la inteligencia y la sensibilidad [¡] suelen producir efectos altamente edificantes. No es frecuente que ocurra as¨ª, pero si alguien es capaz de articular con la debida precisi¨®n semejante alianza, ya tiene ganado el ascenso a una excelencia intelectual indisputable. Tal es el caso de aquel muchacho crecido antes de tiempo, a la vez locuaz y ensimismado, t¨ªmido y vehemente, a quien conoc¨ª a principios de los cincuenta en el Colegio Mayor Guadalupe y lleg¨® a ser eminente catedr¨¢tico de Historia de los Sistemas Filos¨®ficos¡±.
A?os despu¨¦s, en 1967, aquel muchacho que as¨ª describe Caballero Bonald fue de catedr¨¢tico a La Laguna y todos los alumnos cre¨ªan que no s¨®lo ven¨ªa de Heidelberg, donde se hizo quien sigue siendo, sino que era un ciudadano de cualquier parte, un hombre libre que al subirse al estrado de sus clases desafiaba como un quijote la innoble man¨ªa de memorizar. Como su maestro de la infancia, don Francisco, propuso a los alumnos que huyeran del sistema, y tambi¨¦n de los sistemas filos¨®ficos. Ese pu?ado de clases que daba eran, en realidad, un desaf¨ªo para que reviviera Plat¨®n, como sugiere en aquel perfil su amigo de Jerez, quien, por cierto, cumple este 11 de noviembre 94 a?os, mientras que Lled¨® hace ma?ana mismo sus 93.
Estuvieron juntos en muchas tenidas madrile?as. Los dos marcan con su impronta po¨¦tica o filos¨®fica la segunda parte del siglo XX y lo que va de este, y han tenido la fortuna de ser amigos siendo ambos escritores y, adem¨¢s, de una generaci¨®n pareja. En ese Examen de ingenios el jerezano Caballero dice del sevillano Lled¨® algunas de las piedras que la burocracia, y la mente burocr¨¢tica, los grumos de los tiempos, pusieron como c¨¢scara de pl¨¢tano para que tropezara Lled¨®, antes y despu¨¦s de su fruct¨ªfera excursi¨®n a Heidelberg, donde se hizo hombre. ?l no habla mucho de esas cosas, pues carece de rencor hasta para la guerra que quiso destruirle lo que de esperanza tiene la mirada de los ni?os. Pero es cierto que si luego se hizo no s¨®lo profesor sino practicante de la exigencia ¨¦tica, en clase y en la calle, fue porque sus ojos vieron la injusticia y la metralla cayendo sobre la frente at¨®nita de una ¨¦poca.
A ¨¦l lo hizo lector aquel don Francisco cuyo rastro le ha devuelto la estela de gratitud que le debe. Plat¨®n es el patr¨®n m¨¢ximo de su librer¨ªa, pero si uno llega a su casa lo encontrar¨¢ buscando, en griego, lo que est¨¢ en la cuna de su conocimiento. La Grecia antigua, sus escritores y la consecuencia de sus pensamientos, est¨¢ en esa carrera hacia la ¡°excelencia intelectual indisputable¡± a la que alude el paisano de Jerez. Pero ese conocimiento o sabidur¨ªa no est¨¢n detenidos en el tiempo. Le sirven hoy para referirse, con pena, al incendio que ocurre en uno de sus m¨¢s queridos destinos, Barcelona, o para deplorar la apelaci¨®n a la ignorancia que constituyen hoy los implantes que se venden como libros u otras escrituras.
?l es rabiosamente cl¨¢sico; pero sigue siendo aquel muchacho que hab¨ªa nacido en Sevilla y pasaba los veranos en Salteras. ¡°Mi infancia¡±, nos dijo una vez, ¡°es los veranos en Salteras¡±. Y por eso, porque es sevillano de all¨ª, este s¨¢bado estaba feliz de que lo hubiera llamado Eva P¨¦rez D¨ªaz, escritora andaluza, periodista a la que hemos tenido en EL PA?S, al frente ahora del Centro Andaluz de las Letras, para decirle que, durante todo el a?o 2020 ser¨¢ el escritor andaluz del a?o.
Es la primera vez que un fil¨®sofo transita por esos honores, y ¨¦l estaba justamente feliz, y as¨ª se lo dijo a Eva y lo dijo a quien quisiera escuch¨¢rselo porque esa llamada y esa honra lo devuelve, sin remedio y con entusiasmo, a aquellas tierras de su infancia, a sus padres, a don Francisco y a los libros, a don Antonio Machado y a Plat¨®n (¨¦l sigue siendo nuestro don Antonio Machado).
Y a Caballero Bonald, por cierto, que cumple a?os casi al tiempo y que as¨ª acaba su perfil de Lled¨® en Examen de ingenios, a prop¨®sito, entre otros, de sus libros Filosof¨ªa y lenguaje, El silencio de la escritura o Los libros y la libertad: ¡°La capacidad inquisitiva de Lled¨® para interpretar el lenguaje po¨¦tico conecta con esa misma penetraci¨®n suya en los ¨¢mbitos de la filosof¨ªa. Se trata, en cualquier caso, de un ejemplo de ex¨¦gesis que debe figurar en el canon de nuestra historia cr¨ªtica de la cultura. Ah¨ª mismo se abre una de esas puertas de la raz¨®n que conduce a la justicia¡±.?
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