El testamento literario del enigm¨¢tico Crist¨®bal Serra
¡®El aire de los libros¡¯ re¨²ne los ¨²ltimos textos del inclasificable autor mallorqu¨ªn, guardados en un ba¨²l en su casa


La obra del escritor mallorqu¨ªn Crist¨®bal Serra (Palma, 1922-2012) no ofrece, dado su car¨¢cter fragmentario, facilidades para ser catalogada. El principal especialista en su trabajo, el profesor y cr¨ªtico literario Josep Maria Nadal Suau, define a Serra como ¡°el raro m¨¢s raro de todos los raros¡± escritores espa?oles, naturaleza que lo aboca a la categor¨ªa de autor ¨²nico. En vida public¨® una veintena de libros, pero su obra se hallaba incompleta. La Fundaci¨®n Banco de Santander ha rescatado del ba¨²l de documentos hallados en el piso de Serra en Palma una serie de textos y fragmentos que escribi¨® en los ¨²ltimos a?os de su vida sobre obras y autores que le obsesionaron, y los ha reunido en un volumen titulado El aire de los libros, un testamento literario que fue presentado ayer en Madrid.
El trabajo de Serra fue admirado por Pere Gimferrer, Octavio Paz, Juan Larrea, Jos¨¦ Bergam¨ªn, Joan Perucho, Enrique Vila-Matas o Rafael Conte, entre otros. Pero tambi¨¦n cuenta entre sus adeptos con escritores j¨®venes como Javier Sierra, Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo o Eduardo Ruiz Sosa. Irrumpi¨® en 1957 con P¨¦ndulo, un texto breve que Nadal Suau sit¨²a en una intersecci¨®n de Michaux y Kafka, al que siguieron, entre otros, el aleg¨®rico Viaje a Cotiledonia (1965) o, Diario de signos (1980), donde rememor¨® su juventud en Andratx.
Tradujo a Swift, a William Blake, a L¨¦on Bloy, a Melville, al citado Michaux o a Papini. Incluso a Lao Tse y a Chuang Tse. Hoy, sus vol¨²menes resultan dif¨ªciles de encontrar incluso en las librer¨ªas de lance.
El aire de los libros, publicado en la colecci¨®n Cuadernos de Obra Fundamental de la citada fundaci¨®n con un pr¨®logo de Nadal Suau, recorre con escolios algunas de las obras y autores que conformaron su biblioteca, pero, como previene el prologuista, no con ¨¢nimo de erudici¨®n cr¨ªtica, sino ¡°como una confesi¨®n personal¡±. El libro recupera algunos textos publicados de forma dispersa en revistas y peri¨®dicos, como tres aproximaciones al fil¨®sofo, te¨®logo y m¨ªstico Ramon Llull, o la lecci¨®n magistral que Serra pronunci¨® en su investidura como doctor honoris causa en la Universitat de les Illes Balears, en 2006, titulada Elogio de la sencillez.

En el cuadro identitario que traza el cr¨ªtico, Serra es una figura exc¨¦ntrica en la literatura espa?ola de la segunda mitad del siglo XX, investido de una aureola de autor de culto y sin acomodo en su canon coet¨¢neo. ¡°Era un cat¨®lico muy heterodoxo, que le¨ªa tanto a Jes¨²s como el Tao¡±, comenta Nadal Suau. Y a?ade: ¡°Un autor muy peculiar, extra?o, fragmentario, incalificable en su g¨¦nero, ingobernable para los editores. Rebelde (no conservador) y contradictorio, humorista y melanc¨®lico, sabio y m¨ªstico, con un fuerte esp¨ªritu mediterr¨¢neo. Era un avanzado a su ¨¦poca, de plena vigencia¡±.
Serra abord¨® en los breves ensayos ahora reunidos cuestiones exot¨¦ricas y esot¨¦ricas (el Apocalipsis, el Cor¨¢n, los c¨¢taros, el cristianismo, el ocultismo), su compleja relaci¨®n con la cultura jud¨ªa, as¨ª como sus percepciones (y sus tensiones) con obras de Dostoievski, Ionesco, Rimbaud, H?lderlin, Quevedo, Dickens o Juan Larrea. En el tr¨ªptico dedicado a Ram¨®n Llull, de acuerdo con el prologuista, Serra, ofrece ¡°una aproximaci¨®n erudita pero peculiar¡± sobre la que juzgaba ¡°figura impresionante a la par que incierta¡±, cuya ¡°aureola de ocultista no ha podido ser disipada¡±.

Aunque buena parte de las p¨¢ginas rezuman iron¨ªa, es en el apartado titulado Los cuadernos amarillos, donde el autor presenta una dimensi¨®n humor¨ªstica irrefrenable. Con todo, el texto que para Suau constituye ¡°la ¨²ltima gran p¨¢gina¡± de Serra es ese Elogio de la sencillez que cierra el volumen, donde se autorretrata.
Su timidez lo llev¨® a ser traductor antes que escritor, un traductor ¡°atrevido¡± que version¨® el libro del Tao sin saber chino, que escribi¨® ¡°siempre como un hombre com¨²n y no como un hombre de letras profesional¡±. Que huy¨® del estilo desbordante y prefiri¨® ¡°no hacer demasiado dispendio en palabras¡±. Que en su creaci¨®n se abri¨® a ¡°formas reconocidas o no reconocidas¡± (siguiendo el consejo de Kandinsky) y quien nunca prescindi¨® del raciocinio en sus piezas que ten¨ªan ecos surrealistas y dada¨ªstas.
Serra, como explica de s¨ª mismo en este texto, fue un escritor que busc¨® la salvaci¨®n en ¡°el trabajo in¨²til e inadvertido¡± y que mantuvo la convicci¨®n de que ¡°un artista no se mide por el ¨¦xito, por la difusi¨®n de su obra¡±, porque ¡°los solitarios, los aislados son los m¨¢s aut¨¦nticos comunicantes¡±.
Antimoderno
Uno de los cuantiosos ep¨ªtetos asignados a Crist¨®bal Serra, a quien Octavio Paz etiquet¨® como ermita?o, es el de antimoderno. El escritor sostuvo una visi¨®n pesimista del hombre y del progreso en una Mallorca que hab¨ªa entrado en una din¨¢mica que no compart¨ªa y que transfiguraba los modos y los paisajes de su infancia. Serra, explica Nadal Suau, estuvo muy vinculado al puerto de Andratx: "En los ¨²ltimos 40 a?os de su vida no quiso ir porque la construcci¨®n lo hab¨ªa transformado. Ese rechazo lo movi¨® a escribir Viaje a Cotiledonia". Esa "vocaci¨®n antimoderna", lo llev¨® tambi¨¦n a la escritura de El asno inveros¨ªmil, "una locura de libro". Serra desarroll¨® una "gran devoci¨®n" por el asno. Durante los a?os que vivi¨® en Valencia como estudiante de Filosof¨ªa y Letras, rescat¨® en una librer¨ªa de viejo inundada y llena de barro un libro titulado El asno ilustrado, de Manuel Lozano P¨¦rez Ramajo, publicado en 1837. Aquella lectura le abri¨® un fil¨®n reflexivo. Consideraba que sin el asno no hubiese existido ninguna civilizaci¨®n mediterr¨¢nea y que este animal sintetizaba el ritmo pausado del Mediterr¨¢neo. Incluso fund¨® una Hermandad del Asno, cuyo lema era "Sin reverencia al asno decae toda civilizaci¨®n, pierde esta su car¨¢cter sacro y se vuelve vertiginosa y alocada". Seg¨²n el profesor, contaba con ocho o diez miembros que quedaban para comer. Era simb¨®lico, y quiz¨¢ extravagante, pero en ello subyac¨ªa la actitud de resistencia a la aceleraci¨®n que lo estaba cambiando todo y agrietando los cimientos que sosten¨ªan su universo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
