De los m¨ªtines anarquistas a servir en el restaurante favorito de los nazis en Par¨ªs
Entre las 300 piezas de la muestra hay 22 retratos y testimonios de exiliados y sus descendientes realizados por el artista Pierre Gonnord
Hablan en un franc¨¦s perfecto y un castellano vacilante. La primera lengua la aprendieron por obligaci¨®n, para integrarse en el pa¨ªs en el que viv¨ªan, y la segunda, por cari?o, para no olvidar las ra¨ªces de sus padres. Entre las 300 piezas de la exposici¨®n sobre el exilio republicano que acoge hasta el pr¨®ximo 31 de enero La Arquer¨ªa de Nuevos Ministerios (Madrid), hay 22 retratos y testimonios de exiliados y sus descendientes realizados por el artista Pierre Gonnord para representar al medio mill¨®n de espa?oles que tuvieron que abandonarlo todo para huir de Franco. "Nosotros perdimos mucho, pero otros pa¨ªses ganaron demasiado con ellos", explica la comisaria Carmen Fern¨¢ndez Ortiz. Esta es la experiencia de "los ¨²ltimos h¨¦roes de Espa?a", como los defini¨® este mi¨¦rcoles el ministro Jos¨¦ Luis ?balos al inaugurar la muestra junto al titular de Cultura, Jos¨¦ Guirao, y la de Justicia, coordinadora del proyecto. La exposici¨®n pretende, en palabras de Dolores Delgado, "sacar de la fosa de la desmemoria" el relato de los expatriados.?
Lina Arconada, camarera en el restaurante de los nazis
De Espa?a, Lina Arconada, de 93 a?os, recuerda acudir de peque?a con su madre, militante de la CNT, a los m¨ªtines del anarquista Durruti. Huy¨® a Francia con su familia al ganar Franco la Guerra Civil y ya no volvi¨® hasta 1983, para encontrarse con una prima. ¡°Seguramente ahora est¨¦n todos muertos. Es posible que tenga familia cerca de Valencia, de donde era mi madre, o en Valladolid, de donde era mi padre. No lo s¨¦. El tiempo, la historia, separ¨® a los seres queridos¡±. Gonnord la retrat¨® en su casa francesa junto a una silla vac¨ªa, la de su marido, Salvador, tambi¨¦n fallecido.
Su padre fue enviado al campo de concentraci¨®n de Argeles y ella, su hermana de cinco a?os y su madre, embarazada de ocho meses, a un peque?o pueblo llamado Marcillac-la Croisille. Como tantos ni?os del exilio, tuvo que hacerse adulta antes de tiempo, aprender otro idioma, trabajar en lo que hubiera. Primero fue limpiando casas, cuidando ni?os. Y finalmente, en el Par¨ªs ocupado por los alemanes, de camarera en un restaurante de post¨ªn al que se sentaba a comer cada d¨ªa ¡°la plana mayor¡± de los nazis. En medio del horror de su segunda guerra, encontr¨® en el teatro el amor -all¨ª conoci¨® a Salvador- y una vocaci¨®n. Porque junto a la imagen del restaurante en el que tuvo que servir comida a nazis, la exposici¨®n muestra un bell¨ªsimo retrato suyo en blanco y negro correspondiente a la ¨¦poca en la que participaba en obras de teatro en castellano y catal¨¢n con otros exiliados. "Yo quer¨ªa ser actriz".
?ngel Gallego Olivares, una muda y una maleta para inaugurar la libertad
En mayo de 1945, el pelot¨®n liderado por el sargento estadounidense Albert J. Kosiek llega al campo de concentraci¨®n de Mauthausen. Los presos se vuelven ¡°locos de alegr¨ªa¡± al verles. Son esqueletos andantes. Muchos de ellos est¨¢n desnudos. Junto a la libertad, los americanos les entregan una maleta con una muda dentro. V¨¦ronique Salau Olivares ha llevado la que recibi¨® su padre, ?ngel, a la exposici¨®n sobre el exilio. ¡°Era, en realidad, una maleta de transmisiones a la que hab¨ªan quitado los cables para meter dentro una camisa, una chaqueta y un pantal¨®n. Guardo una foto de mi padre con dos amigos suyos saliendo del campo. Los tres vestidos igual, con la maleta en la mano¡±. Uno de ellos muri¨® poco despu¨¦s. ¡°Mi padre lleg¨® de los primeros a Mauthausen, en 1940, y logr¨® sobrevivir porque era muy joven. Cuando estall¨® la Guerra Civil ten¨ªa solo 15 a?os¡±.
Como la mayor¨ªa de represaliados del franquismo, ?ngel no habl¨® a su hija del horror, ni quiso describirle nunca el infierno de Mauthausen, pero guard¨® aquella maleta que 74 a?os despu¨¦s abre una exposici¨®n inaugurada por tres ministros del Gobierno espa?ol y convirti¨® su casa en una continua reuni¨®n donde los exiliados compart¨ªan recuerdos y militancia. ¡°Volvimos una vez a Espa?a, cuando muri¨® Franco, pero mi padre ya no reconoc¨ªa el pa¨ªs que hab¨ªa dejado¡±.
Aurora Tejerina: "Enterramos a mi padre en el s¨®tano de casa"
Laurentino Tejerina Marcos era leon¨¦s y anarquista. No se resign¨® tras la victoria franquista y pas¨® a la resistencia clandestina. Durante a?os vivi¨® en el monte. Luego, escondido en el s¨®tano de su casa. ¡°All¨ª muri¨®, en 1942, de desesperaci¨®n¡±, relata su hija Aurora Tejerina en la exposici¨®n. Le enterraron all¨ª mismo, hasta que tres a?os m¨¢s tarde, en 1945, detuvieron a su hijo, que confes¨® lo ocurrido bajo tortura. ¡°Los polic¨ªas obligaron a desenterrar el cuerpo, pero el p¨¢rroco se neg¨® a enterrarlo en el cementerio por hereje as¨ª que termin¨® en una sacrist¨ªa semiderruida¡±, recuerda. Su madre hab¨ªa salido en 1939 desde Asturias en el ¨²ltimo barco con exiliados rumbo a Francia. ¡°No nos abandon¨®, pero tuvo que huir. Nos quedamos los cuatro hermanos en casa de nuestros t¨ªos. Yo fui a Francia en 1950, con 22 a?os, y ah¨ª nos reencontramos. Unas vidas destrozadas¡±.
A sus 91 a?os a¨²n recuerda c¨®mo los padres le dec¨ªan a sus hijas: ¡°?No juegues con Aurora que es roja, mora y jud¨ªa!¡±. Pese al dolor, nunca renunci¨® a sus ideales, que transmiti¨® a su propia familia, como explica su hija, Rosina Arroyo Tejerina. "Ella me entreg¨® todos sus ideales. Hablaba siempre de mi abuelo,? del que estaba muy orgullosa, y hasta el a?o pasado, que enferm¨®, hemos ido juntas a much¨ªsimas manifestaciones. Soy feminista, como ella, y se lo he transmitido a mi hijo y ahora a mi nieto¡±. Rosina, de 72 a?os, lamenta que en Espa?a no todos conozcan ejemplos como el de su abuelo porque sus familias callaron por miedo.
Jes¨²s Pino, esperando a la muerte del verdugo para volver
¡°Mi padre no me hablaba de la guerra, pero segu¨ªa militando en la CNT, por casa ven¨ªan muchos exiliados y yo o¨ªa cosas que fui entendiendo con los a?os¡±, recuerda Ram¨®n Pino, que ahora tiene 72. Por ejemplo, hablaban mucho de Franco, pero nunca le llamaban por su nombre. ¡°Le dec¨ªan ¡®el verdugo¡¯ o ¡® el asesino¡±. Fue oyendo a otros c¨®mo Ram¨®n se enter¨® de que su padre hab¨ªa resultado herido en la batalla del Ebro luchado contra Franco. Tras huir a Francia, Jes¨²s Pino fue recluido en un campo de concentraci¨®n del que lo rescataron para enviarlo a un campo de trabajo donde ayud¨® a construir una presa. Al salir conoci¨® a su mujer, otra exiliada espa?ola hija de militantes de la CNT. Su idea era volver a Espa?a, hasta que vieron que "el verdugo" iba a aguantar m¨¢s de lo que pensaban en un principio. ¡°Cuando se dieron cuenta de que iba para largo, pidieron la nacionalidad francesa, y una vez que la tuvieron, viajamos a Espa?a para que yo conociera a mi abuela. Era 1956 y me sorprendi¨® much¨ªsimo la pobreza. Recuerdo que iba por la calle comiendo un bocadillo en Barcelona y un ni?o me pidi¨® un poco de pan. Eso no me hab¨ªa pasado nunca en Francia¡±, relata Ram¨®n. ¡°Mi abuelo nunca volvi¨®. Dec¨ªa que solo regresar¨ªa cuando muriera Franco, pero ¨¦l falleci¨® dos a?os antes que el dictador. Yo estoy jubilado pero sigo militando en la Federaci¨®n Anarquista Francesa. El esp¨ªritu libertario nos viene de familia¡±.
Un secreto en una carta de diez folios
Philippe Gaussot (Belfort, Francia, 1911) nunca habl¨® a su familia de la Guerra Civil. Antes de morir, en 1977, dej¨® escrita una carta de diez folios, con tres copias para sus dos hijos y su mujer, en la que les contaba c¨®mo hab¨ªa sido su vida antes de ellos. En 1937, se hab¨ªa unido al Comit¨¦ Nacional Cat¨®lico de Ayuda a los Vascos. Al final de la Guerra Civil, hab¨ªa cruzado la frontera para abastecer a los republicanos. En 1939, regres¨® con un cami¨®n cargado de ni?os y mujeres. En una maleta, que casi desaparece en un traslado, Gaussot hab¨ªa dejado tambi¨¦n decenas de fotos y negativos que retrataban las colonias infantiles y la vida en los campos de la retirada.
Al estallar la segunda Guerra Mundial, Gaussot no pudo ser movilizado por problemas de salud, pero particip¨® activamente en la resistencia contra los nazis y se alist¨® en las Fuerzas Francesas del Interior.? Su hijo, Jean Philipe, recorr¨ªa este mi¨¦rcoles con emoci¨®n la exposici¨®n que exhibe el material in¨¦dito que dej¨® su padre. "No s¨¦ por qu¨¦ nunca nos habl¨® de ello. Era una persona muy modesta".
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