La nueva normalidad hospitalaria de La Fura dels Baus
La compa?¨ªa de teatro defiende en su reciente obra el trabajo de los sanitarios y reivindica la utilidad del arte en los tiempos oscuros
La nueva normalidad del teatro exige sillas separadas, recomienda distancia de seguridad y obliga a portar mascarillas. El resto sigue igual, como un arte reivindicativo. As¨ª lo presenta la compa?¨ªa La Fura dels Baus en su nuevo espect¨¢culo, denominado como esa extra?a Nueva normalidad que est¨¢ por definir. Y para tratar de conocerla el teatro retrocede para dilucidar qu¨¦ camino ha propiciado esta situaci¨®n y mostrar un futuro en el que cabe toda la sociedad.
La funci¨®n, que ya ha sido representada en Catalu?a, inicia su gira por otras regiones en el aparcamiento del hospital c¨¢ntabro de Torrelavega por la iniciativa del Gobierno regional La cultura contraataca. La comuni¨®n entre personas y naturaleza parte de varias hileras de sillas envueltas en el aroma de los cercanos eucaliptos y plantas de hierbabuena y con la monta?a c¨¢ntabra al fondo. ¡°La Tierra inspira, la Tierra expira, la Tierra respira¡±, canta una mujer vestida con bata blanca. ¡°La Naturaleza es m¨¢s fuerte que nosotros, no hay que sentir el miedo dentro de nuestro cuerpo sino el respeto en nuestro coraz¨®n¡±, prosigue. Unos sanitarios a modo de corifeos marcan el cambio de escenas mientras por todas las partes del recinto transcurre el espect¨¢culo.
Una reflexi¨®n la verbaliza un hombre de bata blanca a quien le cae la arena de un saco que cuelga sobre ¨¦l. Medita: ¡°?Aprovecharemos la oportunidad?¡±
Triunfan las met¨¢foras del ahogamiento tanto en pl¨¢sticos al vac¨ªo como en profundas peceras donde el aire se agota y los protagonistas piden socorro: se ahogan. Al igual que ¡°un mundo en el que cuesta respirar¡±, seg¨²n denuncian, en el que la sociedad se ha atrapado entre paredes y solo un confinamiento ha permitido reflexionar sobre este modelo. Carlus Padrissa, director de la obra, relata que la idea brot¨® a medida que se desarrollaba la pandemia, tiempo que aprovecharon para definir la funci¨®n y, tan pronto como se levantaron las restricciones, ensayar. Mucha pr¨¢ctica requieren las coreograf¨ªas en el agua, en espacios angostos, con maquinaria funcionando, motosierras esculpiendo una talla de madera y hasta con un barco que surca este cemento. ¡°Es un momento, aunque estemos tocando fondo, para que el arte reflexione y permita visualizar un horizonte al que nunca nos acercamos, pero est¨¢ ah¨ª¡±, conf¨ªa Padrissa. ¡°Lo importante son los problemas del camino¡±, agrega.
Raz¨®n no le falta, seg¨²n se escucha entre el p¨²blico que hace cola para acceder al recinto. Los espectadores asumen la zozobra que no solo sacude a este buque teatral, pero compromiso no les falta, como sostiene Paloma Casado, firme defensora de que es mucho m¨¢s f¨¢cil infectarse en una terraza que guardando cola a una distancia prudencial de las dem¨¢s personas. Unas sanitarias comentan mientras espera que les hace ilusi¨®n que ¡°por fin¡± alguien se acuerde de ellas.
Pronto se le plantea al espectador el valor de este colectivo y de los cient¨ªficos que son los exploradores de la era moderna: igual que anta?o encontraron tierras firmes, ahora tienen otro cometido en el horizonte. ¡°Solo de la muerte no se ha procurado escapatoria¡±, relata uno de los actores, que recuerda c¨®mo los ¨¦picos viajeros Magallanes y Elcano demostraron que la tierra era redonda tras inmensas penurias en sus viajes. Qui¨¦n les iba a decir que medio milenio despu¨¦s se les cuestionar¨ªa.
A medida que el d¨ªa se apaga, se encienden las antorchas de unos trogloditas cuyas danzas tribales recuerdan la evoluci¨®n del ser humano
La Fura dels Baus, a medida que el d¨ªa se apaga, enciende las antorchas de unos trogloditas cuyas danzas tribales recuerdan la evoluci¨®n del ser humano. La obra avanza hasta realidades contempor¨¢neas, como aquella que implica que la m¨¢s honesta de demostrar el amor hacia alguien no es haci¨¦ndolo, sino separ¨¢ndose. Tambi¨¦n cabe una exhortaci¨®n hacia los excesos policiales y la muerte del afroamericano George Floyd; tampoco se olvidan de las m¨¢s actuales reivindicaciones y gritan, entre aplausos de los presentes: ¡°?Viva la Sanidad P¨²blica!¡±.
La funci¨®n dura aproximadamente una hora sin dejar de ofrecer dilemas a los asistentes. Una reflexi¨®n la verbaliza un hombre de bata blanca a quien le cae la arena de un saco que cuelga sobre ¨¦l. Medita. ¡°?Aprovecharemos la oportunidad?¡±, pregunta y se pregunta, mientras grano a grano su rostro y su traje adquieren tonalidad marr¨®n. Unos metros m¨¢s all¨¢, las dos protagonistas de los platos de una balanza contraponen sus pensamientos sobre el devenir de la humanidad. ?Y si la nueva utop¨ªa que se trace vuelve a hundirse?, exponen. Pero de ellas no depende la respuesta.
Al poco, los altavoces recuerdan que la nueva normalidad trasciende de esas sillas negras: ¡°Este espect¨¢culo ha terminado, pero no el de la vida¡±.
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