La cortina de psicosis
Parece que las amplias audiencias del arte est¨¢n mucho mejor informadas que los gerentes de las grandes colecciones, que ¨²ltimamente han mostrado actitudes no muy diferentes a los especuladores en el uso del arte como una forma de inversi¨®n
Credibilidad e ilusi¨®n son dos aspectos fundamentales de nuestro sentido de la cultura. Los artistas, con su augusta actitud hacia el dinero y el poder, hace tiempo que renunciaron a convencernos de que los l¨ªmites entre imagen y realidad eran difusos, intrascendentes. Es conocido el episodio que relata Plinio el Viejo sobre la apuesta entre dos pintores, Zeuxis y Parrasio (siglo V a. C.), para ver qui¨¦n era el artista m¨¢s grande. El primero pint¨® un racimo de uvas tan real que los p¨¢jaros intentaron picotearlas. Entonces le pidi¨® a su oponente que descorriera la cortina de su pintura, a lo que este le replic¨® diciendo que la cortina era en s¨ª la pintura. ¡°Yo he enga?ado a los p¨¢jaros, pero Parrasio me ha enga?ado a m¨ª¡±, concluy¨® un enfadado Zeuxis.
El mito de los dos pintores revela algo que hace ya mucho tiempo detect¨® la clase pol¨ªtica mundial, y es que a los seres humanos nos atrae lo que est¨¢ oculto. Con la crisis mundial provocada por la covid-19, se ten¨ªa la convicci¨®n de que los museos deb¨ªan abrir bajo m¨ªnimos, amplios de informaci¨®n y de sugerencias a trav¨¦s de sus canales virtuales, en el extremo opuesto de las estrategias de marketing global que obligaron a su expansi¨®n innecesaria, a endebles retrospectivas que se aguantan con hilos y papel de celo o a las de las grandes firmas que solo satisfacen a las salas de subastas.
Pero hay algo m¨¢s peligroso que querer correr la cortina, y es la disociaci¨®n, el distanciamiento de los hechos. Profundamente conscientes de la gravedad econ¨®mica a la que se enfrentan, los directores de las pinacotecas no deber¨ªan asumir el papel de quien pinta un trampantojo para hacer ver que el arte (el museo) es el ¨²nico reducto de credibilidad impermeable a la realidad. Lo hacen con esa lujuriosa relajaci¨®n de pol¨ªtico populista o en el peor de los casos de un mal periodista que no se entera de por d¨®nde van los tiros.
Nadie quiere volver a ver los museos demencialmente abarrotados, y esta es una realidad
Parece que las amplias audiencias del arte est¨¢n mucho mejor informadas que los gerentes de las grandes colecciones, que ¨²ltimamente han mostrado actitudes no muy diferentes a los especuladores en el uso del arte como una forma de inversi¨®n. Nadie quiere volver a ver los museos demencialmente abarrotados, y esta es una realidad. La pandemia ha servido para correr la cortina, pero ah¨ª est¨¢ psyco, el director de museo que no sabe si es una madre paciente esperando a recibir en su hotel a los miles de turistas o un alma en pena aislado en su propio mundo.
No es la credibilidad sino la confianza, el verdadero artefacto cultural que le espera a la sociedad, y este es el gancho, un gancho mucho m¨¢s sorprendente y valioso que cualquier Victoria de Samotracia o la Mona Lisa rodeada de tropecientos mil turistas.
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