Los an¨¢lisis
Las primeras reacciones son la de buscar al culpable de las correspondientes derrotas que, naturalmente, siempre es el otro salvo en un caso de imposible coartada
Tras las elecciones generales, llegan los an¨¢lisis de los responsables de los partidos o, como dir¨ªa Tom Wolfe, la feria de las vanidades, por no citar a John Kennedy Toole y su conjura de los necios.
La primera reacci¨®n es la de buscar al culpable de las correspondientes derrotas que, naturalmente, siempre es el otro, salvo en un caso de imposible coartada. Ninguno constata que entre el electorado hay un porcentaje notable de ciudadanos que han votado en varias ocasiones a uno de los partidos m¨¢s corruptos de Europa, el PP, o a unos extremistas de derechas radicalmente contradictorios, capaces de firmar proyectos de arquitectura sin tener el t¨ªtulo, de vender lo realizado sin licencia o de abogar por la desaparici¨®n de las autonom¨ªas despu¨¦s de haber vivido de ellas. Pelillos a la mar.
?Sobresueldos, lofts ilegales, un mill¨®n en el altillo del armario... ?qu¨¦ es eso frente a ¡°Gibraltar, espa?ol¡±? Ning¨²n l¨ªder ha considerado que el auge de Vox se debe tambi¨¦n al aumento en un mill¨®n de los ciudadanos que les han votado en las segundas elecciones en seis meses. Ninguno acepta en p¨²blico que hay un sector importante de la ciudadan¨ªa que no le da importancia al robar, transgredir las normas o considerar que el pa¨ªs es su finca particular. Si ellos roban o transgreden, est¨¢ claro que hay barra libre y, por tanto, vale el fraude fiscal, cortar las autopistas o denunciar la falta de libertad desde un casopl¨®n en Waterloo.
Los polit¨®logos tratar¨¢n en las tertulias de explicar los resultados. Los televisivos tertulianos profesionales habr¨¢n encontrado un nuevo fil¨®n y nadie se acordar¨¢ del mejor analista: Gurb, siempre, claro est¨¢, que supere su comprensible aversi¨®n a visitarnos de nuevo.
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