Los papeles de la felicidad
La familia de S¨¢nchez Ferlosio ha emprendido la ordenaci¨®n de su gran ciclo narrativo in¨¦dito: 'Historia de las guerras barcialeas'
"Nunca he abierto esa caja¡±. Demetria Chamorro, viuda de Rafael S¨¢nchez Ferlosio, se refiere a una especie de maleta de madera guardada en un armario en la casa madrile?a que comparti¨® con el escritor hasta su muerte en abril pasado. ¡°No me he visto capaz. Alg¨²n d¨ªa me he puesto a mirar papeles, pero despu¨¦s de un rato lo tengo que dejar. Me enfermo¡±, dice emocionada. La caja pesa como si guardara herramientas, una de las aficiones del escritor. No tiene llave pero cuesta abrirla. Hecha la operaci¨®n, aparece una colecci¨®n de cuadernos y una inscripci¨®n del propio Ferlosio en la cara interior de la tapadera: ¡°Poco vale, para lo que abulta, lo que hay aqu¨ª. Hay que mirar siempre a los resultados, desde luego, pero que eso no lleve a la ingratitud. 72 cuadernos que podr¨ªan ser uno, pero cuatro a?os (X-58 a X-62) de la gran felicidad¡±. Y un a?adido rodeado con un c¨ªrculo: ¡°Revisi¨®n 1972¡±.
El autor de Las semanas del jard¨ªn se refiere a la d¨¦cada y media que pas¨® encerrado en su casa de la calle Prieto Ure?a estudiando gram¨¢tica y escribiendo sobre ella. Los cuadernos de la caja son una ¨ªnfima parte ¡ªhay otros dos armarios llenos¡ª de notas en las que se habla de los casos latinos, la relaci¨®n entre concepto y met¨¢fora o la idea de transposici¨®n en Karl B¨¹hler. A su vez, esa parte dedicada a la ling¨¹¨ªstica no es m¨¢s que un rinc¨®n del inagotable universo ferlosiano: en el mismo armario hay 60 carpetas m¨¢s, en las que conviven sus glosas a las Cr¨®nicas de Indias, sus aforismos ¡ªlos famosos pecios¡ª, sus comentarios a los peri¨®dicos o el rastro de sus pol¨¦micas p¨²blicas. En los mismos estantes hay una carpeta identificada con la etiqueta Sobre las traducciones. Sobre las eras. En su interior hay un ejemplar del libro de Stephen Jay Gould Milenio junto a los apuntes manuscritos y mecanografiados usados por Ferlosio en 1998 durante su diatriba con el paleont¨®logo estadounidense ¡ªal que llama ¡°lumbrera moderna¡±¡ª para dilucidar si el siglo XXI empezaba en el a?o 2000 o en 2001. ¡°El cero lo puso ah¨ª Dionisio y ustedes no lo ven¡±, se lee en una nota. Y en otra: ¡°No es lo mismo lugar vac¨ªo que no lugar¡±.
La Biblioteca Nacional se ha interesado por este legado, como dice F¨¦lix de Az¨²a, nada sistem¨¢tico pero muy ordenado. Cada cuaderno y libreta est¨¢n fechados, numerados y escritos con letra perfectamente legible. ¡°Rafael daba mucha importancia a la caligraf¨ªa¡±, explica su viuda, que no se atreve a aventurar el n¨²mero de p¨¢ginas que puede guardar en casa. El mejor amigo de S¨¢nchez Ferlosio, el fil¨®sofo Tom¨¢s Poll¨¢n, ha hablado alguna vez, con todas las prevenciones, de 200.000. Los expertos de la Biblioteca no han hecho por ahora m¨¢s que abrir los armarios, pero Demetria lleva ya semanas trabajando en un proyecto que su marido nunca se anim¨® a acometer: editar la Historia de las guerras barcialeas, un monumental ciclo narrativo en torno a un territorio imaginario del que hasta ahora solo se conoc¨ªa una m¨ªnima parte: dos relatos recogidos en el volumen de 2005 El geco y, sobre todo, El testimonio de Yarfoz, que en 1986 record¨® que, desde Industrias y andanzas de Alfanhu¨ª (1951) y El Jarama (1955), Ferlosio era, mal que le pesara, uno de los grandes novelistas de la segunda mitad del siglo XX. El autor lleg¨® a decir que de la historia total de las guerras del r¨ªo Barcial ten¨ªa escritas ¡°cien veces m¨¢s¡± de lo publicado. Su viuda acaba de traer de la copister¨ªa lo correspondiente a un peque?o ba¨²l de lata con 20 cuadernos escritos de forma ¡°progresiva y regresiva¡±. Es decir, empezando a la vez por la primera hoja y por la ¨²ltima.
Una vez desbrozado el terreno, la edici¨®n de la novela resultante ¡ªsi es que es solo una novela¡ª correr¨¢ a cargo de Ignacio Echevarr¨ªa, responsable de la publicaci¨®n de los ensayos y novelas de Ferlosio en Literatura Random House y Debolsillo. Esos vol¨²menes conviven en otros armarios con una maleta llena de cartas de Rafael S¨¢nchez Mazas ¡ªpadre del escritor¡ª, sobres con fotos familiares de Carmen Mart¨ªn Gaite ¡ªsu primera esposa¡ª y de Marta, la hija de ambos, fallecida en 1985 a los 29 a?os. A todo ello hay que sumar las misivas del propio escritor ¡ª¡°no hay muchas, no era de mantener una correspondencia¡±¡ª, sus dibujos y recortes de prensa: estudiaba con la misma dedicaci¨®n ¡ªy con la misma irritaci¨®n a veces¡ª un pasaje de Herodoto, una frase de Ortega y Gasset o una ¡°canela fina¡± de Luis Mar¨ªa Anson. ¡°No s¨¦ qu¨¦ dir¨ªa Rafael de tanto movimiento de papeles¡±, se pregunta Demetria, que recuerda el enorme pudor de su marido. Sobre el mueble del sal¨®n est¨¢ la escultura que recibi¨® junto al premio Cervantes de 2004: ¡°Se pas¨® a?os escondi¨¦ndola para que nadie la viera cada vez que yo la pon¨ªa ah¨ª¡±.
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