La luna bajo la arena
La actriz N¨²ria Espert sigue descubriendo a Lorca y reivindic¨¢ndolo en los escenarios
N¨²ria Espert sigue girando Romancero gitano. ¡°Yo creo que llevamos 60 bolos¡±, me dice, ¡°contando las funciones americanas y las del Piccolo de Mil¨¢n. Nos quedan las tres semanas de Barcelona, en el Romea, las dos de M¨¢laga, y los fines de semana que seguir¨¢n hacia mayo o junio¡±. Y luego despliega su sonrisa gatuna: ¡°Lorca no se acaba nunca¡±. Gran verdad: no se acaba el poeta y no se acaba su obra en la boca y en los ojos de la actriz. No solo cuando recita: cuando habla de un poema ves a Lorca entero.
Le pregunto, por ejemplo, si el Romancero le ha dicho en estos retornos algo que no hubiera descubierto antes. Le salta un t¨ªtulo que en su voz suena como un conjuro: ¡°Thamar y Amn¨®n. Me di cuenta de que es un lenguaje tan extraordinario porque es misterioso y al mismo tiempo tan claro¡ Est¨¢ relatando algo que parece simb¨®lico y es una violaci¨®n entre dos hermanos, con una crudeza m¨¢s verdadera que cuando la vemos en una pel¨ªcula dolorosamente realista. Lo hab¨ªa recitado muy poco ante el p¨²blico. Necesitaba bajar al menos 200 pelda?os para ver d¨®nde est¨¢ ese hermano. Escucha ese primer plano: 'La luna gira en el cielo / bajo las tierras sin agua / mientras el verano siembra / rumores de tigre y llama'. Me hace ver esa luna bajo las tierras sin agua, como el teatro bajo la arena. ¡°Y estamos en el desierto, con un calor asfixiante¡±, sigue, casi al galope. ¡°La llama es el calor, pero el tigre son los sentimientos feroces que se despiertan en esa naturaleza¡±. A?ade: ¡°La violencia sacude a los dos hermanos. ?Se producen tantas cosas en sus poemas! En Prendimiento y muerte de Anto?ito el Camborio se agita el viento de una tragedia cl¨¢sica. Ves ese terrible asesinato dentro de una misma familia. Recuerdo estar zambullida en el Romancero y de pronto Pasqual dice, como una revelaci¨®n: 'Cerraremos con Grito hacia Roma, de Poeta en Nueva York'. Y ah¨ª me acerco por primera vez a esa catedral, y comienzan a brotar y a despejarse preguntas, a conocerle a ¨¦l, con un rostro que no mostr¨® demasiadas veces: el rostro del dolor y la rabia ante la injusticia y la escasa bondad, los ata¨²des sin cruces, las manos que forjan cadenas para los ni?os que han de venir¡ versos que te parec¨ªan oscuros de pronto se iluminan. Es muy diferente leerlo, s¨ª, que verlo vivo sobre el escenario¡±.
Le pregunto sobre lo mucho que queda por explorar de la obra de Lorca. ¡°Mucho, es cierto. Me gustar¨ªa hacer un espect¨¢culo con las gacelas y casidas de Div¨¢n de Tamarit. Lo que dec¨ªa: a veces lees a Lorca y crees haberlo entendido. Y cuando has de transmitirlo te das cuenta no solo de su profundidad, sino, sobre todo, que tu objetivo es conseguir que eso que te ha costado tanto no le cueste al p¨²blico. Mi triunfo es cuando al acabar una funci¨®n se te acerca alguien y te dice ¡®Gracias, me ha llegado como nunca".
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.