Julio Ram¨®n Ribeyro tambi¨¦n dibujaba
A los 25 a?os de su muerte, un libro recupera pinturas y apuntes in¨¦ditos del peruano
Alguien critica el paisaje des¨¦rtico de la costa peruana. A m¨ª en cambio me fascina. En una cuartilla amarillenta, bajo su letra gruesa y marr¨®n, Julio Ram¨®n Ribeyro esboza dunas naranjas y cielos azules. En diciembre de 1994 mor¨ªa en Lima el genial cuentista peruano. Ahora, un libro recupera una de sus aficiones menos conocidas: las pinturas. Un centenar de cuadros, bocetos, dibujos de gentes y paisajes que acompa?an otras tantas notas in¨¦ditas ¡ªy que permiten al lector encarar la obra de Ribeyro desde otra perspectiva¡ª?componen Dibujos y notas (1978-1992), que el peruano Grupo Editorial Cosas presenta cuando se cumplen 25 a?os de la muerte del genial autor.
¡°Lo visitaba cuando estaba en Par¨ªs, y recuerdo una bater¨ªa de dibujos que ten¨ªa en su estudio: acuarelas, pinturas, planos..¡±, rememora Claudio de la Puente, embajador peruano en Espa?a y sobrino (y ahijado) de Ribeyro. ¡°Eso demuestra que su sensibilidad va m¨¢s all¨¢ de su literatura: complementa su visi¨®n con iron¨ªa y humor. Solo hay que leer algunos de los comentarios que hace a otros escritores, parece que estemos leyendo sus Prosas ap¨¢tridas¡±.
En efecto, los dibujos de Ribeyro est¨¢n llenos de acotaciones, postillas y comentarios que parecen sacados de esa obra magna mezcla de diario, aforismo y ensayo que son sus Prosas ap¨¢tridas. ?Qu¨¦ viejo pesado!, se lee en una portada de La guerra y la Paz que dibuja a l¨¢piz Ribeyro, sobre la regia efigie de un barbudo Tolstoi de ce?o fruncido.
Ribeyr¨®logo confeso, el embajador contextualiza la importancia del escritor: ¡°A principios de los cincuenta Ribeyro escribe en un art¨ªculo de El Comercio que Lima es una ciudad sin novela, y denuncia que no existe una visi¨®n hol¨ªstica de la capital¡±. Todo cambiar¨ªa a partir de esa d¨¦cada con la irrupci¨®n de la conocida como Generaci¨®n de los 50: Luis Loayza, Enrique Congrains, Carlos Germ¨¢n Belli¡ poetas y narradores que captan ese momento de migraci¨®n del campo a la capital y de surgimiento de la clase media peruana. ¡°Ribeyro se dedicar¨¢ a rescatar para la literatura a los despose¨ªdos¡±, explica De la Puente. A rescatar a los, como dice en el pr¨®logo La palabra del mudo (la antolog¨ªa de sus cuentos), ¡°excluidos del fest¨ªn de la vida¡±. Ribeyro se convirti¨®, en palabras del que quiz¨¢ pase por ser el mejor cuentista de la siguiente generaci¨®n, el nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez, en ¡°un cuentista ¨²nico, que hizo del cuento un arte ¨²nico y vive en un lugar ¨²nico: en lo alto de la colina de la excelencia¡±.
Las cuatro viejitas centenarias, del brazo, con sus abrigos de piel, me cruzo nuevamente con ellas, dice bajo el dibujo de cuatro mujeres de espaldas. De lo entra?able pasa al drama:?La Dama esquel¨¦tica: no sufre de SIDA, de c¨¢ncer, de tuberculosis u otra grave enfermedad de naturaleza infecciosa (¡) sufre de anorexia , es decir, del rechazo de toda forma de alimento, explica bajo el fino dibujo de una mujer con la que se cruza en el hospital.
¡°Es un libro-objeto que respeta al autor, que mantiene su esp¨ªritu pero que a la vez nos permite meternos en su mente¡±, resume Julio Ram¨®n Ribeyro hijo, que estuvo implicado desde el comienzo en la publicaci¨®n del libro de dibujos y notas. ¡°Muchas veces los apuntes que acompa?an a los dibujos son apuntes no pensados para ser publicados, por eso ofrecen una visi¨®n ¨²nica de su intimidad y de su forma de pensar¡±.
Comentarios, como destaca Ribeyro hijo, en los que sobresale ¡°su sentido del humor ¨²nico¡±. Aunque tambi¨¦n hay apuntes m¨¢s oscuros. Una muestra son sus dibujos dedicados a la isla de Capri: al lado de una estampa luminosa, de vivos colores ¡ªHe bebido poco, solo una botella de whisky en todos estos d¨ªas (mezclada con agua, o naranjada, o Coca-Cola), pues los vinos italianos me resultaron insoportables, escribe sobre el paisaje¡ª, el libro coloca otra posterior: Mirar bien, mirar bien todo lo que rodea. Pues no lo volver¨¢s a ver m¨¢s. Presentimiento de que jam¨¢s regresar¨¦ a Capri. ?Para qu¨¦, me pregunto, adem¨¢s?, anota sobre un paisaje esta vez negro, techado con nubes oscuras.
¡°Solo puedo estar satisfecho¡± confiesa su hijo. ¡°Me pregunto si ¨¦l se imaginar¨ªa que 25 a?os despu¨¦s de su muerte estar¨ªamos celebrando y recordando su obra de esta manera¡±, dice, y recuerda que la obra del autor de La tentaci¨®n del fracaso (quiz¨¢ su obra maestra) cada vez se traduce m¨¢s. Hay traducciones al ¨¢rabe, al ingl¨¦s. El a?o pasado se tradujo al polaco. ¡°Me pregunto si se imaginar¨ªa esto cuando estaba en esos caf¨¦s miserables, en esas miserables habitaciones de hotel¡±, apostilla. ¡°Si so?ar¨ªa entonces con la vigencia de su obra¡±.
Alegor¨ªa de la frustraci¨®n
Antonio Mu?oz Molina se?ala, hablando de Ribeyro, ¡°el tono murmurado de su estilo¡±. Todo ¨¦l, su semblante, sus gestos, estaba marcado por la mudez o el silencio. En Espa?a, en torno a 1994, el tiempo de su muerte, se publicaron sus cuentos completos. Carlos Brarral no lo acogi¨® en el boom porque su editorial no publicaba cuentos. En 1966 Mario Vargas Llosa hab¨ªa dicho de ese tono de Ribeyro: ¡°Todos sus cuentos y novelas son fragmentos de una sola alegor¨ªa sobre la frustraci¨®n fundamental de ser peruano: frustraci¨®n social, individual, cultural, psicol¨®gica y sexual¡±. Alegor¨ªa de la literatura peruana del siglo XX, partiendo del propio Vargas Llosa hasta Blanca Varela, de Arguedas a Bryce Echenique, que festeja ¡°d¨¢ndole pena a la tristeza¡±. De Bryce son algunas historias sobre Ribeyro. Estas las cont¨® en la FIL de Guadalajara, M¨¦xico, tras la muerte de su amigo. Enfermo de c¨¢ncer en un hospital de Par¨ªs, Ribeyro observ¨® que a los enfermos que sub¨ªan de peso los trasladaban a mejores salas y se llen¨® su ropa de vajillas completas. El primer libro de Ribeyro aparecido en Francia ten¨ªa en la portada la fotograf¨ªa del brasile?o Joao Ubaldo Ribeyro¡ ¡°Celebramos tanto el nacimiento de su hijo que acabamos de brindar cuando el ni?o ya hab¨ªa sido bautizado¡±.
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