¡®La flor¡¯, el filme de culto solo para salas, se estrena ¡®online¡¯ por el coronavirus

Durante dos a?os, el cineasta argentino Mariano Llin¨¢s (Buenos Aires, 45 a?os) ha acompa?ado la mayor parte de las proyecciones de su monumental La flor, un divertimento pensado para todo tipo de p¨²blicos de, eso s¨ª, 14 horas. O lo que es lo mismo, 840 minutos, incluidos 45 de t¨ªtulos de cr¨¦ditos. Pero La flor, convertida en t¨ªtulo de culto, no era otra vacilada surgida al calor de los festivales. ¡°?Es una pel¨ªcula evento? Puede. Pero lo que me gusta es que la gente vaya y se divierta. Que no les caiga encima un objeto conceptual, de esas que maltratan con su prepotencia intelectual a la audiencia¡±, cuenta por tel¨¦fono desde su casa bonaerense, confinado tambi¨¦n ¨¦l por la pandemia. Por eso Llin¨¢s defend¨ªa a ultranza su proyecci¨®n en salas de cine. En su pase en el festival de Locarno se dividi¨® en ocho episodios; en sus proyecciones en Espa?a, en cert¨¢menes y cinetecas, se proyect¨® en tres bloques. Y as¨ª iba a seguir¡­ hasta el coronavirus.

A inicios de esta semana, Llin¨¢s, autor de Historias extraordinarias (2008) y guionista habitual de Santiago Mitre, decidi¨® que La flor fuera disfrutable por cuanta m¨¢s gente, mejor. Que rieran, lloraran y se emocionaran con sus aventuras, porque en ese largometraje hay cabida para la serie B con una momia con poderes sobrenaturales, para un musical con toques de misterio y una logia de adictos a la toxina de los escorpiones, para una historia de esp¨ªas inspirada en la guerra fr¨ªa, para una versi¨®n gauchesca de Una partida de campo de Jean Renoir o para un relato experimental sobre las cautivas, las mujeres blancas raptadas por los ind¨ªgenas. De todo hay en La flor, que ha llenado salas en varios continentes de un p¨²blico ansioso por otras experiencias. ¡°Y respeto a esa gente¡±, cuenta el cineasta. Tras el lanzamiento de su primera parte en YouTube, Llin¨¢s se plante¨® usar ¡°la plataforma de unos amigos que puede limitar su visionado en determinados territorios y as¨ª liberarlo en Am¨¦rica Latina¡±, ya que los productores europeos tienen sus derechos en distintos pa¨ªses. En ello anda. ¡°En Alemania tambi¨¦n la han liberado¡±, asegura. Pero en Espa?a La flor se puede ver online en Filmin hasta el lunes 30 de marzo. ¡°Para m¨ª, el video on demand es una necesidad desagradable para ganar un poco de dinero. No me gusta eso de pagar para ver cosas en Internet. Cuidado, entiendo que mucha gente vive de eso; sin embargo, esa no es la forma en que entendemos el cine en El Pampero, la productora en la que participo¡±.

Llin¨¢s confiesa que la pandemia ha cambiado su oposici¨®n frontal ¡°a considerar cine algo que se ve en una televisi¨®n o un ordenador¡±. Y explica: ¡°Hace tres semanas contact¨® conmigo Joan Sala, de Filmin. Que se apellide Sala y trabaje en una plataforma online, vaya afrenta¡­ En fin, rechac¨¦ su oferta. Pero a inicios de esta semana entend¨ª que a toda la poblaci¨®n se le est¨¢ pidiendo confinamiento, y nosotros tenemos una pel¨ªcula muy larga, que puede ayudar, como un grano de arena m¨¢s, a que ese enclaustramiento sea m¨¢s llevadero en las casas. Hoy las proyecciones p¨²blicas no son una opci¨®n. El p¨²blico necesita diversi¨®n en el sentido m¨¢s noble de la palabra¡±.

El cineasta argentino subraya lo extraordinario y temporal de su proyecci¨®n en Internet. ¡°No la ofrec¨ªamos en on demand por mezquindad, sino porque su visionado as¨ª es mucho menos divertido que en salas¡±, apunta fogoso, ¡°donde se puede producir un acontecimiento comunal trascendente, emotivo, en el que pasaran cosas estremecedoras para sus espectadores. Eso ocurre mucho menos en la jalea on demand. Ahora, he reflexionado, y me reafirmo visto el recibimiento euf¨®rico en Twitter. Si mejoro la existencia de la gente, me alegra. Como en una guerra, cada uno hace lo que mejor sabe para ayudar¡±. ?C¨®mo la ver¨ªa ¨¦l? ¡°Me gustaba la idea de Locarno, lo de las ocho entregas como si fuese un serial, y que hubiera que esperar cada d¨ªa a una nuevo cap¨ªtulo¡­ Como cuando te gustaba ver pel¨ªculas, y esperabas a su estreno en salas, y no lo de ahora, lo de la velocidad del siglo XXI¡±. Encerrado en casa, ?Llin¨¢s ha visto cine? ¡°No, pero por falta de tiempo. Entre luchar por el lanzamiento digital y atender a mi hijo, me queda poco descanso, y lo dedico a leer. Ya llegar¨¢n las grandes panzadas cinematogr¨¢ficas".