Las notas que redact¨® Juli¨¢n Besteiro para rendir Madrid a Franco
El dirigente socialista, cuyo fallecimiento se produjo hace ahora 80 a?os, esboz¨® a mediados de marzo de 1939 a mano en cuatro cuartillas c¨®mo deb¨ªa entregarse la capital y acabar la Guerra Civil

Domingo, 5 de marzo de 1939, 23.30. Era la primera vez que Juli¨¢n Besteiro hablaba desde los micr¨®fonos de Uni¨®n Radio en calidad de miembro del reci¨¦n constituido Consejo de Defensa Nacional. Era tambi¨¦n la primera vez que se hablaba p¨²blicamente desde la Rep¨²blica de derrota y rendici¨®n con tal contundencia y claridad. Minutos despu¨¦s, el mensaje llegaba transcrito al Cuartel General de Franco. El momento que tanto tiempo llevaba preparando desde que ordenara detener el ataque frontal sobre Madrid, aquel lejano noviembre de 1936, hab¨ªa llegado. La ciudad, como anunci¨® entonces el propio Francisco Franco a sus generales, se rendir¨ªa desde dentro.
La precipitaci¨®n del final de la Guerra Civil, a trav¨¦s del conocido como golpe del coronel Casado, rompi¨® definitivamente las relaciones de todas las organizaciones del Frente Popular. Un proceso en el que confluyeron al menos tres factores: la evoluci¨®n pol¨ªtica del conflicto; la evoluci¨®n militar, con los combates internos por el control de la capital, y, en consecuencia, la nueva dimensi¨®n que ocupaba Madrid como centro pol¨ªtico de la posguerra. Un momento crucial que ha pasado a la historia por la fotograf¨ªa de Besteiro radiando su discurso, escoltado por un Casado cuyo rostro delataba la gravedad del instante. Una imagen que ha marcado la idea de un complot para poner fin a la guerra.
La precipitaci¨®n del final de la Guerra Civil, a trav¨¦s del conocido como golpe del coronel Casado, rompi¨® definitivamente las relaciones de todas las organizaciones del Frente Popular
Tras concluir el mensaje, Besteiro, la ¨²nica figura hist¨®rica que quedaba del socialismo dentro de Espa?a, se encerr¨® en los s¨®tanos del Ministerio de Hacienda, en la calle de Alcal¨¢, de donde ya no saldr¨ªa hasta su detenci¨®n. All¨ª redact¨® a mano unas notas que, aunque est¨¢n sin fechar, pueden situarse dos semanas despu¨¦s de su intervenci¨®n, una vez concluidos los combates con las fuerzas comunistas fieles al hasta entonces presidente del Consejo de Ministros, Juan Negr¨ªn, y reanudadas las conversaciones con Burgos. En cuatro cuartillas escritas a mano, con trazo grueso y r¨¢pido, esboz¨® las l¨ªneas para la rendici¨®n. Las titul¨® Necesidad de una actuaci¨®n r¨¢pida, notas sobre la ocupaci¨®n de Madrid al final de la guerra. Del borrador original, conservado en el Archivo de la Fundaci¨®n Pablo Iglesias, tan solo cambi¨® la palabra ¡°ocupaci¨®n¡± por la de ¡°entrega¡±, pero mantuvo ¨ªntegros los cinco p¨¢rrafos cortos, concisos, cada uno de los cuales conten¨ªa un mensaje central:
¡°La prisa de los nacionalistas y de su propaganda est¨¢n creando un estado psicol¨®gico que puede precipitar el desenlace sin que se permita ordenar la evacuaci¨®n¡±.
¡°Conviene un acto que d¨¦ la sensaci¨®n tranquilizadora de que la paz es un hecho y permita recomendar un orden que facilite la evacuaci¨®n y el tiempo y m¨¦todos necesarios para lograrla ordenadamente¡±.
¡°Ese acto podr¨ªa ser la entrega simb¨®lica que, a ser posible, consistir¨¢ en la entrega de Madrid, m¨¢s bien que la entrega de los aeroplanos¡±.
¡°Desistir de todo compromiso firmado por ambas partes, entre otras cosas por su completa ineficacia. En cambio, recabar el derecho de hacer p¨²blicos los ofrecimientos realizados espont¨¢neamente por Franco, porque ello producir¨ªa un efecto sedante y evitar¨ªa el ¨¦xodo de la gran masa que, de ponerse en movimiento, har¨ªa imposible salvar a nadie¡±.
¡°Concentrar todo el esfuerzo en la ordenaci¨®n de la entrega seg¨²n las consecuencias de la evacuaci¨®n, con desestimiento [sic] de todo plan estrat¨¦gico, ya que, a la altura a la que han llegado las cosas, su aplicaci¨®n no har¨ªa m¨¢s que prolongar y acrecentar el desastre, con perjuicio para todos y especialmente para los nuestros¡±.
La entrega de la aviaci¨®n
Estos cinco puntos forman parte del plan que improvisaron los socialistas de la zona Centro que, junto con los anarquistas, quer¨ªan terminar la guerra cuanto antes. Ambos se opon¨ªan al alto mando republicano, que esgrim¨ªa razones estrat¨¦gicas, como la entrega de tropas y en especial de la aviaci¨®n, para prolongar las negociaciones con los franquistas. Besteiro trat¨® de desbloquear la situaci¨®n obviando la necesidad de alcanzar una paz firmada entre los dos Ej¨¦rcitos, como hab¨ªa intentado Casado sin ¨¦xito, y haciendo p¨²blicas las ¡°concesiones¡± propuestas por Franco. El mensaje de Burgos de ¡°perd¨®n para los que no tuvieran las manos manchadas de sangre¡± era conocido, pero no tanto sus condiciones: los combatientes y la poblaci¨®n civil deb¨ªan retornar a las localidades en las que resid¨ªan antes del 18 de julio para su posterior clasificaci¨®n.
Advirtiendo las consecuencias del cierre que provocar¨ªa una m¨¢s que probable ocupaci¨®n militar, Besteiro trat¨® de acelerar la evacuaci¨®n a trav¨¦s de un gesto altamente simb¨®lico como era la entrega de Madrid para terminar la guerra. Sus ¨²ltimas acciones pol¨ªticas fueron en esa direcci¨®n. La ma?ana del 18 de marzo envi¨® un cable a Washington al embajador en Estados Unidos, Fernando de los R¨ªos, para que contactara con el embajador de M¨¦xico en Par¨ªs: ¡°Para que nos proporcione informaci¨®n concreta acerca ayuda que M¨¦jico puede prestarnos, admitiendo emigrados de esta zona en momento de liquidaci¨®n. Es este asunto fundamental para nosotros, dadas circunstancias actuales¡±. Esa misma noche, exhausto, dirigi¨® un nuevo mensaje de radio, revelando los t¨¦rminos de las conversaciones que los militares manten¨ªan en secreto.
El cataclismo fue definitivo. Tras una breve interrupci¨®n de los mensajes, el Cuartel General de Franco rechaz¨® expresamente que Besteiro, ¡°ni ning¨²n otro pol¨ªtico¡±, tuviera noticia de las conversaciones entre militares. El coronel Casado, tras aceptar la ¡°rendici¨®n incondicional¡±, se dispuso a abandonar el pa¨ªs. El resto del Consejo de Defensa hizo lo propio, a excepci¨®n de Besteiro y de los miembros del Consejo de Madrid que tambi¨¦n hab¨ªan acordado quedarse. El vac¨ªo de poder fue tal que la capitulaci¨®n tuvo que ser anunciada el 26 de marzo por este ¨²ltimo organismo, al tiempo que notificaba por radio el avance del Ej¨¦rcito franquista y el bombardeo italiano del aer¨®dromo de Aranjuez. La temida ofensiva final parec¨ªa inminente y la evacuaci¨®n escalonada se hab¨ªa convertido en una huida masiva y desesperada. Esa misma tarde, la radio anunciaba la entrega de la aviaci¨®n.
Los ¨²ltimos mensajes apelaron al Consejo de Defensa Nacional cuando sus integrantes sab¨ªan que Besteiro era el ¨²nico de todos ellos que se hab¨ªa quedado en Madrid. Su interlocutor pol¨ªtico, sin embargo, ya no ten¨ªa trabajo alguno que hacer. Todo se hab¨ªa resuelto entre militares. La entrada de las tropas por la Ciudad Universitaria hab¨ªa sido acordada por los franquistas con el coronel Prada. Tras salir del Ministerio de Hacienda, Prada se dirigi¨® por radio a ¡°toda Espa?a¡± como ¨²ltima autoridad militar republicana del Ej¨¦rcito del Centro.
Las comunicaciones se interrumpieron definitivamente. Todos los puntos neur¨¢lgicos de Madrid, suministros, combustibles, abastecimientos, adem¨¢s de las c¨¢rceles, juzgados y comisarias, ya hab¨ªan cambiado de manos. El grueso de las tropas entraba al d¨ªa siguiente, a partir de la una del mediod¨ªa, como estaba previsto. Y, pr¨¢cticamente, lo primero que hicieron desde el punto de vista pol¨ªtico fue detener y procesar a Besteiro, que el 29 de marzo ya estaba declarando ante un tribunal especial militar. Felipe Acedo Colunga, que actu¨® de fiscal, pidi¨® la pena de muerte contra el que hab¨ªa sido su profesor de primer curso de L¨®gica, ¡°porque a los ¨²nicos que redime la revoluci¨®n es a sus dirigentes¡±. El 8 de julio, finalmente, fue condenado a la pena de reclusi¨®n perpetua. Enfermo y con 68 a?os, esta sentencia equival¨ªa a una muerte segura. A?o y medio despu¨¦s fallec¨ªa en la prisi¨®n sevillana de Carmona, donde hab¨ªa sido trasladado con un grupo de sacerdotes vascos y de militantes del PNV, quiz¨¢s los primeros en haber intentado una rendici¨®n pactada.
Gutmaro G¨®mez Bravo es historiador de la Universidad Complutense de Madrid.
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