Mariposa de la noche republicana
Entre rocas, ¡°donde termina el camino¡± del mar coru?¨¦s, all¨ª se puso a narrar Rivas la historia de un maestro empe?ado en ense?ar a sus alumnos c¨®mo era la lengua de las 'avela¨ª?as'

En gallego se llama avela¨ª?a a la mariposa de la noche. Es la que da vueltas al misterio de la bombilla hasta que esta se apaga. Escribi¨® Lewis Carroll: ¡°Quisiera saber de qu¨¦ color es la luz de una vela cuando est¨¢ apagada¡±. Eso quiere la avela¨ª?a. Manuel Rivas (A Coru?a, 62 a?os) agarr¨® esa met¨¢fora cuando sus hijos, Sol y Marti?o, se quedaron en la escuela, y ¨¦l se puso a escribir en una aldea que se llama por un lado Urroa y por otro Irroa (¡°significa ra¨ªz y remite al agua¡±), el cuento m¨¢s importante de su vida, La lengua de las mariposas.
Entre rocas, ¡°donde termina el camino¡± del mar coru?¨¦s, all¨ª se puso a narrar Rivas la historia de un maestro republicano empe?ado en ense?ar a sus alumnos c¨®mo era la lengua de las mariposas. Hac¨ªa falta que a la escuela llegara un microscopio y lleg¨® la Guerra civil. Esa imagen del ni?o apedreando al maestro, impulsado por la ira excitada del pueblo, fue despu¨¦s la ense?a de la pel¨ªcula que Jos¨¦ Luis Cuerda hizo con los mimbres de ese y de otros cuentos que constituyeron Qu¨¦ me quieres, amor, el libro de Rivas en el que apareci¨® ese cuento que marc¨® el destino de sus obras posteriores.
A Cuerda le ayudaron el productor Fernando Bovaira, Rafael Azcona, que ensambl¨® ese y otros cuentos del libro, y Fernando Fern¨¢n G¨®mez, que pudo ser, como le dijeron entonces, ¡°tanto el maestro como el ni?o¡± en la pel¨ªcula. Fue al fin el maestro asustado ante el apedreamiento, una met¨¢fora de la idea de la Rep¨²blica sepultada por el odio aun antes de que comenzara el r¨ªo de sangre y piedras que fue la guerra.
El cuento fue una iluminaci¨®n. La avela¨ª?a. ¡°Desde el principio¡±, dice Rivas, ¡°vibraba un final; ahora lo s¨¦. Pero cuando me puse a escribir yo no ten¨ªa ni idea de ese final. En el cuento, por su nombre, solo aparece esa mariposa, Iris, una maravilla que suele posarse en el esti¨¦rcol y que combate para adiestrarse en la tarea de ver la luz en la oscuridad del d¨ªa¡ Esa ma?ana yo ten¨ªa una avela¨ª?a en la cabeza, golpeando sin parar, inquieta¡±.
La escritura, una voluntad que dur¨® exactamente hasta que los chicos iban a salir del colegio, tuvo al microscopio como punto de partida, pero ese microscopio no iba a llegar. ¡°Las palabras se pusieron en vilo. La avela¨ª?a golpeaba, golpeaba. No hab¨ªa microscopio, y el proceso de descubrimiento de los misterios de la naturaleza iba a derivar hacia el abismo humano: el terror m¨¢s all¨¢ del terror¡±. Ah¨ª es donde surgen el ni?o, la piedra, el estupor del maestro, el hacha que destruye la luz. El hallazgo se hizo cuento, como si se escribiera ¡°caminando campo a trav¨¦s por la memoria¡±.
Como un vagabundo¡ ¡°Es el andar el que recuerda, el que reabre el paso cegado en la maleza¡±. La adivinaci¨®n del pasado que recorre un misterioso camino y se detiene en la cabeza de un poeta que escribe en la aldea. ¡°El pasado que nos conmueve, que nos desequilibra, no es propiamente un pasado: vemos como un presente recordado¡±.
Es un filamento, apenas una palabra, avela¨ª?a, o mariposa, y de pronto es pel¨ªcula y cartel, escritura de otros sobre algo que a ¨¦l le naci¨® cuando los ni?os estaban en la escuela. ¡°Los personajes del relato para mi tuvieron enseguida los rostros de los int¨¦rpretes. Veo al maestro como Fernando Fern¨¢n G¨®mez. Y a Pardal, el ni?o, como Manuel Lozano. Siempre le digo a Cuerda que lo que hizo fue una transmigraci¨®n de almas y es verdad¡±. De entre las muchas veces que vio La lengua de las mariposas por el mundo recuerda una en Caballito, un barrio de Buenos Aires. No sab¨ªan qui¨¦n era ¨¦l, la cabeza que origin¨® la met¨¢fora que ya era imagen de cine. ¡°Al terminar, la gente se abrazaba. Largos abrazos, como protegi¨¦ndose de la derrota de la humanidad. Y recuerdo tambi¨¦n a aquel anciano exiliado iran¨ª, en East Anglia, en Inglaterra, que exclam¨® conmocionado: '?Yo soy el maestro!¡±.
El cuento apareci¨® en 1994 en gallego y al a?o siguiente la versi¨®n espa?ola termin¨® inspirando a Cuerda, a Azcona, a Bovaira y desde entonces a millones de espectadores de la historia filmada. Para explicar qu¨¦ origin¨® esa comuni¨®n entre la idea y el s¨ªmbolo al que Rivas puso luz el poeta gallego se sirve de una frase del portugu¨¦s Miguel Torga sobre lo universal como ¡°lo local sin paredes¡±. Los relatos de Qu¨¦ me quieres, amor ¡°tienen¡±, dice Rivas, ¡°esa condici¨®n de lo local universal¡ El pasado 4 de diciembre tuve una jornada de trabajo con 180 profesores de liceos de Par¨ªs. Va a ser un libro de lectura para los estudiantes en Francia. Me alegra esa reexistencia¡±.
Pardal lanzando una piedra al maestro. Para acabar con la luz, para amputar la lengua de la mariposa republicana que obsesion¨® a Rivas mientras los chicos segu¨ªan en la escuela.
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