¡°El virus se quedar¨¢ all¨ª hasta que encontremos una manera sostenible de hacer negocios¡±
El fil¨®sofo Markus Gabriel cree que dejaremos de producir como antes y que la crisis de la covid-19 es la antesala de una mayor: la ecol¨®gica
El fil¨®sofo alem¨¢n Markus Gabriel es una catarata de ideas que se atropellan unas a otras. Tiene 40 a?os y es director del Centro Internacional de Filosof¨ªa de Bonn, pero es sobre todo un pensador que palpita con la actualidad, con el presente sociopol¨ªtico y con los equilibrios de poder, descalabrados estos d¨ªas.
La del coronavirus es una crisis que pide a gritos filosof¨ªa para al menos empezar a comprender y ordenar los descomunales cambios y el nuevo mundo que se avecina. Gabriel cree que la covid-19 es solo un principio de una cadena de crisis sucesivas con las que deberemos aprender a convivir. Pero a la vez piensa que una nueva moralidad emerger¨¢ de la transformaci¨®n de un sistema insostenible, seg¨²n este joven pensador, provocador y que salta de un tema a otro con profundidad y eclecticismo.
Pregunta. Hay quien cree que de esta pandemia emerger¨¢ una sociedad mejor, m¨¢s moral. Otros piensan que seguiremos siendo igual de mediocres y ego¨ªstas.
Respuesta. Creo que vamos a ser una sociedad m¨¢s moral. Veo esta crisis como una preparaci¨®n de la crisis ecol¨®gica. Esto no es nada comparado con la crisis ecol¨®gica, nada. Los Gobiernos de todo el mundo saben que la crisis ecol¨®gica va a matar a cientos de miles de personas en los pr¨®ximos 100 o 200 a?os y este es un peligro real. Lo sabemos porque los modelos clim¨¢ticos son mejores que los del coronavirus. Tenemos m¨¢s datos, llevamos estudi¨¢ndolo 50 a?os. Sabemos que habr¨¢ m¨¢s virus y se pueden escuchar en la UE las voces a favor de un nuevo Green Deal. Veremos un nuevo modelo de econom¨ªa global y no se va a parecer a la globalizaci¨®n.
P. ?A qu¨¦ se parecer¨¢?
R. No hay vuelta atr¨¢s, las cadenas de producci¨®n ya est¨¢n destrozadas, porque solo existen porque la gente, es decir, los due?os de las empresas, las automovil¨ªsticas por ejemplo en Alemania, quieren que existan. Y ellos est¨¢n igual de amenazados por el virus que cualquier otro. Son gente con mucho dinero, normalmente bastante paranoica sobre su propia salud. Esta gente ahora es consciente de que esto no va a seguir as¨ª. No hay m¨¢s que mirar a China y darse cuenta de que no es un socio fiable. China est¨¢ veng¨¢ndose de agresiones anteriores. Tenemos que encontrar una manera de entablar una nueva amistad con China, pero no puede ser a trav¨¦s de la globalizaci¨®n y el trato injusto. ?Por qu¨¦ las empresas europeas tienen f¨¢bricas en China? Para pagar salarios bajos.
P. Usted defiende que hay que romper la cadena de infecci¨®n del capitalismo. ?A qu¨¦ se refiere?
R. En las transacciones de la vida diaria, como comprar un juguete para tu hijo, un paracetamol o un coche, en muchos momentos, alguien tuvo que sufrir por la mera existencia de esa cadena. Todos somos responsables por el sufrimiento de otros. Estas cadenas interconectadas han creado sistemas mal¨¦ficos y al final de esas cadenas siempre hay alguien que muere por falta de agua limpia, por no tener cosechas, por las condiciones de explotaci¨®n. Esa es la cadena de infecci¨®n de una enfermedad, que es el comportamiento inmoral. Si haces lo incorrecto moralmente, haces que la realidad sea un lugar peor. El neoliberalismo global se ha convertido en un modo de destrucci¨®n hiperr¨¢pido.
P. ?Y eso cambiar¨¢?
R. Si pensamos en c¨®mo era la vida hace un mes o dos, claramente era demasiado agitada, ten¨ªa una velocidad que ya es inimaginable. Esa din¨¢mica es malvada por sus resultados y se ha parado. Ahora, llevamos una vida m¨¢s moral, simplemente por el hecho de hacer menos. Esto es parte de la explicaci¨®n de por qu¨¦ parad¨®jicamente nos sentimos de alguna manera bien en la nueva situaci¨®n. Hay un aspecto de solidaridad, de estar protegiendo a los mayores, y eso genera un buen sentimiento, pero tambi¨¦n estamos dejando de hacer cosas que son perjudiciales para otros y hay una conciencia subliminal de esto. Ahora que todo ha parado, hay una cierta sensaci¨®n de alivio, junto con la sensaci¨®n de amenaza. Si tratamos de volver a la normalidad de antes, veremos nuevas olas de este virus, que se quedar¨¢ all¨ª hasta que encontremos una manera sostenible de hacer negocios.
P. A la vez, cunde el miedo a que la recesi¨®n refuerce a las fuerzas populistas, que se alimentan de la frustraci¨®n popular.
R. Habr¨¢ m¨¢s oleadas de coronavirus y habr¨¢ aperturas y luego m¨¢s confinamientos y nos acostumbraremos. Mi gran temor es que Trump gane otra vez las elecciones. Si hay una recuperaci¨®n de la econom¨ªa r¨¢pida, ¨¦l se erigir¨¢ como el gran gestor y ser¨¢ la prueba de que los populistas son capaces tambi¨¦n de gobernar y un ejemplo para Gobiernos autocr¨¢ticos. Esa es una amenaza real.
P. Usted rechaza el lenguaje belicista. No cree que luchar contra la covid-19 equivalga a librar una guerra.
R. Claramente no estamos en una guerra. No hay ej¨¦rcito, ni terroristas ni nada parecido atacando a un Estado. El virus no es el enemigo. Desde su perspectiva, somos un amigo, un restaurante, un burdel. El virus entra en nuestros cuerpos y se replica. No hay ataque, ni intencionalidad. La justificaci¨®n para el estado de excepci¨®n bas¨¢ndose en un estado de guerra es una mentira pol¨ªtica.
P. Incluso en la guerra hay leyes, l¨ªmites. ?D¨®nde est¨¢n los de la lucha contra la pandemia?
R. Si vemos las medidas en Europa son parecidas. Crean un estado de excepci¨®n y sabemos por la teor¨ªa pol¨ªtica y la filosof¨ªa que es temporal; es una pausa de lo que valoramos de la democracia. Es decir, valoramos que la democracia prioriza la libertad incluso por encima de la vida. El Estado de derecho se implant¨® a trav¨¦s de revoluciones, de h¨¦roes que prefer¨ªan morir antes que vivir en servidumbre. Lo que ahora vemos es que los instrumentos del Estado de derecho democr¨¢tico son utilizados para tomar la decisi¨®n opuesta. La vida y la supervivencia se valoran m¨¢s que la libertad. Nunca hemos tenido tan poca libertad como ahora. Es moment¨¢neo, pero nadie nos dice cu¨¢nto va a durar.
P. ?Qu¨¦ otras opciones hay?
R. No tenemos la certeza de que habr¨¢ seguro una vacuna y no sabemos la letalidad real del virus. La raz¨®n por la que los Gobiernos son tan cautelosos es la incertidumbre. La justificaci¨®n de las medidas depende totalmente de hechos sobre el virus que desconocemos. Lo que hacen los Gobiernos es apoyarse en una interpretaci¨®n pesimista de la situaci¨®n, porque ser¨ªa demasiado arriesgado asumir el escenario optimista. La paradoja actual es que nuestra pol¨ªtica se basa en una ficci¨®n, no en hechos, porque no los conocemos; conocemos un espacio de posibilidades, que se estrecha gracias a la virolog¨ªa y a las simulaciones inform¨¢ticas. Vivimos en una simulaci¨®n.
P. Los vir¨®logos han pasado a ser m¨¢ximas autoridades estos d¨ªas. En Alemania, el Gobierno ha escuchado adem¨¢s a equipos multidisciplinares. ?C¨®mo deben tomar las decisiones los mandatarios estos d¨ªas?
R. Hace falta una investigaci¨®n multidisciplinar para alumbrar un plan de una nueva sociedad del d¨ªa despu¨¦s. Eso nos garantizar¨ªa un futuro m¨¢s sostenible. ?D¨®nde est¨¢ la ciencia pol¨ªtica investigando el papel de China, de EE UU y de la UE? ?Qu¨¦ pasa con la socialdemocracia europea? ?C¨®mo es posible que Scholz [ministro de Finanzas alem¨¢n] traicione a sus colegas en Italia y en Espa?a? Hacen falta soci¨®logos, feministas y especialistas en diversidad, economistas, periodistas, fil¨®sofos, historiadores y profesores de literatura que analicen la narrativa del desastre. ?Se parece al terremoto de Lisboa? ?Es un tsunami? Soy moderadamente optimista, pero las posibilidades son menores si no empezamos a planear ese futuro incluyendo a los expertos en humanidades.
P. Ha mencionado a los periodistas. Una de las consecuencias de esta crisis es que la recesi¨®n econ¨®mica har¨¢ inviable la supervivencia de muchos medios. ?Qu¨¦ significa esto para la sociedad?
R. Es obvio que en esta crisis se trabaja m¨¢s online, es decir dependemos de EE UU m¨¢s que antes. Los europeos est¨¢n produciendo valor a?adido para los estadounidenses. Cada conferencia de Zoom, de Skype, Facebook, Netflix es consumo pero no es europeo. Una medida razonable ser¨ªa cerrar las redes sociales estadounidenses en la UE para relanzar nuestras redes basadas en periodismo de calidad. Por ejemplo una red social de EL PA?S, es decir con todas las ventajas de una red social, pero gestionada por periodistas expertos.
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