25 a?os bebiendo en el Kronen
Jos¨¦ ?ngel Ma?as publica la secuela de la novela que le hizo famoso y que se convirti¨® en el retrato de una generaci¨®n caracterizada por la sensaci¨®n de acabamiento
Han pasado 25 a?os. Y el protagonista de Historias del Kronen, Carlos, ha cambiado mucho. Como todos. Como todo. Ahora es un tipo casi cincuent¨®n muy enfermo que ya no aguanta una fiesta m¨¢s. En la primera novela de Jos¨¦ ?ngel Ma?as (finalista del Nadal de 1994) Carlos y sus amigos desgastaban sus noches casi adolescentes en bares medio pijos de la zona de Francisco Silvela, en Madrid. Sin m¨¢s objetivo que quemar las horas y quemarse a s¨ª mismos, jug¨¢ndose la vida tontamente sin demasiado ¨¦nfasis ni demasiado motivo, casi encogi¨¦ndose de hombros.
La novela, escrita por un escritor veintea?ero y desconocido, que envi¨® el manuscrito a un premio tambi¨¦n sin mucho convencimiento y sin mucho ¨¦nfasis, catapult¨® al autor. Y el libro, reeditado recientemente por la editorial Bala Perdida, qued¨® como el retrato de la denominada Generaci¨®n X, la de la postmovida en Espa?a, caracterizada, entre otras cosas, por la sensaci¨®n de acabamiento, de que la historia hab¨ªa llegado a su fin y de que todo lo interesante lo hab¨ªan hecho ya los hermanos mayores, desde la llegada a la Luna a la Transici¨®n. Un vac¨ªo existencial que se dilu¨ªa bien en un whisky con coca-cola.
Ahora, 25 a?os despu¨¦s, Ma?as recupera a su personaje m¨¢s c¨¦lebre en La ¨²ltima juerga (editorial Algaida, premio Ateneo de Sevilla). Y su puesta a punto es amarga, con algo de venganza de Ma?as hacia su criatura: Carlos es un metepatas ego¨ªsta y descre¨ªdo que anda solo por la vida, separado de su pareja por una en¨¦sima infidelidad, sin hijos ni amigos ni m¨¢s afectos que el que se profesa ¨¦l a s¨ª mismo. Cuando se entera de que padece un c¨¢ncer de muy feo pron¨®stico contacta con un viejo colega de los tiempos del Kronen para correrse esa ¨²ltima juerga. Ma?as reconoce que el personaje es ¡°infame¡±. ¡°Esa es la gracia¡±, dice. Pero avisa de que no hay que tomar a este Carlos como ejemplo generacional de nada: ¡°No hay que generalizar. Es simplemente un personaje desagradable llevado con humor. Pens¨¦ que si trataba de hacer algo m¨¢s pretencioso me iba a estrellar. Yo no soy la voz de una generaci¨®n. Ni lo quise ser cuando escrib¨ª el Kronen ni ahora. Para eso que busquen a otro. Yo no sabr¨ªa¡±.
Con todo, considera que el esp¨ªritu que anim¨® los ochenta y los noventa, que para ¨¦l se funden en un mismo periodo, es muy diferente del que impera ahora, desde la crisis. Ni mejor ni peor, insiste: diferente: ¡°Entonces hab¨ªa un desinter¨¦s general por lo pol¨ªtico, lo que se denominaba cierta militancia del cinismo. Eso cambia en el 2008. Y con el 15-M. En el fondo, uno es m¨¢s hijo de su ¨¦poca que de sus padres¡±. Y a?ade, algo resignado, que uno hace con su ¨¦poca lo que puede.
El protagonista de La ¨²ltima juerga no encarna ya a nadie y bastante tiene con acabar de destruirse a s¨ª mismo. Pero, 25 a?os despu¨¦s, ?Queda algo de aquel nihilismo algo descafeinado? Eduardo Maura, de 38 a?os, es profesor de Filosof¨ªa en la Universidad Complutense, exdiputado por Podemos y autor del libro Los 90: euforia y miedo en la modernidad democr¨¢tica espa?ola. Al hablar de esta generaci¨®n, recuerda una frase de Alejandro Amen¨¢bar: ¡°Tenemos la libertad, pero no sabemos qu¨¦ hacer con ella¡±. Maura reconoce que el hedonismo sin medios puede definir aquellos a?os. Tambi¨¦n el haberse quedado en tierra de nadie, entre la generaci¨®n que conoci¨® el franquismo ¡ªy se perpetu¨® en el poder tras la llegada de la democracia¡ª y la del 15-M. Con todo, la cuesti¨®n no es tan simple: ¡°No hicieron pol¨ªtica, tal vez, pero s¨ª se la hicieron¡±, matiza Maura, que cita la guerra de Yugoslavia, la reestructuraci¨®n de Europa tras la ca¨ªda del muro o el nacimiento de la precariedad como ejemplos de hechos ¡ªhay muchos m¨¢s¡ª que se desarrollaron durante esos a?os y que condicionan el mundo de hoy.
Esa precariedad que afect¨® a todo alcanz¨® tambi¨¦n a ese grupo de escritores coet¨¢neos de Ma?as, ¨¦l incluido. El soci¨®logo Luis Mancha, autor del documental Generaci¨®n Kronen, sostiene que la ¨¦poca dorada de los escritores bien pagados por las editoriales, reconocidos por los lectores y santificados gracias a los suplementos culturales de la era preinternet acab¨® con ellos. O mejor dicho: mientras estaban ellos. La conocieron al principio, en su juventud, pero tuvieron que bajarse en marcha despu¨¦s, ya en su madurez. El mundo, efectivamente, estaba cambiando muy deprisa.
¡°Exist¨ªamos¡±
Luc¨ªa Etxebarr¨ªa, de 53 a?os, que acaba de publicar ¡ªautoedit¨¢ndose¡ª, Mujeres extraordinarias, coincide con Maura y cree que aquella ¨¦poca no era ni tan apol¨ªtica ni tan conformista como se la define muchas veces. ¡°En el 87 los estudiantes nos manifest¨¢bamos contra las tasas universitarias. Hoy las tasas cuestan mucho m¨¢s, y lo s¨¦ porque yo estudio en la universidad, y no veo a nadie manifest¨¢ndose por eso. Era poca la lucha, pero exist¨ªamos¡±. Y a?ade: ¡°En el libro de Ma?as, a quien respeto mucho, hab¨ªa mucho machismo en los personajes, mucha violencia impl¨ªcita hacia las mujeres. Y no era tan denunciable como ahora. En eso, indudablemente, hemos mejorado¡±.
Ajeno a estas teor¨ªas en torno a ¨¦l, el personaje de Ma?as, con el c¨¢ncer a cuestas, consume lo que le queda de vida en un s¨®rdido viaje por carreteras nacionales en direcci¨®n al sur. En esta huida hacia delante se esconde cierta grandeza, no buscada por el autor. ¡°Tal vez esta ¨²ltima juerga lo dignifique todo al final. A lo mejor es lo ¨²nico coherente de un tipo as¨ª¡¡±, dice Ma?as, aliviado tras liberarse de su personaje: ¡°Acab¨¦ harto del Kronen. Aunque s¨¦ que me morir¨¦ harto del Kronen¡±.
¡°La realidad que tienes enfrente¡±
Los llamaban los de la Generaci¨®n X, t¨¦rmino popularizado por el escritor canadiense Douglas Copland, que en 1991 public¨® una novela con ese t¨ªtulo. Ma?as no est¨¢ muy de acuerdo en que incluyeran a sus personajes en esa categor¨ªa: ¡°Copland hablaba de los desafortunados por la loter¨ªa generacional. Era gente que viv¨ªa en el desierto, sin muchas posibilidades.... Mis personajes no eran as¨ª¡±. A juicio de este escritor, el secreto del fulgurante ¨¦xito consisti¨® en la mirada: ¡°Eso del ¨¦xito s¨ª que es una loter¨ªa. Vi una realidad que ten¨ªamos enfrente. La gente iba a bares, todo el mundo iba a bares, pero nadie vio en ese momento que hab¨ªa una novela en los bares. Es realismo. Y el realismo tiene algo que te atrae¡±.
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