Ellas
El debate de las aguerridas lugartenientes de los l¨ªderes fue un espect¨¢culo din¨¢mico, incluso divertido
En el insoportable teatro que montaron el lunes los aspirantes a salvadores de la patria, la presentadora Ana Blanco (siempre me ha parecido un mu?eco mec¨¢nico, adornado con una perenne media sonrisa) se quej¨® de que los cinco jefes del tinglado fueran hombres. Y la actuaci¨®n de estos fue tan tediosa como previsible. Me tem¨ªa una continuaci¨®n igual de dormitiva en el ring ideol¨®gico e interpretativo, protagonizado por las aguerridas lugartenientes de los l¨ªderes en la noche del jueves.
No fue as¨ª. Me pas¨¦ de cenizo. Fue un espect¨¢culo m¨¢s din¨¢mico, incluso divertido en algunos momentos. Yo, al menos, me sent¨ª inicialmente estupefacto, pero luego me arranc¨® una carcajada la impagable certidumbre de la representante del PSOE: ¡°Si no se avanza, se retrocede¡±. Newton y Einstein la habr¨ªan reconocido como una de su cient¨ªfico gremio. Lo de mejorar la vida de la gente y la oda continua al sexo femenino forma parte de cualquier guion que aspire al Oscar. Pero estoy de acuerdo cuando alguna de ellas afirma: ¡°Aqu¨ª hablar nos sale gratis¡±.
Lo m¨¢s inquietante del debate me parece la actitud de la se?ora Monasterio. Su aspecto de monja seglar va acompa?ado de una voz sin titubeos y la mirada directa y permanente a la c¨¢mara, o sea, a sus presumibles, convencidos o dubitativos votantes. Nada de perder el tiempo hablando con sus competidoras. Hay datos de que inmigrantes magreb¨ªes, bien instalados en Francia, votaron a Jean-Marie Le Pen. Por si ven¨ªan sus antiguos compatriotas y les hac¨ªan competencia en el curro. Y ni?os negros de las favelas, como Ronaldinho, Caf¨² y Rivaldo, despu¨¦s multimillonarios, hicieron campa?a por Bolsonaro, el tipo que si pudiera arrasar¨ªa las favelas. Tal vez sea humano, pero qu¨¦ miedo.
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