La guitarra de Lorca vuelve a sonar
El m¨²sico Samuel Diz graba el primer disco con el instrumento del poeta, que se conserva en la Huerta de San Vicente
Animado por esa desprejuiciada y alegre conciencia multifac¨¦tica que ten¨ªa Federico Garc¨ªa Lorca, a veces se atrevi¨® a firmar alguna carta como poeta y guitarrista. As¨ª se lo dijo a Regino S¨¢inz de la Maza, su amigo y sin duda uno de los mejores int¨¦rpretes de cuerda de la historia. Si Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 ¡ª Granada, 1936) se lo comentaba de esa forma qued¨® como una prueba de confianza y, ...
Animado por esa desprejuiciada y alegre conciencia multifac¨¦tica que ten¨ªa Federico Garc¨ªa Lorca, a veces se atrevi¨® a firmar alguna carta como poeta y guitarrista. As¨ª se lo dijo a Regino S¨¢inz de la Maza, su amigo y sin duda uno de los mejores int¨¦rpretes de cuerda de la historia. Si Lorca (Fuente Vaqueros, 1898 ¡ª Granada, 1936) se lo comentaba de esa forma qued¨® como una prueba de confianza y, al tiempo, de su apasionada vocaci¨®n musical. Tambi¨¦n porque vivi¨® como un hombre a una guitarra atado.
Lo bueno es que el instrumento resiste. Se conserva en la Huerta de San Vicente granadina y lo ha recuperado Samuel Diz, m¨²sico fascinado por ese brillante e ignoto acervo desperdigado de la generaci¨®n musical del 27. Con ella acaba de grabar Memoria de la melancol¨ªa: el primero y ¨²nico disco con el que podemos disfrutar de la aut¨¦ntica guitarra del poeta.
Se la regal¨® su t¨ªa Isabel cuando ten¨ªa ocho a?os. Inmediatamente pas¨® a formar parte de la banda sonora de la familia. ¡°Aparte de ¨¦l y quien se la entreg¨®, tambi¨¦n tocaban la guitarra su abuelo Baldomero, su padre y su prima Aurelia¡±, cuenta su bi¨®grafo, Ian Gibson. En su caso, serv¨ªa para mecer las siestas a sus padres y hermanos, como rememor¨® su hermana Isabel en Recuerdos m¨ªos.
O para ser confiscada en ocasiones por do?a Vicenta, su madre, como le comentaba Lorca a Manuel de Falla en una carta, siempre con el debido respeto. ¡°No se puede usted imaginar c¨®mo le recuerdo cuando toco la guitarra y quiero sacar ?a la fuerza! su maravilloso Homenaje a Debussy, del que no consigo m¨¢s que las primeras notas. ?Es verdaderamente gracioso! Mi madre se desespera y esconde la guitarra en el sitio m¨¢s raro de la casa¡±. As¨ª lo recoge el Epistolario completo que reuni¨® Christopher Maurer en C¨¢tedra, donde se encuentra esta misiva de agosto de 1923.
Samuel Diz conoce bien las dificultades de esa misma pieza. La ha grabado en su disco Impresiones y paisajes, el mismo t¨ªtulo del primer libro que public¨® Lorca. El m¨²sico, 33 a?os y gallego de Tui, ha escudri?ado a fondo el instrumento. Cay¨® en la tentaci¨®n a la que le expuso Maurer tras una visita suya a la Universidad de Boston para dar una conferencia. ¡°?Por qu¨¦ no la pruebas?¡±, le dijo. Lo hizo. ¡°Descubr¨ª que se encontraba en perfectas condiciones despu¨¦s de la restauraci¨®n a la que le someti¨® Francisco Manuel D¨ªaz en 1996¡±, asegura. Fue a iniciativa de Laura Garc¨ªa Lorca, sobrina y heredera del poeta.
Diz se acerc¨® al tesoro algo intrigado: ¡°Lo que al principio cre¨ª que no era m¨¢s que un mueble simb¨®lico ha pasado a ser una preciosa experiencia¡±, dice el m¨²sico. Tanto que se decidi¨® a grabar un disco con ella: ¡°Quiz¨¢s no est¨¦ para dar un concierto en condiciones, es un instrumento humilde, una guitarra de feria, y nunca pas¨® de ah¨ª, pero conserva unos graves espectaculares que ya no se escuchan. Poseen una gran profundidad que calificar¨ªa como tel¨²rica¡±.
En la grabaci¨®n resaltan. Y ya que no se trata de un instrumento para llevar de gira, s¨ª habr¨¢ ocasi¨®n de que Diz lo toque el pr¨®ximo 28 de mayo en la Huerta de San Vicente, al aire libre. Como ya han hecho, por su parte, Tomatito o Vicente Amigo. Incluso Patti Smith, Lou Reed y Bob Dylan, este ¨²ltimo fuera de la casa de la huerta, cuando Laura le llev¨® la guitarra para que la probara.
Hoy descansa en lo que fue la finca de verano de la familia Lorca. No es que se tratara de una guitarra sedentaria. El escritor se la llev¨® a todas partes y la hizo sonar all¨¢ donde pudo. Como cuando se topaba con un piano, que, seg¨²n Gibson, ¡°dominaba aun m¨¢s¡±. Fueron famosas sus veladas musicales en Madrid, concretamente en la Residencia de Estudiantes, como recuerda Jos¨¦ Moreno Villa en Vida en claro, sus memorias.
En ellas resalta aquella alegr¨ªa compartida que desparramaba Lorca en sus sesiones. Tambi¨¦n su rigor al piano con Chopin, Schubert, Mozart, Debussy, Ravel o Falla, su obsesi¨®n por rescatar el cancionero popular, mermado y seductor a la vez, provisto de una voz que Moreno Villa describe as¨ª: ¡°Mala, carrasposa y sembrada de afon¨ªas pero emotiva, me hizo pensar algunas veces si para mover el sentimiento ajeno importa muy relativamente la perfecci¨®n del instrumento¡±.
Moreno Villa cuenta como utilizaba teclado o cuerdas para seg¨²n qu¨¦ ocasiones. ¡°Para tocar la guitarra se guardaba m¨¢s. Avisaba a muy pocos oyentes. Entre otras cosas porque no cualquiera puede saborear el cante jondo. Requiere ciertas dosis de gitaner¨ªa en la sangre¡±. Y parece que Federico las llevaba. Conoc¨ªa a fondo los vericuetos de ese arte que contribuy¨® a ennoblecer sin perder su esencia primitiva: ¡°Lorca consideraba el flamenco como una de las creaciones m¨¢s gigantescas del pueblo espa?ol¡±, aclara Ian Gibson.
Se arrancaba a veces con seg¨²n qu¨¦ palos: ¡°No ten¨ªa garganta para lanzar seguidillas, soleares y todo lo serio. Pero entonaba maravillosamente otras cosas¡±, apunta Moreno Villa. Acompa?aba fandangos, peteneras, tarantas, buler¨ªas, ramonas... De algo le sirvieron las clases que, seg¨²n cuenta Gibson que le coment¨® el poeta a su amigo Adolfo Salazar, le daban dos gitanos estupendos: ¡°El Lombardo y Frasquito er de la Fuente, o sea de Fuente Vaqueros¡±, explica el hispanista.
Un trozo de s¨ª mismo
A menudo andaba con la guitarra a mano, como recuerda Enrique Morla Lynch, ¡°un trozo de s¨ª mismo¡±, dice el diplom¨¢tico chileno que fue gran amigo suyo. Esa parte de su cuerpo a la que Samuel Diz ha sometido a estudio geneal¨®gico y anat¨®mico: ¡°La construy¨® Jos¨¦ Ortega, muy probablemente en 1906 y est¨¢ forjada con maderas de pino pinsapo, nogal, caoba, palo santo y chopo, un elemento muy poco habitual para estos instrumentos¡±.
Diz ha compartido con ella una buena terapia de confianza. Se encerr¨® en la casa de la Huerta de San Vicente tres semanas a raz¨®n de ocho horas al d¨ªa de sesi¨®n. Confeccion¨® as¨ª Memoria de la melancol¨ªa, editado por Poli¨¦drica, un disco que re¨²ne composiciones de m¨²sicos del 27 ¡ªDiz es experto en ese periodo, as¨ª como en las obras y creadores del exilio¡ª a los que Lorca en gran parte conoci¨® de manera muy ¨ªntima, como fue el caso de Adolfo Salazar, S¨¢inz de la Maza o Gustavo Dur¨¢n, entre otros.
Con ellos perfeccion¨® su pericia en el instrumento hasta llegar a fundirse con ¨¦l. De una manera tan org¨¢nica que Pablo Neruda, cuando un a?o despu¨¦s de su asesinato lo record¨®, lo hizo as¨ª, amas¨¢ndolos a ambos en una met¨¢fora: ¡°Era popular como una guitarra, alegre, melanc¨®lico, profundo y claro como un ni?o, como el pueblo¡±.
Un facs¨ªmil con cuerdas
Samuel Diz no podr¨¢ utilizar la guitarra de Lorca en sus conciertos. Pero se ha encargado de reproducirla como un facs¨ªmil, dice ¨¦l. Como un clon, para que lo entendamos. Le hizo el encargo al maestro guitarrero Francisco Manuel D¨ªaz, el mismo que restaur¨® el instrumento original de Lorca a iniciativa de Laura, la sobrina del poeta: es decir, nadie mejor que su m¨¦dico, quien mejor la conoce, para copiarla. Diz la est¨¢ probando y con ella muy probablemente interpretar¨¢ piezas de Memoria de la melancol¨ªa, el disco que ha concebido en homenaje tambi¨¦n a Mar¨ªa Teresa Le¨®n y que presenta el 14 de marzo en Tui, la localidad gallega donde naci¨® el guitarrista. Tambi¨¦n lo har¨¢ en Bilbao el 23 de abril y en Londres, en la Royal Academy, el 18 de este mes.