Ricardo Pach¨®n: el a?o terrible del productor de ¡®La leyenda del tiempo¡¯
El ide¨®logo de discos hist¨®ricos de Camar¨®n, Pata Negra o Veneno reconstruye su vida tras varios golpes, entre ellos, su accidentado paso por la Administraci¨®n, como director del Instituto Andaluz de Flamenco
Ricardo Pach¨®n vendi¨® hace unos d¨ªas su guitarra m¨¢s preciada. Un ejemplar muy valorado, una Santos Hern¨¢ndez de 1928. Pach¨®n tiene artrosis en la mano izquierda y ya no puede disfrutar del instrumento. Pero esa no es la raz¨®n principal para haberse desprendido de ella. Necesita el dinero. Por primera vez en su vida, la estabilidad econ¨®mica no est¨¢ garantizada.
La casa de Ricardo Pach¨®n est¨¢ en el centro de Sevilla, pegada al estadio S¨¢nchez-Pizju¨¢n. Vive solo. Por la ma?ana, de lunes a viernes, acude una trabajadora, Pepi, que recoge la vivienda y hace la comida. Lleva a?os con ¨¦l. Es una zona abigarrada de casas adosadas. El interior es amplio. Tres pisos. En la parte de abajo hay un jard¨ªn generoso con una peque?a piscina. En el segundo piso, Pach¨®n guarda su tesoro. Recuerdos, fotograf¨ªas y algunos de los discos que ha producido, unos 100. Al menos cinco merecen reverencia, por haber supuesto una revoluci¨®n de la m¨²sica espa?ola, la fusi¨®n del rock con el flamenco. Produjo las primeras canciones de Smash (1970), los cl¨¢sicos de Lole y Manuel (1975), el ¨²nico disco de Veneno (1977), el debut de Pata Negra (1981) y, sobre todo, La leyenda del tiempo (1979), considerada como la obra maestra de Camar¨®n de la Isla. La labor de un productor es liderar una grabaci¨®n, orientar al m¨²sico, aconsejarlo, sacar todo el partido de su talento, surtirle de composiciones. Los hay que se limitan a un asesoramiento t¨¦cnico, y existen los ide¨®logos, profesionales implicados que se convierten en el alma de las grabaciones. A este ¨²ltimo caso pertenece Ricardo Pach¨®n.
Sufri¨® una depresi¨®n. Fueron ocho meses en los que no sal¨ªa de casa ni recib¨ªa apenas visitas. Justo cuando le dijo su m¨¦dico que la ¨²nica forma de superarlo era trabajando lleg¨® la llamada
Pero aquello es el pasado. Hoy tiene 83 a?os (naci¨® en 1937 en Sevilla) y define los ¨²ltimos 12 meses de su vida como ¡°terribles, terribles¡±. Todo comenz¨® en marzo de 2019 con el fallecimiento por c¨¢ncer de Reyes, su pareja de los ¨²ltimos 11 a?os. Pach¨®n qued¨® devastado. Sufri¨® una depresi¨®n. Fueron seis meses en los que no sal¨ªa de casa ni recib¨ªa apenas visitas. Justo cuando le dijo su m¨¦dico que la ¨²nica forma de superarlo era trabajando en algo ilusionante, teniendo el tiempo ocupado, lleg¨® la llamada del departamento de cultura de la Diputaci¨®n de Sevilla. Quer¨ªan que fuese el director del Instituto Andaluz de Flamenco, una de las instituciones oficiales m¨¢s importantes en la difusi¨®n del g¨¦nero. A su edad. ¡°Pero me lanc¨¦ en plancha porque era justo lo que me hab¨ªa recomendado el m¨¦dico, que tuviese actividad laboral¡±, asegura.
Dur¨® en el cargo solo cuatro meses. Enseguida empez¨® a chocar con burocracias y corrientes de opini¨®n contrarias. ¡°Era demencial. Ten¨ªamos reuniones de seis horas para cosas que se pod¨ªan solucionar en 10 minutos. Todo lo que propon¨ªa me lo negaba la gente que ten¨ªa por encima [la consejer¨ªa de Cultura y Patrimonio Hist¨®rico]. Parec¨ªa el conserje en lugar del director. Me sent¨ªa como un submarino en escabeche en esa selva¡±, explica. El desencuentro final fue el proceso de elecci¨®n del director del Ballet Flamenco, cuyo desarrollo tilda Pach¨®n de ¡°ilegal¡±. ?l quer¨ªa a Antonio Canales. ¡°Pero hay un lobby antigitano en Sevilla que presion¨® para que Canales no fuera elegido¡±, argumenta. Desde la conserjer¨ªa explican a este peri¨®dico su decisi¨®n para prescindir del productor: ¡°Diferencias en las l¨ªneas de trabajo y los proyectos¡±.
El despido lleg¨® al mismo tiempo que el coronavirus. Desde entonces, Pach¨®n ha tenido tiempo para echar cuentas. Y no le salen. Su pensi¨®n es de 1.300 euros. Pach¨®n compatibiliz¨® durante muchos a?os su labor de productor con la de funcionario. Se jubil¨® de trabajador p¨²blico antes de tiempo, por eso no puede cobrar la pensi¨®n completa. Cuando viv¨ªa su pareja llegaban dos pensiones y viv¨ªan sin apreturas. Los pocos meses que permaneci¨® en el cargo del Instituto Andaluz compensaron la falta de un ingreso [Reyes ya hab¨ªa fallecido], ya que ganaba unos 4.000 euros mensuales. Ahora vive solo, su cabeza est¨¢ l¨²cida, pero sus piernas tienen d¨ªas torpes a sus 83 a?os. Dice que necesita a Pepi para que le haga la comida y ordenar la casa. Todas las ma?anas de lunes a viernes. Luego est¨¢ el gas, la electricidad¡ ¡°Es una casa h¨²meda y grande. Cuando pongo la calefacci¨®n en invierno llegan unas facturas enormes. Ahora tendr¨¦ que controlar eso y ponerla menos¡±. Tiene cinco hijos, pero no quiere que le ayuden econ¨®micamente. ¡°Toda la vida ha sido al rev¨¦s: yo siempre me he ocupado de ellos¡±, dice. ?Y los derechos de autor? Pach¨®n firma parcialmente, por ejemplo, ocho de las diez composiciones de La leyenda del tiempo. ¡°Es una miseria. Unos 300 euros cada seis meses. Esos discos tienen mucho prestigio, pero apenas se venden¡±, se?ala.
Pach¨®n se crio en el barrio sevillano de Triana, con gitanos, y ah¨ª cre¨® un v¨ªnculo f¨¦rreo con el flamenco. Conviv¨ªa con ellos, participaba en sus fiestas. ¡°Era una simbiosis muy buena entre gach¨¦s y gitanos. Hasta hab¨ªa guardias civiles gitanos, y matrimonios mixtos, claro. En aquella ¨¦poca en Triana no hab¨ªa ni delincuencia ni droga¡±, asegura. Aprendi¨® a tocar la guitarra y se dio la posibilidad de tocar para muchos cantaores de raza, de estirpes como los Cagancho o los Pelao. Hasta acompa?¨® en una ocasi¨®n a la Ni?a de los Peines. Le dec¨ªan: ¡°Venga, que toque el abogao¡±. Estudi¨® la carrera de Derecho y en 1971, con 34 a?os, aprob¨®, con el n¨²mero uno, unas oposiciones en la Diputaci¨®n de Sevilla. A finales de los sesenta empieza a producir discos. El trabajo era mucho y tuvo que dejar en suspenso en algunos momentos su labor de funcionario. Hubo una ¨¦poca en la que gan¨® bien.
Gracias al LSD se produjo la revoluci¨®n musical en Sevilla. Nadie abusaba. De vez en cuando lo tom¨¢bamos. Nos ¨ªbamos al campo, hac¨ªamos una comida. Se disfrutaba de la naturaleza. Era un viaje placentero, una conexi¨®n con la naturaleza que te ayudaba a crear
El productor habla pausado, da peque?os sorbos a una palomita (chupito de an¨ªs con agua) y se gusta contando an¨¦cdotas. Afirma que el LSD fue clave en la creaci¨®n del flamenco rock. ¡°Nos llegaba de mucha calidad, desde California hasta las bases americanas de Sevilla y luego a nosotros. Gracias al LSD se produjo la revoluci¨®n musical en Sevilla. Nadie abusaba. De vez en cuando lo tom¨¢bamos. Nos ¨ªbamos al campo, hac¨ªamos una comida. Se disfrutaba de la naturaleza. Era un viaje placentero, una conexi¨®n con la naturaleza que te ayudaba a crear¡±. Asegura que fue el primero que le dio esa sustancia a Camar¨®n: ¡°Y en parte por eso se hizo La leyenda del tiempo. Esa desinhibici¨®n de Camar¨®n le permiti¨® aceptar la guitarra el¨¦ctrica, la bater¨ªa, el sitar, el ¨®rgano¡ Porque ¨¦l ven¨ªa de las palmas y la guitarra¡±.
Pero la droga cambi¨®. A mediados de los setenta y los ochenta irrumpieron la coca¨ªna y la hero¨ªna. Los gitanos ya hab¨ªan sido expulsados de Triana e instalados en el barrio de las Tres Mil Viviendas. El productor estuvo rodeado de drogas en una ¨¦poca donde ¡°entrabas a un estudio y cualquier mindundi preparaba rayas para todos¡±. ¡°Yo he sido herb¨ªvoro toda la vida. He fumado marihuana. No me ha gustado ni el hach¨ªs. He estado siempre en la planta, en el cogollo de esa planta maravillosa, la marihuana. Fumaba poco. No he sido un ansioso. Comprend¨ª las virtudes de la concentraci¨®n que te daba un pitillo de marihuana, c¨®mo te libera a la hora de componer, de escribir¡±. Estuvo fumando hasta hace unos meses. Lo encend¨ªa, le daba un par de caladas, al d¨ªa siguiente lo retomaba. ¡°Me duraba un cigarrillo tres d¨ªas. Pero me dio una bronquitis hace seis meses y lo he dejado¡±, apunta. Y a?ade, se?alando con el brazo extendido un rinc¨®n del peque?o jard¨ªn: ¡°Mira, ah¨ª, al lado de donde est¨¢s t¨² sentado, hab¨ªa una planta de marihuana de dos metros. Pero hace tres meses la cort¨¦, la limpi¨¦ y la he guardado en unos botes. Yo no fumo, pero le doy a amigos cuando me visitan¡±.
Ricardo Pach¨®n fue como productor m¨¢s intuitivo que un ilustrado de la parte t¨¦cnica. El trato con los m¨²sicos (almas libres casi todos) era de colegas, aunque ¨¦l fuera 15 a?os mayor. Sab¨ªa c¨®mo llevarlos, era parte de la tribu Musicalmente estaba obsesionado con un disco llamado Rock Encounter (1970), protagonizado por dos guitarristas, el flamenco de Pamplona Sabicas, y el jazz rockero de Filadelfia Joe Beck. A partir de esta fusi¨®n del rock con el flamenco empez¨® ¨¦l a buscar. Lo encontr¨® primero en Smash y luego en el resto. La base flamenca estaba en la tierra. ?Y el rock? ¡°En Sevilla se escucharon los discos de Pink Floyd 10 a?os antes que en Madrid. Sal¨ªan de Estados Unidos o Reino Unido y a los dos d¨ªas estaban en la base de Mor¨®n o Rota. Y como ten¨ªamos contactos nos los pasaban. Los escuch¨¢bamos una y otra vez. La m¨²sica de Pink Floyd nos atravesaba¡±, afirma.
A finales de los setenta Pach¨®n se hizo con un aparato llamado Nagra, un peque?o magnet¨®fono con dos cintas magn¨¦ticas que le cost¨® un mill¨®n de pesetas. ¡°Una barbaridad, pero incluso val¨ªa m¨¢s¡±, dice. Con ese artilugio (del tama?o de una peque?a bandeja de comida), pr¨¢cticamente un estudio port¨¢til, registr¨® conciertos, fiestas flamencas, actuaciones en casas¡ Todo ese material in¨¦dito es el que llena su suculento archivo.
Los grandes discos por los que Pach¨®n es recordado fueron un fracaso de ventas. La m¨²sica de Smash apenas tuvo repercusi¨®n en su momento, Veneno vendi¨® 700 copias, La leyenda del tiempo, 4.000 (cuando Camar¨®n ven¨ªa de despachar 20.000)¡ ¡°S¨ª, el fracaso es la marca de la casa¡±, dice con guasa, para luego a?adir: ¡°Yo no quer¨ªa vivir de la m¨²sica. No pretend¨ªa ganar dinero, aunque esa era una putada para los m¨²sicos y las compa?¨ªas. Mi meta era hacer una obra de arte¡±.
¡°S¨ª, el fracaso es la marca de la casa¡±, dice con guasa, para luego a?adir: ¡°Yo no quer¨ªa vivir de la m¨²sica. No pretend¨ªa ganar dinero, aunque esa era una putada para los m¨²sicos y las compa?¨ªas. Mi meta era hacer una obra de arte¡±
La leyenda del tiempo fue un disco incomprendido en su momento (a?os m¨¢s tarde acab¨® en un altar), pero Pach¨®n sigui¨® con Camar¨®n y llegaron ¨¢lbumes que se vendieron mucho mejor. Tambi¨¦n trabaj¨® con Tomatito, Roc¨ªo Jurado¡ Empez¨® a ganar bien. Se compr¨® al contado la casa donde vive y, a pesar de ser abogado, mostr¨® un desinter¨¦s absoluto por sus finanzas. No quiso pelear lo que otros m¨²sicos s¨ª han hecho, los derechos de autor en pel¨ªculas, series de televisi¨®n, etc. ¡°El otro d¨ªa me dijeron que sonaron canciones m¨ªas en esa serie tan famosa, no s¨¦ qu¨¦ del tiempo [se refiere a El Ministerio del Tiempo], pero ni me pusieron en los cr¨¦ditos ni me va a llegar nada¡±, lamenta.
Le queda el archivo, unos 1.000 minutos de audio y 500 de v¨ªdeo con material in¨¦dito de Camar¨®n, Pata Negra, Silvio, Tabletom¡ Ha tenido contacto con varias instituciones, pero no ha llegado a un acuerdo. ¡°La ¨²ltima vez ni siquiera ped¨ªa nada para m¨ª. Solo el sueldo de tres personas durante dos a?os para que me ayudasen a organizarlo¡±, apunta. Su idea es montar una p¨¢gina web. ¡°Algunas grabaciones las regalar¨¦ y otras las comercializar¨¦. Ahora necesito el dinero¡±, informa.
De su experiencia breve y negativa por el Instituto Andaluz de Flamenco quiz¨¢ su mejor recuerdo fue un encuentro con Rosal¨ªa. Fue el noviembre pasado, cuando se celebraron los premios MTV EMA en Sevilla. ¡°Contact¨¦ con la m¨¢nager y le dije que quer¨ªa conocer a Rosal¨ªa. Me cit¨® a las 12 de la noche, despu¨¦s de la gala, en el hotel Col¨®n. Hab¨ªa una zona aparte con una cenita preparada. Estuve una hora con ella. Me pareci¨® una persona extraordinaria. Me dijo: ¡®Yo de flamenco no se nada, Ricardo, ni lo pretendo. Me gusta el flamenco a rabiar, pero no puedo cantar flamenco ni lo pretendo¡¯. Una gran mujer¡±.
Entre las turbulencias de un a?o tan oscuro, Pach¨®n ve salir el sol en los ¨²ltimos d¨ªas: ha conocido a alguien y est¨¢ ilusionado. ¡°A mi edad no se si est¨¢ permitido enamorarse, pero s¨ª, tengo con alguien una amistad profunda¡±.
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