Alfredo Jaar: ¡°Todo arte es pol¨ªtico¡±
25 a?os despu¨¦s del genocidio de Ruanda, el autor retoma uno de sus proyectos. Un ataque frontal a la indiferencia de occidente ante una masacre, que resuena con fuerza.
Un mill¨®n de diapositivas se amontonan sobre una mesa de luz. Al observarlas con una lupa, dispuesta para el espectador, uno se percata de que se trata de la misma imagen repetida un mill¨®n de veces. Son los ojos de un ni?o tutsi de cinco a?os, Nduwayezu, a quien Alfredo Jaar (Santiago de Chile, 1956) fotografi¨® mirando directamente a su c¨¢mara. Lo encontr¨® sentado en las escaleras de un colegio improvisado en un campo de refugiados en Rubavu, Ruanda. Testigo de c¨®mo sus padres fueron masacrados con un machete enmudeci¨® durante cuatro semanas.
Bajo el t¨ªtulo The Silence of Nduwayezu (1997), la obra se erige como pieza principal de la exposici¨®n Alfredo Jaar: 25 Years Later, y se exhibe en la Goodman Gallery de Londres. La muestra est¨¢ compuesta por siete instalaciones, seis pertenecientes a uno de los proyectos m¨¢s conocidos del artista chileno, The Rwanda Project, 1994-2000. Se trata de una conmemoraci¨®n del genocidio ocurrido 1994, instigado por el r¨¦gimen hutu del presidente Habyarimana: durante cien d¨ªas murieron al menos 800.000 personas, mayormente pertenecientes a la minor¨ªa tutsi, pero tambi¨¦n perecieron hutus moderados y opositores al r¨¦gimen del Frente Patri¨®tico Ruand¨¦s. La ONU y el resto de los actores internacionales dejaron el pa¨ªs a su suerte.
La historia de Nduwayezu est¨¢ narrada en una l¨ªnea de luz situada antes de entrar en una sala donde uno se enfrenta con la enorme mesa de 6 x 8 metros cubierta de im¨¢genes. Se crea un equilibrio entre la informaci¨®n que ofrece el texto y la poes¨ªa de ver estos ojos repetidos un mill¨®n de veces. ¡°Esos ojos que vieron lo que nosotros no pudimos ver¡±, apunta el artista durante una conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°El mill¨®n de diapositivas es una met¨¢fora simb¨®lica para representar a los muertos en Ruanda.¡± El artista lleg¨® a Ruanda a principio de agosto de 1994. ¡°El genocidio ya estaba acabando. Yo estaba bien informado sobre los acontecimientos, y viendo que el mundo no reaccionaba, en un momento de rabia decid¨ª partir a ser testigo de esta barbarie y expresar mi solidaridad con el pueblo ruand¨¦s¡±. Tras varios intentos fallidos por conseguir un visado consigui¨® uno a trav¨¦s de la ONU, asumiendo su propia responsabilidad ante todo lo que le pudiera ocurrir. ¡°Durante tres semanas investigu¨¦ como si fuera un periodista - de hecho, soy un periodista frustrado-. Recopil¨¦ una cantidad enorme de informaci¨®n y m¨¢s de tres mil quinientas fotograf¨ªas con una peque?a Canon, una c¨¢mara rid¨ªcula comparada con las que llevaban los fotoperiodistas. Yo prefer¨ªa estar conversando con los empleados de la ONU y con los sobrevivientes que estar sacando fotos. Llevaba tiempo en vez de tecnolog¨ªa¡±, recuerda.
Regres¨® a Nueva York, donde lleva instalado desde 1982. Dispuesto a trabajar con ¡°las im¨¢genes m¨¢s horribles que he visto en mi vida tuve un bloqueo psicol¨®gico. No supe qu¨¦ hacer durante un buen tiempo. Me di cuenta de que no serv¨ªa para nada mostrar im¨¢genes que eran muy similares a las que hab¨ªan sido publicadas en la prensa. Ten¨ªa que cambiar de lenguaje, crear una nueva estrategia de representaci¨®n¡±, cuenta. ¡°Termin¨¦ creando 25 proyectos en seis a?os. Mi experiencia en Ruanda me cambi¨® la vida. Me sent¨ª avergonzado como ser humano al ver la crueldad humana en esa dimensi¨®n. Uno se quiere suicidar. Me cur¨® el arte. Mi fotograf¨ªa, que era m¨¢s espontanea, se volvi¨® m¨¢s cr¨ªtica y cuestionadora¡±.
El artista que se dio a conocer en Chile, con Estudios sobre la felicidad (1975), una serie de fotograf¨ªas y encuestas donde manifestaba el posible estado de ¨¢nimo de la poblaci¨®n durante la dictadura de Augusto Pinochet. ¡°?Es usted feliz?¡±, preguntaba un texto an¨®nimo escrito en carteles, ubicados en distintos lugares de la ciudad de Santiago de Chile, compitiendo con la publicidad de productos de consumo. Desde entones no ha dejado de apuntar aquellas cuestiones inc¨®modas que agitan la consciencia del espectador, a trav¨¦s de sus instalaciones. Gold in the Morning, un viaje al infierno de las minas de oro en Sierra Pelada, Brasil, consolid¨® su prestigio de autor en la Bienal de Venecia de 1986. Entre sus obras m¨¢s destacadas se encuentra The Sound of Silence, valorada como una de las obras m¨¢s influyentes del arte contempor¨¢neo en las ¨²ltimas d¨¦cadas, donde analiza el poder de la imagen y sus efectos. Considera que el arte y los espacios de la cultura son ¡°los ¨²ltimos lugares¡± de libertad en nuestra sociedad.? Desde all¨ª, motivado por la curiosidad, despliega su obra como un acto de resistencia. ¡°Soy artista porque no entiendo el mundo¡±, afirma.
Cada ma?ana se dedica a analizar con detalle la prensa buscando a qu¨¦ conflicto responder. ¡°Estudi¨¦ arquitectura, de ah¨ª que mi racionalidad me lleva a buscar un equilibrio entre la informaci¨®n y la poes¨ªa.¡± La primera pieza de la muestra, Sin t¨ªtulo (Newsweek) (1994), se compone de 17 portadas (del 11 de abril al 1 de agosto) de la revista americana. Montadas sobre cajas de luz y colocadas en orden cronol¨®gico van acompa?adas de un texto donde Jaar relata lo que estaba ocurriendo en ese momento en Ruanda. ¡°Muestro la indiferencia criminal¡±, destaca el autor, ¡°c¨®mo se ignora la muerte de casi un mill¨®n de personas durante 17 semanas. Es una obra que se enfrenta al periodismo actual de una manera frontal¡±. No fue hasta el 1 de agosto cuando la publicaci¨®n dedic¨® su primera portada al genocidio.
¡°El arte no transforma las cosas de manera directa e inmediata, pero s¨ª crea modelos de pensar el mundo¡±, se?ala Jaar. ¡°Cuando tienen ¨¦xito, se introducen en la sociedad y producen cambios. Aunque es verdad que, dadas las condiciones de estos tiempos oscuros donde soplan vientos de fascismo, la situaci¨®n se ha vuelto muy compleja¡±. La muestra incluye tambi¨¦n una obra actual, And Yet (2019), basada en un poema de la poetisa Anna Akhmatova. ¡°Refleja un estado de ¨¢nimo de absoluta tristeza con el que me siento muy identificado. Y sirve como una buena introducci¨®n a lo que ocurri¨® con Ruanda. Es una protesta ante la realidad a la que nos enfrentamos, ante la cual hay que responder con responsabilidad. Hay que seguir viviendo y actuando en el mundo¡±.
Rechaza la etiqueta de artista pol¨ªtico. ¡°Todo arte es pol¨ªtico¡±, afirma. ¡°Es un t¨¦rmino conveniente para algunos, para aislarnos, para controlarnos. Es imposible crear una obra que no contenga una concepci¨®n del mundo, que no reaccione al contexto o realidad que nos toca vivir. Por lo tanto, toda creaci¨®n tiene una dimensi¨®n pol¨ªtica, por lo que no tiene sentido, dentro del mundo del arte, hablar de artistas que hacen pol¨ªtica, o no. Hay obras donde prima el aspecto est¨¦tico, donde no hay una dimensi¨®n cr¨ªtica. A eso lo llamamos decoraci¨®n¡±.
La ¨¦tica de la representaci¨®n, la pol¨ªtica de las im¨¢genes, es un tema que siempre le ha interesado. ¡°Desde ni?os nos ense?an a leer, pero nadie nos ense?a a ver. No hay una cultura de estudio de lo visual y eso es fundamental¡±, destaca. ¡°Cuando el ni?o sale a la calle est¨¢ rodeado de im¨¢genes que tratan de instalar modelos de ver el mundo. No son inocentes y nadie nos ha ense?ado a traducirlas. Las redes sociales no han hecho m¨¢s que complicar esta situaci¨®n. Anestesiados por una sobredosis visual, las im¨¢genes que tratan de comunicar algo importante se ahogan en un mar de consumismo. Ya no se sabe cu¨¢l es la realidad, lo verdadero, lo exacto. A esto lo llaman la posverdad y es una situaci¨®n dram¨¢tica, de confusi¨®n, con una neblina medi¨¢tica que complica much¨ªsimo m¨¢s las cosas. Vivimos un momento sin precedentes y a¨²n no hemos creado los modelos necesarios para enfrentar esta realidad¡±.
Six seconds (2000) muestra una caja de luz donde se ve una chica de espaldas desenfocada. ¡°La vi en un campo de refugiados. Estaba realmente mal no pod¨ªa hablar. La hice una pregunta. Me mir¨® y se fue. Saqu¨¦ la foto r¨¢pido, sin mirar¡±, recuerda. ¡°Mientras realizaba los otros proyectos, estuve observando la imagen. Me impresionaba mucho, pero pensaba que no pod¨ªa usar una imagen fuera de foco¡±. Finalmente, decidi¨® que ¡°la imagen era quiz¨¢s, la m¨¢s importante del proyecto. Descubr¨ª que uno no se puede penetrar la realidad de otra persona y cont¨¢rsela a una tercera. Una dificultad enorme que no se supera como artista. As¨ª, descubr¨ª que todo lo que hago, o hice, sobre Ruanda esta forzosamente fuera de foco¡±.
Una selecci¨®n de im¨¢genes de la exposici¨®n seleccionados en esta fotogaler¨ªa.
Alfredo Jaar: 25 Years Later. Goodman Gallery. Londres. Hasta el 11 de enero.
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