Loquillo estrena nueva normalidad: todo va a salir regular
El m¨²sico es el primero en subirse al escenario del Wizink Center, tras el par¨®n por el coronavirus y con un aforo reducido, en una noche rara, ni demasido emotiva, ni demasiado festiva
Las inmediaciones del Wizink Center minutos antes de que Loquillo subiera al escenario parec¨ªan una de aquellas manifestaciones en las que hay m¨¢s prensa que manifestantes, o uno de esos restaurantes en los que trabajan varios camareros por comensal. El aforo para este primer concierto de esta nueva normalidad en el recinto madrile?o destinado a las grandes ocasiones, se hab¨ªa reducido de los 18.000 habituales a menos de 2.000. Al mismo tiempo, las medidas de seguridad y sanitarias se hab¨ªan reforzado, lo que implicaba que, antes de acceder a tu asiento en el recinto, ya hab¨ªas interactuado con, al menos, media docena de desconocidos, que son bastantes m¨¢s de los que recomienda la OMS como dosis diaria. Una vez dentro, gradas semipobladas y una pista con sillas separadas por la pertinente distancia de seguridad, d¨¢ndole el inquietante aspecto al foso de un bosque replantado tras un incendio. Un ¨¦xito con aspecto de fracaso, un poco como aquellos d¨ªas en que te alegrabas porque bajaba la cifra de muertos un poco.
?Por qu¨¦ Loquillo para abrir este nueva temporada de conciertos extra?os? A los tres segundos de subirse al escenario estaba claro: arranc¨® con En las calles de Madrid. Este es el tipo de artista que se necesita para estos momentos, gente que nos recuerde lo maravilloso que era todo hace a?os y lo maravilloso que puede todo volver a ser porque todos somos maravillosos. El m¨²sico es hoy representante de la gente de orden, valor refugio. Con esa presencia esc¨¦nica apabullante y su eterna habilidad para hacer ver que canta bien, algo que, seg¨²n se mire, es bastante m¨¢s meritorio que cantar simplemente bien, Loquillo puso patas arriba el recinto durante aproximadamente un minuto.
Luego la cosa transit¨® por un valle algo desolado, unas soledades que duraron unos eternos minutos de ambiente extra?¨ªsimo. El p¨²blico quer¨ªa, pero no le sal¨ªa. La banda parec¨ªa sorprendida ante la cruda realidad: no val¨ªa solo con estar all¨ª, sobre el escenario en una fecha hist¨®rica, hab¨ªa que tocar. Una versi¨®n de Johnny Cash y un parlamento del artista emocionado, pero no demasiado emocionante, fueron la antesala de El rompeolas, aquella maravilla de la ¨¦poca Trogloditas que contiene todo lo que le hizo grande, a ¨¦l y a quienes le acompa?aban, una banda de verdaderos descastados y no este clich¨¦ de roqueros de tienda de ropa de segunda mano de Malasa?a que tiene hoy como banda y que se cargaron de forma imperdonable El ritmo del garaje, una de las mejores canciones de la historia rock espa?ol, convirtiendo un tema juguet¨®n y nuevaolero en uno de rock casposo, lleno de clich¨¦s y poses. Eso s¨ª, en Cadillac solitario estuvieron sublimes.
Loquillo resulta mucho m¨¢s solvente cuando toca sus temas recientes, lo que ser¨ªa perfecto si esos temas recientes tuvieran el mismo gancho que los antiguos. Estos, por su parte, los gestiona de forma irregular, una vez como una banda de rock de postal; otras, como si fuera el grupo que act¨²a en alg¨²n late night -cuando fue el turno de la versi¨®n de El rey del glam sent¨ªas que en cualquier momento pod¨ªa aparecer Buenafuente-. Serios pero canallitas. Malos, pero al d¨ªa con los pagos de la hipoteca. De cualquier modo, hoy se perdona todo, y en este carrusel de emociones en el que estamos instalados, media docena de temas bien resueltos y un tipo que, a pesar de todos sus ¨¢ngulos muertos, sigue siendo a sus 59 a?os el que representa mejor todo lo bueno y lo malo se la m¨²sica de este pa¨ªs, son lo mejor para volver a¡ lo que sea.
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