Sara Mesa: ¡°Si no te sientes deseada, como mujer est¨¢s perdida¡±
El ¨²ltimo libro de la escritora, ¡¯Un amor¡¯, es tan opresivo y a la vez liberador, y hasta cierto punto s¨®rdido, como el resto
Los personajes de las novelas de Sara Mesa (Madrid, 44 a?os) no son escritores pero lo parecen. Todos, de una forma u otra, se narran a s¨ª mismos. Escriben cartas, como la Sonia de Cicatriz, o llevan un diario, como Casi en Cara de pan, o simplemente juegan a traducir a su propio idioma lo que les rodea, como Nat, la protagonista de su ¨²ltimo libro, Un amor (Anagrama), tan opresivo y a la vez liberador, y hasta cierto punto s¨®rdido, como el resto. ¡°En todos los casos, se produce una ruptura de las expectativas, una p¨¦rdida de control sobre ese relato que les obliga a improvisar otro¡±, admite la escritora. Eso no impide que lleguen al lugar al que se dirig¨ªan, solo que no lo hacen como esperaban.
¡°Si algo me ha ense?ado la vida es que a veces no se da en el blanco apuntando, sino descuidadamente, dando rodeos, casi de casualidad¡±, contaba este mi¨¦rcoles en Barcelona. Es la primera vez que abandona Sevilla desde que se decret¨® el estado de alarma. Curiosamente, cuando lo hizo, hac¨ªa poco que hab¨ªa decidido dejar su trabajo y dedicarse ¨²nicamente a la escritura. ¡°Fue como si el mundo me dijera: ¡¯?No quieres caldo, ni?a? Toma dos tazas¡±. Se r¨ªe. ¡°Ahora no hago otra cosa que escribir, y escribo mucho. Tambi¨¦n leo, y veo pel¨ªculas¡±, a?ade. Tiene tendencia a releer y revisionar las cosas que le gustan. Le gusta trabajar la frase. Por encima de todo, la frase. ¡°La complejidad de su estructura es lo que m¨¢s cuido¡±, dice.
El confinamiento la dej¨® a las puertas de su primer viaje a Estados Unidos, y no como mera turista, sino como autora traducida. Echa de menos en cierto sentido eso que esperaba que pasase al dejar el trabajo: tener un poco m¨¢s de vida social como escritora. Pero no le importa. De alguna forma, volver¨¢. Lo que s¨ª siente es que, como una m¨¢s de sus personajes, ha dado un rodeo enorme para llegar al sitio en el que siempre quiso estar.
Pero ha llegado. ?Qu¨¦ cree que afila en Un amor que no hab¨ªa afilado antes? ¡°Es una novela muy oscura, es demasiado oscura incluso para m¨ª¡±, contesta. La protagonista, Nat, una traductora, se muda a un pueblo y para adaptarse al medio, consiente demasiado. Por ejemplo, consiente que su casero la trate mal. ¡°Esa es una historia cierta. Una amiga me cont¨® que su casero no dejaba de invadir su intimidad. Y que ella, por educaci¨®n, no se lo imped¨ªa. Es lo que le pasa a Nat, y lo que nos pasa a muchas mujeres. Hemos sido educadas as¨ª, para ser asquerosamente sumisas. Pero luego est¨¢ la rebeld¨ªa interior, que es algo que creo comparten todos mis personajes femeninos. En todos hay una marmita bullendo¡±, dice. Y siempre acaba explotando. Aqu¨ª lo hace cuando uno de los vecinos se presta a arreglarle el tejado. Ella no tiene dinero. ?l le pide algo a cambio que nada tiene que ver con el dinero. No recuerda la ¨²ltima vez que estuvo con una mujer.
¡°Si no te sientes deseada, como mujer est¨¢s perdida¡±, dice Mesa. Nat est¨¢ un poco perdida en ese sentido. Ha llegado al pueblo dando por hecho que, por ejemplo, su vecino, P¨ªter, deseoso siempre de invitarla a cenar, la deseaba. Pero, ?y si no lo hace? ¡°Nat es consciente por primera vez en su vida que puede perder ese poder, y eso, de alguna manera, lo desencadena todo¡±, responde. As¨ª, por fuera, Nat finge que nada est¨¢ pasando, pero por dentro est¨¢n pasando muchas cosas. ¡°En mis novelas la violencia es mental. Lo que escribo es una muestra de hasta qu¨¦ punto pueden distorsionarse nuestros pensamientos, c¨®mo de confundidos podemos llegar a estar¡±, a?ade.
De la traducci¨®n ¡ªel personaje principal se dedica a ella¡ª dice que de alguna forma condiciona o contamina todo lo que escribe. ¡°Leo a muchos autores centroeuropeos, pero no les leo a ellos en realidad, leo a sus cuatro o cinco traductores. Y es su prosa la que invade la m¨ªa. Es una prosa muy densa, y a la vez muy sencilla¡±, dice. Tiene claro que lo pr¨®ximo no ser¨¢ tan ¡°solemne¡±. ¡°Quiero volverme m¨¢s ligera, liviana, sin perder la dureza. ?C¨®mo lo har¨¢ Alice Munro?¡±, se pregunta. ¡°Lo que consigue parece magia¡±, se contesta.
La uni¨®n entre La Escapa y Lars von Trier
El pueblo en el que transcurre la acci¨®n tiene el muy significativo nombre de La Escapa. Est¨¢ cerca de C¨¢rdenas, su particular Macondo. Pero a la vez est¨¢ demasiado lejos. En todos los sentidos. ¡°No quer¨ªa retratar lo rural, sino situar a la protagonista en un ambiente muy controlado, con pocos personajes¡±, dice Sara Mesa. Tiene algo de teatral. ¡°Dogville', de Lars von Trier, est¨¢ ah¨ª todo el rato. La vi hace tiempo, y no dejaba de rondarme mientras escrib¨ªa¡±, admite. Coincidi¨® en el tiempo con la lectura de 'El final de la historia', de Lydia Davis, el retrato de una mujer obsesionada con un hombre que acaba haciendo todo tipo de cosas absurdas por no perderle.
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