El Nobel al que sentaron lejos del rey
Tras la entrega de los premios, Olga Tokarczuk cena junto al monarca sueco, mientras que el cuestionado Peter Handke es colocado a diez sillas de distancia
La medalla del Nobel representa a un joven, sentado bajo un laurel, que escucha y transcribe, embelesado, la canci¨®n de la Musa. La inscripci¨®n, en lat¨ªn, reza: ¡°Es beneficioso haber mejorado la vida a trav¨¦s de las artes descubiertas¡±. Pues hay quien cree que Peter Handke, laureado con el de Literatura 2019, no ha mejorado la vida en la Tierra, a tenor de al menos 500 personas que, en un gesto pr¨¢cticamente in¨¦dito en la historia de los Nobel, protestaron ayer en Estocolmo durante la ceremonia de entrega y el posterior banquete de gala por un galard¨®n a quien consideran que mantuvo una postura proserbia y revisionista durante la guerra de Yugoslavia.
¡°Disc¨²lpese por las v¨ªctimas de Srebrenica hoy¡±; ¡°No un Nobel a las fake news¡± rezaban dos de las pancartas, la primera de dimensiones notables de amarillo chill¨®n y con el rostro del escritor, que portaban apenas media docena de personas casi una hora antes del inicio de la gala de entrega en el Konserthuset, la sala de conciertos que desde 1926 la acoge la entrega de los Nobel. Eran tan pocos como el cuarteto que ondeaba dos banderas polacas, una de ellas coronada con una fotograf¨ªa de Olga Tokarczuk, la 15? mujer laureada con el Nobel de Literatura, reconocida en esta edici¨®n por la suspensi¨®n de la convocatoria en 2017 tras el esc¨¢ndalo sexual que estall¨® en el seno de la Academia Sueca.
Dif¨ªcil que ni Handke ni los otros premiados les vieran porque la plaza estaba acordonada por la polic¨ªa desde primeras horas de la ma?ana, cuando ya por una puerta lateral del edificio iban entrando los galardonados, como el japon¨¦s Akira Yoshino, Nobel de Qu¨ªmica por las bater¨ªas de litio, que lo hac¨ªa casi seis horas antes de un acto que se liquid¨® con prontitud. En apenas hora y cuarto, fueron desfilando los 14 galardonados, rapidez favorecida porque categor¨ªas como las de F¨ªsica se concentraban en tres personas (James Peebles, Michael Mayor y Didier Queloz), de las que interven¨ªa uno solo.
Ante la presencia de la familia real sueca, encabezada por el rey Carlos Gustavo XVI, (casi tan hier¨¢ticos como el busto de Alfred Nobel, punto focal del escenario), llamaron la atenci¨®n las palabras introductorias del presidente de la Fundaci¨®n Nobel, Carl-Henrick Heldin, que habl¨® de ¡°la proliferaci¨®n de l¨ªderes pol¨ªticos que niegan los hechos¡± y del ¡°crecimiento del pensamiento irracional, de opiniones extremas¡± que ¡°ganan terreno al pensamiento racional y al consenso siempre necesario¡±. Y lo remat¨® con una referencia indirecta a Greta Thunberg (una best-seller en Suecia), al asegurar que cuando la gente joven se pone de pie, "merecen nuestro apoyo¡±. De la entrega, destacable tambi¨¦n la intensidad de los aplausos a Tokarczuk, menos intensos cuando le toc¨® el turno a su colega Handke.
A apenas cinco calles de donde se pronunciaban esas palabras, a unos 750 metros, en la plaza Norrmalmstorg, eran ya cerca de medio millar los congregados en la manifestaci¨®n de protesta por la concesi¨®n del Nobel a Handke. Con banderas bosnias, otros con brazaletes blancos como los que los serbios de Bosnia obligaban a llevar a los no-serbios en 1992 y muchos con carteles (uno de ellos, con una caricatura del escritor haciendo de portero ante una red que era una alambrada con prisioneros detr¨¢s, jugando con su novela El miedo del portero al penalti) escucharon, entre otros, a dos madres supervivientes de Srebrenica o a Ernada Osmic, refugiada bosnia que lleg¨® a Suecia en 1995. Y lamentaron la empat¨ªa del escritor con Milosevic y deploraron la decisi¨®n de la Academia Sueca.
Los asistentes protestaban a cinco grados bajo cero porque hasta la climatolog¨ªa, al final, intent¨® mantener el statu quo y ayer la nieve espolvore¨® la ciudad. En l¨ªnea con la tradici¨®n y en claro contraste t¨¦rmico, se celebr¨® el tradicional banquete en el Sal¨®n Azul del Ayuntamiento (Stadhuset), con 1.300 invitados de rigurosa etiqueta y un men¨² que buscaba aunar voluntad ecol¨®gica con comida estacional, aprovechando al m¨¢ximo los alimentos para no derrocharlos. En la mesa de honor, sin embargo, el protocolo sueco hil¨® fino: Tokarczuk estuvo a la izquierda del monarca y Handke, por el contrario, acab¨® diez sillas m¨¢s all¨¢ y en el lado de la mesa de la reina, junto a un miembro neutral: la esposa de un diplom¨¢tico suizo.
¡°Al darme el premio sent¨ª tanta paz como energ¨ªa; pero se volvi¨® dif¨ªcil por todos estos ataques¡±, asegur¨® Handke, en unas declaraciones excepcionales ¡ªpor su voluntad de posponer las entrevistas, al menos a medios occidentales¡ª a la emisora serbobosnia RTRS. Tan excepcional como los Nobel de 2019.
Babelia
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