Guillermo Arriaga: ¡°No escribo en el trono, compadre, ?qu¨¦ pas¨®?¡±
El ¨²ltimo Premio Alfaguara charla por Twitter con sus seguidores sobre ¡®Salvar el fuego¡¯, en un ¡®hazlo t¨² mismo¡¯ extremadamente ¨ªntimo y anecd¨®tico
El nuevo orden mundial, un orden confinado y casero, est¨¢ lanzando a los escritores a la intimidad del hiperespacio. Se han sustituido las a menudo no demasiado multitudinarias presentaciones en librer¨ªas o peque?os auditorios por caras y partes de techos o cuartos que viajan, metadatos mediante, por todo el mundo, de un tel¨¦fono a otro. Instagram era hasta la noche del jueves 19 el medio m¨¢s utilizado, por la posibilidad de reunir a presentador y presentado en una misma pantalla, pero Guillermo Arriaga (Ciudad de M¨¦xico, 62 a?os) eligi¨® un directo de Twitter, y estar solo ante el peligro. Es decir, ser a la vez el que expone y el que pregunta: ¡°?Tienen preguntas?¡±.
Olvidemos la precariedad en tiempos de encierro, porque la cosa tiene sus ventajas. Lo que puede verse del lugar en el que se encuentra Arriaga ¨C no olvidemos, guionista de Amores Perros ¨C, flamante Premio Alfaguara de este a?o por Salvar el fuego, la novela de la que se dispone a hablar mientras detiene las pelotas, en forma de preguntas, que le env¨ªan sus seguidores, es un techo blanco, con sus vigas de madera, y una ventana en el extremo izquierdo. Pero lo importante no es lo que veremos, es lo que oiremos. Porque no va a hablarse de lo que se habla habitualmente en una presentaci¨®n de un libro, porque el presentador somos todos.
As¨ª, por ejemplo, y aunque la audiencia no es enorme ¨C no supera en ning¨²n momento los 261 espectadores ¨C, Arriaga no solo habla de c¨®mo escribe ¨C sin mapa, siendo el primer lector de sus historias ¨C sino tambi¨¦n de qu¨¦ es para ¨¦l la escritura ¨C ¡°una adicci¨®n¡± ¨C Borges ¨C como ¨¦l, cree Arriaga que ¡°la naci¨®n de un escritor es su lenguaje¡± ¨C y la novela en cuesti¨®n ¨C detallando trama, personajes, y tipo de persona en la que est¨¢ contada cada una de las tres partes: primera, segunda y tercera ¨C, sino tambi¨¦n, y aqu¨ª viene lo interesante, y lo que jam¨¢s de los jamases se habr¨ªa podido dar en una presentaci¨®n al uso, del Guillermo Arriaga que, por ejemplo, sufre insomnio.
Ning¨²n presentador es tan osado como el tuitero com¨²n, capaz de preguntarle a Arriaga si tambi¨¦n escribe en el cuarto de ba?o
Y es que ning¨²n presentador es tan osado como el tuitero com¨²n, que, cuando Arriaga confiesa que sus primeras novelas las escribi¨® en su estudio, ¡°en silencio¡±, porque necesitaba concentraci¨®n, y el resto, ya cuando empez¨® a viajar, ¡°en aeropuertos, trenes, cafeter¨ªas y salas de espera¡±, se atreve a preguntarle si tambi¨¦n escribe el cuarto de ba?o. ¡°No escribo en el trono, compadre, ?qu¨¦ pas¨®?¡±, le suelta el escritor, divertido. Lleva una chaqueta de cuero y una camiseta negra. Dice que la escritura le salv¨® ¡°de usar traje y corbata¡±, y que no podr¨ªa escribir ni una sola palabra si no cazara. ¡°S¨¦ que est¨¢ mal visto hoy en d¨ªa, pero cazar con arco y flecha es casi no cazar, y a m¨ª me permite observar la naturaleza y entender al ser humano¡±, dice.
Es decir, que la hora y cuarto que Arriaga pasa con sus lectores ¨C que, cuando menos, apenas superan el centenar de conectados ¨C, es una hora de confesiones en la que, como viene siendo habitual en este tipo de presentaciones, aparecen incluso sus hijos. Al menos, uno de ellos, Santiago. De Mariana habla todo el tiempo, pero se niega a pasarse a saludar ante la c¨¢mara. ¡°Leen much¨ªsimo y ven mucho cine, y escriben los dos, y van a codirigir una pel¨ªcula¡±, cuenta, orgulloso. Tambi¨¦n dice que dej¨® de practicar baloncesto porque tuvo un accidente jugando. Y cuenta lo que estaba haciendo cuando le llam¨® la editora Pilar Reyes para decirle que hab¨ªa ganado el Alfaguara. Eran las tres de la madrugada, hac¨ªa solitarios. Son¨® el tel¨¦fono.
Est¨¢ en M¨¦xico, y ya se ¡°guard¨® en casa¡±, por el asunto del ¡°coranovirus¡±. Llama as¨ª varias veces al virus en cuesti¨®n. Coranovirus. Dice que vivimos ¡°tiempos oscuros¡± y que ¨¦l es lo contrario a alguien oscuro, pese a lo que pueda parecer. Que cuenta, admite, muchos chistes, y que todos son malos. Que compite con su amigo Sergio Avil¨¦s a ver qui¨¦n cuenta el peor chiste. Los espectadores asisten a lo que podr¨ªa considerarse una charla de bar con su escritor favorito, que llega a decir que quiere que sus libros ¡°salpiquen¡±, lo que sea, ¡°sangre, fluido vaginal, semen, sudor¡±. Es en ese momento que confiesa que est¨¢ con sus hijos y que le miran raro por lo que est¨¢ diciendo. Se asoma Santiago. ¡°Es como yo pero con pelo¡±, dice el escritor, que admite poco despu¨¦s que es ateo, porque alguien le ha preguntado si cree en algo. Lee el comienzo de la novela.
Eso ha ocurrido al principio, cuando el escritor, solo ante el peligro, parec¨ªa no saber de qu¨¦ hablar. Se ha dedicado a mencionar los sitios en los que tendr¨ªa que estar y no va a poder en las pr¨®ximas semanas. En un desv¨ªo algo surrealista, se ha puesto a hablar de los dise?adores de libros. De los maquetadores. De c¨®mo llega el texto a las p¨¢ginas. No le sal¨ªa el nombre del fot¨®grafo autor de la foto de portada. Estaba, Arriaga, perdido. Ganar el Alfaguara hab¨ªa sido un hito, como ganar algo en Cannes. Las preguntas se superpon¨ªan a su imagen en la pantalla. Cuando dej¨® de esquivar ¡°saludos¡±, ¡°saludos desde Talupa¡±, ¡°saludos desde M¨¦xico¡±, ¡°saludos¡± desde todas partes, se puso a encajar preguntas osadas y la cosa despeg¨®.
Tal vez estos raros tiempos renueven el formato de las presentaciones de una forma m¨¢s profunda de lo que pensamos, porque ?no es acaso el autor, o la autora, por encima de todo, un alguien que no solo lee y escribe? ?Por qu¨¦ no se atreven nunca los presentadores al uso a tratar de sacar a la persona que hay detr¨¢s del personaje? El propio Arriaga admite, como admiti¨® en su momento en un tuit ¡°del que muchos se rieron¡± que todo lo que le rodea le influye, hasta que llueva mientras escribe, ?y no han estado las presentaciones olvidando hasta ahora que sin la intimidad del escritor no existir¨ªa obra? ¡°Us¨¦ sangre, entra?as, ri?ones, h¨ªgado, coraz¨®n y cerebro para hacer este libro¡±, dijo el escritor. ¡°Us¨¦¡±, dijo ¡°hasta la dermatitis de mi perro, King¡±. ¡°No hay otra forma de escribir¡±, concluy¨®, poco antes de prometer dar una clase de dos horas gratuita si superaba los 400.000 seguidores.
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