El libro triunfa como nunca un lunes en el barrio
En Barcelona, la reapertura de librer¨ªas con cita funciona, y muy bien, para los locales que han fidelizado a su clientela
Sobre el mostrador, un gel para manos de color rosa. Detr¨¢s, Carlota Freixenet, una de las dos libreras de la jovenc¨ªsima La Carbonera, peque?o enclave para amantes de los libros que abri¨® hace justo tres a?os en una de las arterias principales del Poble Sec, la calle Blai. Lleva mascarilla, guantes y una pantalla protectora. Atiende una llamada cada tres minutos. A veces es alguien que quiere saber c¨®mo pedir cita. ¡°Puedes mandarnos un correo o puedes entrar directamente en la p¨¢gina web y ver qu¨¦ horas tenemos libres¡±, explica, si es el caso. Otras, es alguien que quiere saber si su libro ha llegado ya. ¡°No, a¨²n no lo hemos recibido¡±, dice entonces, ¡°en cuanto llegue, te avisamos¡±. Porque hoy lunes 5 de mayo, primer d¨ªa de apertura al p¨²blico, todo lo que hay en la librer¨ªa es lo que hab¨ªa cuando cerraron. ¡°Estamos esperando al transportista¡±, dice. ¡°Puede llegar en cualquier momento¡±.
Esta ma?ana de primavera la gente circula por la calle con cierta despreocupaci¨®n. En la carnicer¨ªa de delante no hay cola. En la esquina, alguien ha abandonado tres libros viejos. Los vecinos llevan mascarillas, pasean perros, se detienen a curiosear en la puerta. No se atreven a entrar, solo cruzan el umbral quienes han pedido cita. ¡°Hemos dado una cita cada 15 minutos. Aunque tenemos los libros preparados, preferimos dar margen para que no se acumule gente¡±, dice Carlota. Las clientas (porque todas son mujeres) llegan puntuales. ¡°No tocan nada. Si quieren algo m¨¢s de lo que han pedido, yo se lo muestro y si quieren llev¨¢rselo, pueden hacerlo sin problema¡±, dice.
?Dir¨ªa que sale a cuenta abrir en estas condiciones? ¡°S¨ª, de hecho, si fuese un d¨ªa normal, no hubi¨¦ramos abierto. Las ma?anas de cualquier d¨ªa entre semana eran complicadas¡±
La clienta de las 10.15 horas, se ha llevado un ejemplar de Peque?o elogio de la fuga del mundo, de R¨¦my Oudghiri (Alfabeto), que hab¨ªa pedido, y tambi¨¦n uno de Frankissstein: una historia de amor, de Jeanette Winterson (Lumen), por el que ha sentido curiosidad en el momento. ?Sale a cuenta abrir en estas condiciones? ¡°S¨ª, de hecho, si fuese un d¨ªa normal, no hubi¨¦ramos abierto. Los lunes no abr¨ªamos. Y, en general, las ma?anas de cualquier d¨ªa entre semana eran complicadas¡±, explica. As¨ª que es un lunes muy rentable. ¡°Esta tarde vendr¨¢n sobre todo padres con ni?os que se han quedado ya sin nada que leer y como las bibliotecas est¨¢n cerradas, est¨¢n desesperados¡±, dice. La fidelizaci¨®n, en su caso, ha sido clave.
Tienen la agenda completa, y eso que sufren cierto desabastecimiento. Las cosas a¨²n mejorar¨¢n de cara a ¡°jueves o viernes¡± cuando esperan recibir todo el material pedido. En La Calders, otra librer¨ªa del barrio, m¨¢s de paso, y cercana al Mercat de Sant Antoni, no se ha cerrado tanto el margen de la cita previa, y la persiana est¨¢ subida y los vecinos se acercan a preguntar. Muchos han hecho pedidos, otros no. Entran, no tocan nada, piden y compran. Nunca m¨¢s de un cliente por librero (son dos, Isabel Sucunza y Luigi Fugaroli) y siempre respetando la distancia de seguridad. Ellos s¨ª han recibido ejemplares, pero no novedades. ?Lo que m¨¢s venden? Boulder, de Eva Baltasar, ¡°y libros de la campa?a de Navidad¡±.
A falta de la promoci¨®n de Sant Jordi, el lector parece tener en mente, dice Isabel, lo que se vendi¨® en Navidad, y eso es lo que pide. Durante la ma?ana, el goteo de clientes es constante. La sensaci¨®n, en esta nueva era dorada de lo local, es la de que, de la misma manera que los vecinos necesitan un corte de pelo, necesitan libros, y van a buscarlos cerca de casa. ¡°Lo m¨¢s alucinante es eso, tener la sensaci¨®n de que nos esperan¡±, dice Isabel.
En La Calders, se plantean abrir hasta las 23 horas, puesto que los paseos de su clientela se inician a las 20 horas, y no tiene sentido cerrar antes
Librer¨ªas m¨¢s grandes como La Central o Laie, permanecen a¨²n cerradas (Laie empezar¨¢ a recibir a clientes con cita previa hoy, La Central esperar¨¢ al lunes 11 de mayo), las peque?as, a la vez menos dependientes de una estructura insostenible y m¨¢s necesitadas de ingresos, est¨¢n deseosas de retomar el contacto perdido, sabiendo que sus clientes, con los que en muchos casos, se cruzan a diario, ¡°las necesitan¡±, como apuntaba Carlota. El resultado les sorprende para bien. Y hace que no puedan evitar pensar en c¨®mo readaptarse a cambios que pueden ser constantes. Si cuando toc¨® encerrarse en casa en La Carbonera ¨C entregaban los libros las propias libreras desplaz¨¢ndose en bicicleta por toda la ciudad, en el futuro, desde La Calders, se plantean abrir hasta las 23 horas. Los paseos de buena parte de su clientela se inician a las 20 horas, y piensan que no tiene sentido cerrar antes.
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