?Qu¨¦ fr¨ªo! En la pantalla y fuera de ella
El director te hace sentir la nieve y el hambre que rodean a tanta alma en pena
Est¨¢ claro que para un p¨²blico multitudinario la llegada de El ascenso de Skywalker no solo supone el estreno de la semana sino del a?o, el supremo regalo de los Reyes Magos, la dudosa despedida del mes¨ªas, ya que es problem¨¢tico que Disney cierre la saga gal¨¢ctica ante la evidencia de que ha sido uno de los mayores negocios de la historia del cine y del merchandising. En mi caso, ya que debo de ser un marciano aut¨¦ntico y nada ¨¦pico, la pereza y el mareo que me provocan tener que tragarme cada nuevo episodio de la saga (solo disfrut¨¦ con La guerra de las galaxias, El imperio contraataca y El retorno del Jedi) me resultan insuperables. Por ello, celebro algo tan enfermizo como que el d¨ªa que programan el pase previo, el rugido de mis pulmones y el term¨®metro me exijan quedarme arropado en casa, ignorando felizmente c¨®mo han resuelto el desenlace.
UNA GRAN MUJER
Direcci¨®n: Kantemir Balagov.
Int¨¦rpretes: Viktoria Miroshnichenko, Vasilisa Perelygina, Andrey Bykov, Igor Shirokov.
G¨¦nero: drama. Rusia, 2019.
Duraci¨®n: 130 minutos.
Recuperado del susto y del resfriado, la opci¨®n que me queda es la pel¨ªcula rusa Una gran mujer. La dirige Kantemir Balagov, un tipo muy joven que ha sido bendecido con las dos obras que ha realizado por el festival de Cannes en la secci¨®n Una cierta mirada. No estoy especializado en el muy prestigioso cine ruso. Le debo la casi fija visita de Morfeo cada vez que sufro en los festivales el cine de Alexander Sokurov, Aleks¨¦i German, Sergei Loznitsa y dem¨¢s maestros. Mi sensibilidad es nula ante esos universos presuntamente fascinantes. El ¨²ltimo director ruso que me apasion¨® en algunas ocasiones, como en la preciosa Ojos negros, fue Nikita Mijalkov.
El t¨ªtulo original de Una gran mujer es Jirafa. Mi concepci¨®n es distinta ante ambas definiciones. La rubia y alt¨ªsima jirafa es una superviviente de la guerra contra los nazis que tras ser empapada por el espanto ha quedado perturbada hasta el enloquecimiento. Ayuda como enfermera en una cl¨ªnica para excombatientes tullidos en el cuerpo y en el alma, suplicando algunos de ellos algo tan piadoso como la eutanasia. Tambi¨¦n cuida del ni?o de su amiga (?y algo m¨¢s?) del alma, una soldado que consigui¨® llegar a la toma de Berl¨ªn a costa que quedar irreparablemente averiada. Y pasar¨¢n muchas cosas desoladoras en su reencuentro. Tambi¨¦n con los machos que se encuentran en su angustioso camino.
Transcurre en Leningrado. En el mes de diciembre. La primera vez que estuve en esa bell¨ªsima ciudad, hace montones de a?os, tambi¨¦n era diciembre. Y el director te hace sentir el fr¨ªo, la nieve, el barro y el hambre que rodean a tanta alma en pena. La ambientaci¨®n es cre¨ªble y en alg¨²n momento me afecta la intensidad psicol¨®gica del director retratando a esas personas acorraladas. Pero el ambiente helado de San Petersburgo (su nombre original y afortunadamente devuelto) empiezo a sentirlo en mi anatom¨ªa en la sala de cine donde me pasan Una gran mujer. Estoy solo en ella y al poco tiempo me percato de que la militancia ecologista del encargado del cine o su nada intencionado olvido ha prescindido de poner la calefacci¨®n en la sala. Y en plan esquimal me arropo con el abrigo y la bufanda, pero me falta un gorro polar y una manta zamorana. Y empiezo a desconectar de lo que veo y escucho en la pantalla, que tampoco es apasionante, deseando que la tortura acabe cuanto antes, sin importarme el destino de las protagonistas. Pero tengo la sensaci¨®n de que se prolonga hasta el infinito.
Babelia
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