Muere Carlos Mart¨ª Ar¨ªs, un maestro discreto de la arquitectura
El creador, fallecido a los 71 a?os, tuvo una fruct¨ªfera carrera en tres frentes: la docencia, la teor¨ªa y la construcci¨®n
El 1 de mayo muri¨® de coronavirus en su ciudad, Barcelona, Carlos Mart¨ª Ar¨ªs. Ten¨ªa 71 a?os y era un arquitecto m¨¢s reconocido que conocido. Tuvo una fruct¨ªfera carrera en tres frentes: la docencia ¡ªfue profesor de proyectos de la Escuela T¨¦cnica Superior de Arquitectura de Barcelona y dio clases en el Polit¨¦cnico de Mil¨¢n¡ª, la teor¨ªa ¡ªpublic¨® un pu?ado de libros y edit¨® muchos m¨¢s¡ª y la construcci¨®n ¡ªdonde form¨® equipo con su socio, Antonio Armesto¡ª.
Mart¨ª llevaba cinco a?os sometido por un parkinson que lo retir¨® de la vida p¨²blica. Justo cuando comenz¨® a manifestarse esa enfermedad, en 2014, el entonces director de la ETSAB, Jordi Ros, impuls¨® un homenaje en su honor que ¡ªante un gent¨ªo de alumnos y profesores internacionales¡ª lo reconoci¨® como magister honoris causa. ¡°Carlos nos ense?¨® que una de las aspiraciones del arte es la superaci¨®n de los aspectos individuales¡±, declararon Rafael Aranda, Carme Pigem y Ram¨®n Vilalta ¡ªlos ¨²ltimos Pritzker espa?oles¡ª a EL PA?S al conocer su muerte. Esa entrega hacia lo colectivo fue creciendo desde unos inicios ¡ªjusto tras la muerte de Franco, en 1975¡ª en los que otro arquitecto, Emilio Donato, le pidi¨® que le ayudara a encontrar j¨®venes para levantar en Argelia un poblado de repoblaci¨®n tras la reforma agraria. ¡°Mart¨ª, contest¨® que ¨¦l mismo vendr¨ªa y estuvo siete meses conmigo dise?ando ¡ªy construyendo¡ª m¨¢s de 300 viviendas en condiciones complicadas¡±. Para Donato esa generosidad de ¡°compartir ense?ando pacientemente¡± es el principal legado de su colega.
Fernando Moral, director del Departamento de Arquitectura de la Universidad Nebrija, lo recuerda como un defensor de ¡°la ciudad para los ciudadanos¡±. No en vano, ese era el objetivo de la revista 2C Construcci¨®n de la ciudad, que Mart¨ª codirigi¨® durante 13 a?os y en la que divulg¨® las ideas de ¡ªentre otros¡ª Aldo Rossi o un joven Rafael Moneo.
Respetado y respetuoso, o por respetuoso respetado, Mart¨ª Ar¨ªs recopil¨® sus ideas en un pu?ado de ensayos, Las variaciones de la identidad (1990) La ciudad hist¨®rica como presente (1996), Silencios elocuentes (1999), La cimbra y el arco (2005) o Cabos sueltos (2012) y a¨²n as¨ª, insisti¨® en el papel secundario de la teor¨ªa arquitect¨®nica: ¡°Si algo he aprendido despu¨¦s de muchos a?os es que todo intento de construcci¨®n te¨®rica en nuestro ¨¢mbito debe asumir de entrada un papel auxiliar, de condici¨®n secundaria, supeditado a las obras, verdaderas depositarias del conocimiento¡±. Por eso uno de sus m¨¢s c¨¦lebres escritos subraya la importancia de la cimbra, la armadura sin la que no se pueden construir los arcos. Se trata de un elemento fundamental que, sin embargo, debe retirarse cuando el arco est¨¢ terminado. As¨ª, Mart¨ª consideraba que un edificio puede apoyarse en una teor¨ªa, pero estaba convencido de que una teor¨ªa no pod¨ªa explicar ¨Cy menos justificar- ning¨²n edificio.
Como arquitecto, firm¨® con Armesto barrios de viviendas sociales ¡ªcomo el Conjunto en Poble Nou (1972), el Distrito de San Cosme en el Prat de Llobregat (1986)¡ª, parques ¡ªcomo el de Sant Mart¨ª de Proven?als (1991)¡ª o el Ayuntamiento de Castellbisbal (1993). En l¨ªnea con su ense?anza, esas intervenciones en la ciudad transmiten una misma idea de servicio y responsabilidad. Por eso, un oficio en el que el civismo es tan esencial como la necesidad de contribuir a la construcci¨®n de la ciudad debe recordar, y agradecer, el trabajo de un profesional como Mart¨ª Ar¨ªs. Rafael Aranda ¡ªy sus socios en RCR¡ª lo califican de ¡°maestro de vida y de arquitectura¡± y lo describen y recuerdan como alguien ¡°generoso, accesible, humilde y capaz de maravillarse¡±.
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