Picadores y banderilleros, en la picota
Los subalternos muestran una cerraz¨®n total a la necesaria renovaci¨®n de las novilladas
No parece pol¨ªticamente correcto poner en la diana de la cr¨ªtica a picadores y banderilleros, el sector verdaderamente laboral del espect¨¢culo taurino, que cobran un sueldo por festejo, cuya cuant¨ªa depende de la categor¨ªa de los matadores y de las plazas, seg¨²n lo establecido en un convenio colectivo.
Pero no hacerlo ser¨ªa faltar a la verdad y ocultar deliberadamente una realidad que puede frenar la necesaria renovaci¨®n que pide a gritos el negocio taurino para que sea perdurable a medio plazo.
El asunto no es novedoso, pero salt¨® por los aires en la mesa del programa televisivo El Kikiriki del pasado d¨ªa 7, en el que varios expertos reflexionaban sobre el dif¨ªcil presente y el oscuro futuro de las novilladas.
El dato es demoledor: el n¨²mero de los festejos con picadores ha pasado de 624 en el a?o 2007 a 217 en 2018; es decir, se han perdido 407 en ese tiempo; y en el apartado de los sin caballos, el descenso ha sido de 305: de los 572 que se celebraban hace once temporadas a 267 hace solo un a?o.
Y una de las causas fundamentales de este brutal descenso es que son espect¨¢culos econ¨®micamente insostenibles, ruinosos, imposibles de conjugar los ingresos y los gastos.
?Algo habr¨¢ que hacer¡! Ese era el tema central del debate.
Y se habl¨® de las iniciativas del Foro de Promoci¨®n, Defensa y Debate de las Novilladas, que consisten b¨¢sicamente en abrir negociaciones con el Ministerio de Cultura, la Seguridad Social, los empresarios, los ganaderos y los profesionales para adecuar la normativa taurina, que la administraci¨®n asuma algunos costes, compensar las p¨¦rdidas en plazas de tercera y port¨¢tiles con aportaciones de las de primera categor¨ªa, y estudiar la reducci¨®n del n¨²mero de profesionales que act¨²an en estos espect¨¢culos o que, en su caso, acepten una rebaja de sus emolumentos. Y todo ello, con el objeto de frenar la sangr¨ªa que supone la galopante disminuci¨®n de los festejos menores con el evidente perjuicio para el futuro de la fiesta.
Uno de los integrantes de la mesa del programa televisivo era David Prados, secretario general de la Uni¨®n Nacional de Picadores y Banderilleros de Espa?a (UNPBE), y toda su intervenci¨®n fue un aut¨¦ntico jarro de agua helada contra cualquier atisbo de soluci¨®n.
Muy preocupante fue su argumentaci¨®n, y m¨¢s, si cabe, su tono extremadamente corporativista, poco conciliador y menos dispuesto al di¨¢logo.
Dej¨® claro que picadores y banderilleros no est¨¢n dispuestos a renunciar a uno solo de sus derechos, culp¨® a los dem¨¢s de los males de la fiesta, y ofreci¨® razones y soluciones extra?as y sorprendentes en boca de un representante sindical al que se le supone conocedor de la realidad y con el sentido com¨²n suficiente para afrontar un problema tan serio como la pervivencia de las novilladas.
Prados dijo, entre otras cosas, que el p¨²blico no acude a las novilladas porque no son atractivas (??); que los empresarios deben buscar f¨®rmulas para aumentar los ingresos (??), y firmar acuerdos con patrocinadores (??); recomend¨® que poblaciones peque?as no organicen festejos con picadores ni compren animales de ganader¨ªas reconocidas, porque son m¨¢s caras, y expres¨® el rechazo frontal de su organizaci¨®n a la reducci¨®n del n¨²mero de profesionales en los festejos o a una rebaja de los sueldos estipulados.
Cerraz¨®n total; un razonamiento tan simplista como tozudo que cierra cualquier puerta al di¨¢logo. Y lo m¨¢s grave: David Prados dej¨® muestras de un peligroso corporativismo del que pudiera deducirse que es preferible que las novilladas desaparezcan antes que los picadores y banderilleros acepten un cambio que afecte econ¨®micamente al sector.
Es evidente que con esta recalcitrante actitud pierde la fiesta de los toros, pero tambi¨¦n los hombres de a pie y a caballo que viven de ella. Si desaparecen las novilladas habr¨¢ menos trabajo para todos. Y llegar¨¢ un momento, cercano en el tiempo, en que el negocio echar¨¢ el cierre.
Pero parece que esa posibilidad no les preocupa.
La culpa es de otros, seg¨²n David Prados. ?l y los suyos sabr¨¢n. Y ojal¨¢ que cuando caigan en la cuenta de su error no est¨¦n en la cola del paro.
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