La Guerra Fr¨ªa tambi¨¦n se escribi¨® con novelas de amor
¡®Los secretos que guardamos¡¯ reconstruye desde la ficci¨®n la ¡®Misi¨®n Zhivago¡¯ que emprendi¨® la CIA para difundir el libro de Boris Pasternak
Un ama de casa en el oeste de Pensilvania en los a?os 70 y su obsesi¨®n por Doctor Zhivago est¨¢n en el principio de esta historia. En el final est¨¢ Los secretos que guardamos (Seix Barral) la primera novela de Lara Prescott (Pittsburg 38 a?os), con la que la hija de esa misma ama de casa ha sacudido el mercado editorial ¡ªque lleg¨® a pujar por encima del mill¨®n de d¨®lares por su libro¡ª, y que ha sido publicada en m¨¢s de 20 pa¨ªses. A Prescott su madre decidi¨® llamarla como Lara Ant¨ªpova, la protagonista de la gran historia de amor con Yuri Zhivago, que narr¨® Boris Pasternak. Y ella, mucho despu¨¦s, para construir su novela, parti¨® de la enrevesada trama de esp¨ªas y propaganda que rode¨® la publicaci¨®n de aquel m¨ªtico libro por Feltrinelli en Italia en 1957 y su difusi¨®n por la Uni¨®n Sovi¨¦tica en plena Guerra Fr¨ªa en una operaci¨®n montada por la CIA.
No creo que Pasternak fuera tan cr¨ªtico, simplemente plasm¨® que una persona puede ir cambiandoLara Prescott
Doctor Zhivago es la gran novela de amor con la revoluci¨®n rusa y la construcci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica de fondo que marc¨® la ca¨ªda en desgracia de Pasternak y la brutal represalia del r¨¦gimen contra su amante y musa. El autor recibi¨® el premio Nobel en 1958, pero no pudo recogerlo y el libro oficialmente no fue publicado en Rusia hasta los a?os ochenta con Gorbachov, as¨ª que circul¨® ilegalmente durante tres d¨¦cadas. ?Era la historia de Yuri Zhivago realmente tan subversiva como tem¨ªan las autoridades sovi¨¦ticas? ¡°No creo que Pasternak fuera tan cr¨ªtico, simplemente plasm¨® que una persona puede ir cambiando y teniendo distintas opiniones, y esto no ligaba muy bien con la mentalidad de grupo. Su visi¨®n realista de lo que realmente mueve a los individuos es lo que result¨® subversivo¡±, apuntaba Prescott en una entrevista celebrada el mes pasado en Madrid.
Aunque su madre marcara el camino a esta novelista lo cierto es que lo que la empuj¨® a esta historia sobre Pasternak y su libro fue una noticia que le envi¨® su padre sobre la desclasificaci¨®n en 2014 de los papeles de la llamada Misi¨®n Zhivago organizada por la CIA. ¡°Esa desclasificaci¨®n tiene algo de propaganda tambi¨¦n. Hay algo idealista en aquella misi¨®n en torno a la obra de Pasternak en los a?os 50, pero no todas las operaciones de la agencia han sido ni son as¨ª y su reputaci¨®n inevitablemente est¨¢ tocada¡±, reflexiona la autora. Ella conoce bien los pasillos del poder y las operaciones de lavado de imagen: llevaba una d¨¦cada trabajando en Washington para distintas empresas consultoras del partido dem¨®crata, escribiendo discursos y anuncios ¡ª¡°estaba desencantada de la pol¨ªtica despu¨¦s de ver cu¨¢nto pesa el dinero en pol¨ªtica¡±¡ª cuando prendi¨® la idea de Los secretos que guardamos. Con el adelanto prosigui¨® con la investigaci¨®n y fue a Rusia a empaparse de los escenarios que describe en su novela.
En su libro incluye alg¨²n personaje real que mezcla con otros que ha inventado y se alternan las historias de varias mujeres en Washington y Mosc¨². Por un lado, est¨¢n las agentes secretas que despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial quedaron relegadas a mecan¨®grafas en la Guerra Fr¨ªa; por otro, Olga Vs¨¦volodovna Ivinskaya amante y mano derecha de Pasternak, un pilar fundamental para la escritura de Doctor Zhivago, que padeci¨® las represalias del r¨¦gimen. ¡°Me interesaba Olga, una mujer que fue enviada al Gulag dos veces cuando el Gobierno quer¨ªa castigar a Pasternak, que renunci¨® a todo por ¨¦l y que al ser su amante fue borrada. A¨²n me cuesta entenderlo. Ella revisaba y editaba lo que ¨¦l escrib¨ªa, hizo un enorme trabajo y m¨¢s all¨¢ del dinero y la protecci¨®n que recibi¨® de ¨¦l al principio, ella puso el amor de ¨¦l y el arte de ¨¦l por encima de todo, incluso de sus hijos y de su madre. Cuando Pasternak muri¨® cuentan que su mujer y Olga estaban cada una en un extremo del f¨¦retro¡±, apunta Prescott. ¡°Del otro lado, tambi¨¦n me interesaban esas mujeres de la CIA que tambi¨¦n han permanecido en buena medida ocultas. ?Por qu¨¦ no nos han hablado de ellas en las clases de historia?¡±. Una relaci¨®n homosexual en el profundo conservadurismo de Washington en los a?os cincuenta da el contrapunto de represi¨®n y censura que exist¨ªa en ambos bandos durante la Guerra Fr¨ªa. ¡°En EE UU se hablaba de libertad, pero esto era muy hip¨®crita. Se purgaba a los homosexuales, apunta Prescott.
A medida que la autora iba avanzado con su novela la llegada de Trump a la Casa Blanca, el estallido del Me too y las conexiones entre el presidente y Rusia fueron ocupando un papel central. Los secretos que guardamos iba acerc¨¢ndose a temas candentes que no lo eran tanto en 2014 cuando Prescott arranc¨®. ¡°En el debate p¨²blico empez¨® a cuestionarse si realmente la Guerra Fr¨ªa termin¨®, y qu¨¦ papel ha tenido y tiene EE UU. Hoy, como ocurri¨® en el pasado, est¨¢ claro que las palabras, las noticias falsas, la propaganda son armas. Hay menos ¨¦nfasis en los libros y la literatura que en las redes sociales, pero el lenguaje sigo siendo esencial en esa guerra¡±.
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