Julio Verne y el cometa Neowise en Formentera
El cuerpo estelar es f¨¢cil de ver en la isla, sobre todo si sabes d¨®nde mirar
De lo patoso que soy con los cometas da fe el que durante mucho tiempo he pensado que hab¨ªa visto el Halley dos veces, cuando es sabido que pasa cada 76 a?os. En realidad lo que yo cre¨ªa que era el Halley eran el Kohoutek, que pas¨® en 1973, y el animoso Hale-Bopp, que lo hizo en 1997 y cuya pr¨®xima visita nos pillar¨¢ a todos calvos en 4520. De hecho, la vez que vino el Halley fue en 1986 y no tengo ni flores de d¨®nde estaba ni si lo vi: a la luz de mis conocimientos igual lo confund¨ª con el C...
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De lo patoso que soy con los cometas da fe el que durante mucho tiempo he pensado que hab¨ªa visto el Halley dos veces, cuando es sabido que pasa cada 76 a?os. En realidad lo que yo cre¨ªa que era el Halley eran el Kohoutek, que pas¨® en 1973, y el animoso Hale-Bopp, que lo hizo en 1997 y cuya pr¨®xima visita nos pillar¨¢ a todos calvos en 4520. De hecho, la vez que vino el Halley fue en 1986 y no tengo ni flores de d¨®nde estaba ni si lo vi: a la luz de mis conocimientos igual lo confund¨ª con el Churyumov-Gerasimenko, que pas¨® en el 69¡
Dados los antecedentes, es l¨®gico que me haya liado con nuestro ¨²ltimo cometa visitante, el Neowise. Lo he buscado -tarde, porque ya hac¨ªa d¨ªas que andaba por ah¨ª- en los cielos de Formentera, aprovechando que soy uno de los afortunados turistas de la isla en estos tiempos contritos. Formentera est¨¢ rara, es un julio que parece junio: no deja de haber gente pero es visiblemente mucha menos que en un verano al uso, y algo distinta: no hay casi italianos. Todo y eso el otro d¨ªa el Kiosko 62 colgaba el cartel de completo y no se pod¨ªa entrar en las playas de Illetes porque el p¨¢rking estaba lleno (se siguen cobrando los seis euros de rigor por coche para acceder a la zona).
Y hay cosas que definitivamente no cambia la pandemia: un gin tonic en Es Ministre me cost¨® 17 euros, vamos como una botella entera de Seagram¡¯s (16,5, precio recomendado). Es cierto que, como me apunt¨® el resabiado camarero de Es Ministre, con la preceptiva mascarilla que le hac¨ªa parecer de la banda de los Younger, el precio all¨ª incluye una maravillosa puesta de sol sobre el mar con Es Vedr¨¤ de fondo que no te la suministran en Carrefour. Pero digo yo que la puesta de sol en Formentera todav¨ªa es gratis¡
En fin, volviendo al cometa, la primera noche me levant¨¦ a las 5 de la madrugada y, en estado catat¨®nico (es lo que tiene lo bien que sale de precio la botella de Seagram¡¯s), me situ¨¦ en un punto en los campos de los Mayans con una amplia visi¨®n del firmamento. Hab¨ªa le¨ªdo que el Neowise se deb¨ªa ver al oeste poco antes de la salida del sol, bajo en el horizonte y cerca de Tauro. All¨ª estaba el fen¨®meno, espectacularmente brillante. Emocionado, permanec¨ª un largo rato entregado a pensamientos sublimes -la grandeza del universo, la nube de Oort, naves en llamas m¨¢s all¨¢ de Ori¨®n- y tratando de verle el rabo, es decir la cola, la coma o cabellera.
Me convenc¨ª a m¨ª mismo de que ve¨ªa una traza brotando del n¨²cleo. Entonces se pusieron a cantar todos los gallos de la isla y acord¨¦ conmigo mismo que era la hora de que los se?ores astr¨®nomos regres¨¢ramos a la cama, hala. Muy satisfecho de m¨ª mismo al d¨ªa siguiente disert¨¦ eruditamente sobre el cometa y su observaci¨®n y hasta la panspermia como si fuera Carl Sagan, Isaac Asimov o el mism¨ªsimo Edmond Halley ante todo el que quiso o¨ªrme, incluido p¨²blico cautivo como mis hijas y Joan Mar¨ª Tur, que no puede escapar de su librer¨ªa cuando voy. Result¨® que, repasando luego minuciosamente los datos, aquello que hab¨ªa visto no era el Neowise sino, ejem, Venus, y lo de la cola, claro, una ilusi¨®n.
Maldiciendo mi estulticia, a Kepler, a Hyakutake, a Kuiper y a Jan Hendrik (!) Oort, me dije que yo al dichoso Neowise hab¨ªa de verlo s¨ª o s¨ª, no en balde estaba en Formentera, isla que es arrebatada precisamente por un cometa, el Galia, en la novela de Julio Verne Hector Servadac -un monolito junto al faro de la Mola recuerda la vinculaci¨®n de Verne con Formentera-, y con ella, con la isla, y medio Mediterr¨¢neo, se lleva a un astr¨®nomo local, el ilustre Palmirano Roseta (no es la mejor novela de Verne, desde luego, pero aqu¨ª siempre rendimos homenaje al maestro). Resulta que a estas alturas ya hay que buscar al cometa al rev¨¦s de como yo lo hac¨ªa, poco despu¨¦s del ocaso y al noroeste, debajo de la Osa Mayor. Lo hice y tras mucho observar con prism¨¢ticos lo vi, peque?ito, ya march¨¢ndose adonde quiera que se marchen los cometas, pero inconfundible. Ahora tengo que resolver c¨®mo vuelvo a explicar que lo he visto y que era otro, pero bueno, tengo tiempo: no vuelve hasta dentro de 6.800 a?os.