Melod¨ªa desafinada

Adaptaci¨®n de la novela hom¨®nima del cr¨ªtico y ensayista musical brit¨¢nico Norman Lebrecht, La canci¨®n de los nombres olvidados es una pel¨ªcula de tintes melodram¨¢ticos sobre una amistad atravesada por el amor por la m¨²sica y por el abismo del Holocausto. Dirigida por el canadiense Fran?ois Girard, director esc¨¦nico que lo mismo se atreve con Wagner que con El circo del Sol, la pel¨ªcula es otro eslab¨®n en una filmograf¨ªa que parece m¨¢s guiada por la pasi¨®n musical que por el cine. As¨ª, Girard se escora una vez m¨¢s hacia una historia poblada de m¨²sicos y personajes mel¨®manos, como ocurr¨ªa en El coro (2014), El viol¨ªn rojo (1998) o Sinfon¨ªa en soledad: un retrato de Glenn Gould (1993).

La canci¨®n de los nombres olvidados se suma a esta vocaci¨®n musical, pero por desgracia desafina. La pel¨ªcula se plantea como la averiguaci¨®n de un misterio, pero su desarrollo acaba resultando demasiado tosco y convencional. Dividida en las tres etapas vitales, infancia, juventud y madurez, de unos personajes marcados por la Segunda Guerra Mundial y la f¨¢brica genocida nazi, la historia arranca el d¨ªa del gran debut en Londres como violinista de Dovild Rapaport, un joven jud¨ªo polaco que ha pasado la guerra como refugiado en el hogar de una familia de mel¨®manos ingleses. Ese d¨ªa, la joven promesa desaparece y, 35 a?os despu¨¦s, su amigo de infancia cree encontrar una pista que le devuelva a su viejo compa?ero de aventuras y cuarto. Los actores brit¨¢nicos Tim Roth y Clive Owen interpretan respectivamente al amigo ingl¨¦s y al desaparecido violinista jud¨ªo en su madurez pero ninguno de los dos (especialmente Owen, cuyo personaje encierra la clave dram¨¢tica de toda la pel¨ªcula) logran zafarse de unos personajes que prometen mucho pero se quedan en poco.