Deja que te explique qu¨¦ son las elecciones, bonita

Mi mujer ha empezado a colaborar en una tertulia y yo la veo desde el sof¨¢, hecho un groupie. Ver una tertulia como quien ve un partido de f¨²tbol, tomando partido de antemano por tu equipo, es la peor forma de ver la tele, pero cuando aparece mi mujer no estoy viendo la tele, estoy reforzando un matrimonio.

En un programa, uno de los contendientes se puso did¨¢ctico con ella. Atajaba sus intervenciones explic¨¢ndole cosas, haci¨¦ndole eso que se llama mansplaining. Solo le faltaba apostillar algo as¨ª como: ¡°Perdona, bonita, pero esto¡­¡±. Me cabreaba tanto escucharle que empec¨¦ a gritar a la tele, sacando el chico de barrio que llevo dentro. Conmigo no te atrever¨ªas, dec¨ªa, y al mismo tiempo me avergonzaba de m¨ª mismo, pues mi mujer es muy capaz de defenderse sin que el torpe de su marido ladre.

Pero en mi irritaci¨®n hab¨ªa una verdad: conmigo no se atrever¨ªa. Tal vez con una versi¨®n anterior de m¨ª mismo, s¨ª. Me han explicado muchas veces que el sol sale por el este, usando ¡°chaval¨ªn¡±, en vez de ¡°bonita¡±, y de vez en cuando alg¨²n cr¨ªtico literario me regala consejos entre l¨ªneas, para que encuentre la senda de la buena literatura, pero ya es raro. Lo normal es que me insulten a palo seco, sin ¨¢nimo pedag¨®gico. Tal vez la barba les provoque un respeto que las tetas no les imponen.

Las elecciones son un enorme mansplaining en que los candidatos y militantes explican a toda una sociedad, sin parar mientes en sus barbas o en sus tetas, lo que tiene que hacer. El aire se satura de imperativos. Todos saben lo que te conviene mejor que t¨² mismo. Yo prefiero que mi inteligencia reciba insultos gratuitos, como el resto del a?o, cuando no van envueltos en un paternalista ¡°es por tu bien¡±.