ECM, la ingenier¨ªa alemana del sonido
El sello de jazz y cl¨¢sica fundado por Manfred Eicher cumple 50 a?os de compromiso con la independencia art¨ªstica, el dise?o y la calidad del sonido
Este ten¨ªa que ser el gran a?o del legendario productor discogr¨¢fico alem¨¢n Manfred Eicher (Lindau, 1943), fundador hace medio siglo de ECM, uno de los sellos independientes eu??ropeos m¨¢s refinados e influyentes de su tiempo. Pero en febrero sufri¨® lo que ¨¦l, hombre fieramente reservado, llama ¡°un problema de salud¡±. Como ser¨ªa osado deslizar un diagn¨®stico, nos quedaremos en los s¨ªntomas, como una cierta dificultad en el habla que no ha afectado a su vehemencia. Perfeccionista y meticuloso, su paciencia se agota cuando no logra dar con las palabras exactas durante un t¨¦ con periodistas, celebrado el 22 de noviembre en Bruselas, en el que tambi¨¦n hubo espacio para el humor. Fue al recordar su cortejo en 1971 al pianista Keith Jarrett, autor de The K?ln Concert (1975), el disco m¨¢s vendido en la historia de la compa?¨ªa. ¡°Le escrib¨ª una carta con mi ingl¨¦s de taxista. El mismo que se me ha quedado ahora¡±.
Sus colaboradores m¨¢s estrechos, cuya profesionalidad raya en la feligres¨ªa, parec¨ªan aliviados. El par¨®n en la actividad de una empresa en la que casi todo pasa por Eicher (como prueba el dato de que haya producido en torno al 95% de sus m¨¢s de 1.600 referencias) dificult¨® la celebraci¨®n del jubileo, pero ya qued¨® superado. Sus consecuencias se sentir¨¢n m¨¢s en el pr¨®ximo a?o que en este. ¡°La idea es bajar el ritmo de lanzamientos [46 en 2018]¡±, promete Eicher, cuya inquieta forma de estar en el mundo registr¨® el filme Sounds And Silence: Travels With Manfred Eicher (2011).
El productor viaj¨® a la capital administrativa de Europa para recibir un homenaje con un festival de tres d¨ªas con 14 artistas del sello. El cartel inclu¨ªa nuevas estrellas del cat¨¢logo (Avishai Cohen), nombres de media carrera (Marcin Wasilewski), veteranos de los tiempos heroicos (Enrico Rava) e int¨¦rpretes cl¨¢sicas como Anja Lech?ner. El festejo, celebrado en la sala Flagey, que fue antes una radio y conserva el sabor d¨¦co, termin¨® el domingo con un acto p¨²blico en el que Eicher, de 76 a?os, compareci¨® apoyado por algunos de esos m¨²sicos.
Ese d¨ªa, 24 de noviembre, se cumpl¨ªan exactamente 50 a?os de la sesi¨®n en la que el tr¨ªo del pianista estadounidense Mal Waldron, que viv¨ªa en M¨²nich desde 1967, grab¨® el reci¨¦n reeditado Free At Last en el estudio Bauer de Ludwigsburg, que gracias a su ac¨²stica se convertir¨ªa en unas capillas del sonido ECM. Al pedirle que recuerde aquella jornada, Eicher, que entonces era un contrabajista de cl¨¢sica de 26 a?os que hab¨ªa probado en la producci¨®n de discos de free jazz europeo, se encoge de hombros: ¡°No fue un disco especial, salvo porque acab¨® si¨¦ndolo. ?l era un gran m¨²sico que confi¨® en un don nadie como yo¡±.
En plena onda expansiva de Mayo del 68, aquellos eran los tiempos de la liberaci¨®n del jazz y de las costumbres, de la eclosi¨®n del minimalismo art¨ªstico y el big bang del arte conceptual, en los que la cultura alemana andaba sacudi¨¦ndose el recuerdo de la guerra (ese a?o naci¨® en Berl¨ªn, m¨¢s a la izquierda, FMP, otro sello esencial). Eicher supo contener todo eso en tres letras, acr¨®nimo de Edition of Contemporary Music, marca a la que ha sido fiel desde entonces; el sello ha editado ininterrumpidamente desde 1969 nuevos nombres de jazz y contempor¨¢nea. ¡°Me interesaba lo nuevo y que los discos sonaran bien¡±, dice el productor. En el cat¨¢logo de la muestra ECM: A Cultural Archaeology, organizada en 2013 en la Haus der Kunst de M¨²nich, Eicher explica que su aventura fue tambi¨¦n la respuesta a una carencia: ¡°Escuchaba mucha m¨²sica, por ejemplo, de [el sello] ESP-Disk; parec¨ªa grabada bajo el agua¡±.
La apuesta por los pianistas (Chick Corea, Paul Bley, Jarrett) fue la primera baza. Pronto jug¨® otras: el jazz aventurero pero accesible, el deslumbramiento noruego de Jan Garbarek o Terje Rypdal, las derivas por el folclore mediterr¨¢neo y eslavo, la escuadra de los minimalistas y, a partir de 1984, la introducci¨®n de la m¨²sica escrita con la primera referencia del subsello ECM New Series, que inaugur¨® Arvo P?rt con el cl¨¢sico Tabula Rasa y a¨²n est¨¢ activo. Eicher ha desarrollado una pol¨ªtica de autor m¨¢s propia de una editorial literaria que de una discogr¨¢fica, en la que los contratos se sellan con un ¡°apret¨®n de manos¡±, como explica el periodista Wolfgang Sandner en Keith Jarrett. Una biograf¨ªa (Libros del Kultrum, 2019). Sandner destaca que ¡°de 1978 en adelante, y salvo tres grabaciones, Keith registrar¨ªa m¨²sica ¨²nicamente en ECM, sin haber firmado jam¨¢s un contrato de exclusividad¡±. El total ¡°abarca m¨¢s de 70 producciones¡± hasta la fecha.
El aniversario ha servido para airear algunas de esas fidelidades con una serie de 50 relanzamientos agrupados con la etiqueta Touchstones (piedras de toque). Pero Eicher no es nost¨¢lgico, y ECM se ha mostrado ¨²ltimamente muy activa en incorporar, por ejemplo, a destacados jazzmen estadounidenses. ¡°Llevamos 50 a?os de nuevos nombres¡±, zanja el productor. Uno de los ¨²ltimos en llegar ha sido el trompetista israel¨ª Avishai Cohen. Antes de su concierto en Bruselas, Cohen recuerda su ingreso en ECM como ¡°un gran paso adelante¡± y define a Eicher como un productor que ¡°sabe callar, salvo si algo no est¨¢ funcionando¡±.
En 1969, este cont¨® con el apoyo financiero de Karl Egger, hoy due?o de una empresa de comida saludable que comparte espacio con las oficinas del sello en un edificio industrial a las afueras de M¨²nich. En los cr¨¦ditos del primigenio Free At Last tambi¨¦n figuraba el nombre de Manfred Scheff?ner, due?o de Jazz By Post, tienda y distribuidora que los aficionados veteranos recuerdan como una especie de precedente de Amazon. El ¨¦xito de ECM, tan instant¨¢neo que ya en 1972 Eicher fue objeto de un elogioso perfil en Der Spiegel, se benefici¨® de la red de Scheff?ner, fallecido en septiembre. No ha sido la ¨²nica p¨¦rdida de un hist¨®rico del sello en 2019. En noviembre muri¨® el ingeniero Jan Erik ?Kongshaug, que trabaj¨® en centenares de ¨¢lbumes desde la s¨¦ptima referencia del cat¨¢logo, Afric Pepperbird (1971), de Garbarek, otro valor seguro. ¡°No necesit¨¢bamos muchas palabras para entendernos¡±, recuerda Eicher sobre Kongshaug. ¡°Nuestro secreto era no dejarnos vencer por la pereza. Pod¨ªamos estar 17 horas mezclando un disco¡±.
Junto a Kongshaug (y a un selecto grupo de ingenieros), Eicher tall¨® el sonido ECM; un espacio ¨ªntimo, cristalino y anchuroso que un eslogan de la compa?¨ªa defini¨® como ¡°el m¨¢s bello despu¨¦s del silencio¡±. Se trata de un logro est¨¦tico tan identificable que es al mismo tiempo una virtud, que hace de ECM casi un g¨¦nero musical en s¨ª mismo, y una condena para quienes critican que todos los discos de Eicher suenan igual. El aludido lo niega: ¡°Solo un mal productor o un mal ingeniero impone un sonido a la m¨²sica. Es la m¨²sica la que encuentra su sonido¡±. Enrico Rava, trompetista de 80 a?os que debut¨® en el sello en 1975 con un hito del jazz europeo, The Pilgrim And The Stars, y volvi¨® como un hijo pr¨®digo a mitad de la d¨¦cada pasada, explica en espa?ol en su camerino en Bruselas: ¡°La diferencia es que Eicher usa los mejores estudios. Es un sensacional productor art¨ªstico. Y el clich¨¦ sobre la homogeneidad del sonido ECM no resiste una escucha atenta del cat¨¢logo¡±.
La identidad ha funcionado para una compa?¨ªa que ha salido airosa de la crisis del disco (¡°lo que perdemos en un mercado lo ganamos en otro¡±, suele decir Christian Stolberg, director de comunicaci¨®n) gracias a una apuesta por el objeto. Un producto sofisticado e inequ¨ªvocamente europeo que rematan las portadas y la tipograf¨ªa, alarde de econom¨ªa de dise?o invernal que refleja los intereses art¨ªsticos del fundador, admirador de Tapi¨¨s o Cy Twombly. En Bruselas, el homenaje musical lo completaba una exposici¨®n de algunos de los mejores hallazgos visuales de un cat¨¢logo fiel al formato de CD en caja de pl¨¢stico con faja de cart¨®n. Solo recientemente ECM ha sucumbido a la fiebre del vinilo, aunque Eicher tenga sus reservas: ¡°Hablan de un revival, cuando es imposible que volvamos a la perfecci¨®n de los elep¨¦s en los a?os setenta y ochenta, antes de que nos deshici¨¦ramos de los equipos¡±. Eicher, que abraz¨® enseguida la fe del ced¨¦, ha sido m¨¢s reticente con la calidad del streaming. Tras a?os de negar la evidencia, el cat¨¢logo cruz¨® el Rubic¨®n de Spotify a finales de 2017.
Fue la peque?a concesi¨®n de un hombre poco dado a ellas y sin el que cuesta imaginar la continuidad del sello. A la pregunta de si seguir¨¢ existiendo ECM cuando ¨¦l no est¨¦, Eicher invoca a un viejo amigo y colaborador: ¡°?Ha preguntado a Godard c¨®mo ser¨¢ el cine sin ¨¦l?¡±.
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