El timo de la respetabilidad
La preciosa banda sonora, la calidad de la producci¨®n y la presencia de McKellen y Mirren sostienen durante algunos minutos m¨¢s una pel¨ªcula que iba para notable, pero acaba descarrilando
Solo cabe una pregunta tras ver La gran mentira: c¨®mo puede tener una primera mitad tan interesante, bien trazada y narrada, y una segunda parte tan acad¨¦mica, ?o?a, caprichosa y desviada de lo que se ha ido formulando en la mitad inicial. La respuesta debe estar en The good liar, la novela de Nicholas Searle en la que se basa la pel¨ªcula, publicada en 2017, porque parece imposible que el adaptador del texto original, Jeffrey Hatcher, haya podido inventarse la sarta de sandeces que contiene ese trecho final.
LA GRAN MENTIRA
Direcci¨®n: Bill Condon.
Int¨¦rpretes: Helen Mirren, Ian McKellen, Russell Tovey, Jim Carter.
G¨¦nero: intriga. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 109 minutos.
Helen Mirren e Ian McKellen est¨¢n en ambas mitades, pero incluso en la segunda parecen menos carism¨¢ticos ante los derroteros que toman sus personajes en su regreso a la juventud, con unos flashbacks incomprensibles y un final pretendidamente sorpresa, que se ve venir en cuanto a la personalidad del mentiroso del t¨ªtulo y que resulta rid¨ªculamente indigerible por sus retru¨¦canos de conducta.
Elegantes en la puesta en escena de Bill Condon, y el¨ªpticos y misteriosos en su narraci¨®n y en cuanto a la relaci¨®n de sus dos protagonistas, los (alrededor de) 50 minutos iniciales hablan adem¨¢s de temas muy interesantes. Primero, las citas a ciegas de jubilados y personas mayores viudas, de elevada formaci¨®n cultural e intelectual, en busca de compa?¨ªa m¨¢s o menos sentimental o casual a trav¨¦s de p¨¢ginas de internet. Y segundo, la impostura de ciertas vidas, donde una falsa fachada de respetabilidad puede esconder la m¨¢s turbia de las intenciones.
Sin embargo, desde el viaje a Berl¨ªn y la llegada de los saltos atr¨¢s, las secuencias en recuerdo de la juventud de ambos, todo se desmadra hacia el rid¨ªculo. La preciosa banda sonora de Carter Burwell, la calidad de la producci¨®n y la presencia de McKellen y Mirren sostienen durante algunos minutos m¨¢s una pel¨ªcula que iba para notable, pero acaba descarrilando por su empe?o en tratar a la platea de idiota en un juego del gato y el rat¨®n no tanto con sus personajes como con el propio espectador. Puede que al novelista le apeteciera ser Patricia Highsmith, pero su historia tiene demasiados apuntes de literatura de aeropuerto y de novela hist¨®rica barata como para llegarle a la suela del zapato.
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