La Espa?a que enamor¨® a Musidora, la m¨ªtica ¡®vamp¡¯
La actriz y directora francesa, musa de los surrealistas, realiz¨® tres pel¨ªculas en Espa?a hace un siglo, con toros y carlistas, que ahora son recuperadas por la Filmoteca
Jeanne Roques (Par¨ªs, 1889-1957) fue la actriz, directora, guionista, productora, escritora y figura del music hall en el periodo ¨¢lgido de la Belle ?poque, conocida como Musidora. Ella sobrevivi¨® a innumerables altibajos de su carrera, a los despechos de algunos por sus obras, a su propia e incesante b¨²squeda del renacer de su estrellato. Y la leyenda de Musidora no desapareci¨® tras la muerte de Jeanne. ¡°De alguna manera, Musidora es la mujer moderna; la figura que representa es lo opuesto a la conciencia¡±, escribi¨® Andr¨¦ Breton, l¨ªder de los surrealistas francesas, quienes consideraron a Musidora su musa.
La artista cre¨® el concepto de las chicas vamp, las mujeres fatales de inicio del siglo XX, gracias a la pel¨ªcula Los vampiros (1915), de Louis Feuillade, y ella misma vivi¨® varias relaciones sentimentales tormentosas, como la que mantuvo durante casi un lustro con el rejoneador Antonio Ca?ero, periodo en el que rod¨® tres pel¨ªculas en Espa?a. Esos filmes forman el ciclo que proyecta en septiembre la Filmoteca Espa?ola, y suponen que, de nuevo, el eco de la magia de Musidora resuene en las salas.
Roques naci¨® en una familia art¨ªstica e intelectual, que incentiv¨® los intereses art¨ªsticos de una chica adolescente que quer¨ªa hacer de todo. Y que le¨ªa de todo, aunque entre sus muchas lecturas le marcaron especialmente los escritores rom¨¢nticos franceses. De la novela Fortunio, de Th¨¦ophile Gaultier, extrajo su seud¨®nimo: Musidora. De las aventuras espa?olas de los libros de Prosper Merim¨¦e, en especial de Carmen, le qued¨® una imagen muy idealizada de la naci¨®n al sur de los Pirineos, tan romantizada que cuando vivi¨® en Espa?a a duras penas encontr¨® algunos retazos de aquel espejismo. ¡°Musidora es un ejemplo de mujer ninguneada por la historia. La industria audiovisual borr¨® parte de su carrera, y se han perdido sus trabajos como directora¡±, cuenta la investigadora Mari¨¦n G¨®mez, profesora de la Sorbona, que est¨¢ realizando su doctorado sobre los a?os espa?oles de la artista: ¡°Su vida es fascinante porque es un personaje multifac¨¦tico y apasionada por todo. Cuando algo se le met¨ªa en la cabeza, iba a por todas sin pensar en las consecuencias¡±.
Ese empuje le hizo triunfar hacia 1910 en el music hall, convirti¨¦ndose en icono de la Belle ?poque y pasando as¨ª al cine. El director que mejor la entendi¨® fue Louis Feuillade, quien en 1915 le ofreci¨® el papel de Irma Vep, el personaje con el que se har¨ªa famosa, en la pel¨ªcula Los vampiros, compuesta por diez episodios. Irma Vep (anagrama de vampire) es una cabaretera que pertenece a una sociedad secreta criminal, Los Vampiros. Tras diversas aventuras Vep acaba liderando a la banda, y ah¨ª nace para el p¨²blico la noci¨®n de chica vamp como mujer fatal. Musidora se convirti¨® en una estrella en su pa¨ªs, y tambi¨¦n detr¨¢s de las c¨¢maras: empieza a dirigir pel¨ªculas, como una adaptaci¨®n de una novela de su amiga Colette en La vagabonda (1918).
Pero dos a?os despu¨¦s, Musidora siente que su estrella declina, y se lanza a Espa?a. Aparece en el Pa¨ªs Vasco, y codirige, junto a Jacques Lasseyne, seud¨®nimo del arist¨®crata Jaime de Lasuen, la primera pel¨ªcula de tem¨¢tica carlista y una de las primeras de ficci¨®n del cine vasco: La capitana Alegr¨ªa (Por Don Carlos) (1921). Enamorada de un rejoneador, Antonio Ca?ero, dirige, escribe, produce y protagoniza, con Ca?ero tambi¨¦n como actor, Sol y sombra (1922), y La tierra de los toros (1924), un juego de metaficci¨®n en el que Musidora se encarna a s¨ª misma como una directora francesa a la b¨²squeda de un torero para su nuevo proyecto, que no es otro que Ca?ero. En Espa?a incluso posa para Julio Romero de Torres en 1923.
Pero en 1926 Ca?ero la abandona. Musidora desiste de hallar su Espa?a idealizada, y regresa a Par¨ªs. ¡°Toda su vida fue muy precaria en lo econ¨®mico, a pesar de su estrellato. Siempre se dejaba llevar, invert¨ªa en su arte, en dirigir¡±, cuenta G¨®mez, que adem¨¢s es integrante de los musidoros, un grupo de fans de la creadora, que el a?o pasado acompa?aron en el festival Il Cinema Ritrovato, en Bolonia (Italia) las proyecciones de sus filmes hispanos. ¡°Quisimos recuperar su concepci¨®n original, que era proyectar La tierra de los toros con ella en la sala actuando. Le gustaba actuar ante el p¨²blico, que le idolatraran. As¨ª que invent¨® este, seg¨²n ella misma, espect¨¢culo total. En la primera proyecci¨®n en Francia de La tierra de los toros su lugar lo ocup¨® su sobrina nieta¡±, recuerda G¨®mez. ¡°No quer¨ªamos representarla, sino invocarla en los tres cortes claros que hay en la pel¨ªcula para la actuaci¨®n en directo¡±. La covid acab¨® con la posibilidad de repetir la acci¨®n en Espa?a.
A su vuelta a la capital francesa, Breton y Louis Aragon escriben Le Tr¨¦sor des J¨¦suites (1929), una obra de teatro en la que todos los personajes ten¨ªan nombres que eran anagramas de Musidora. Los surrealistas se rinden ante ella... pero ella se ha casado con un m¨¦dico, amigo de la infancia, y ha abandonado el cine, dedic¨¢ndose a escribir. A¨²n dar¨¢ otro giro vital: en 1944 se divorcia, se queda en la calle y el m¨ªtico Henry Langlois, director de la Cin¨¦math¨¨que fran?aise, la contrata en 1944. All¨ª trabaj¨® la artista hasta su muerte, en 1957, como acomodadora y como nexo de investigaci¨®n con el cine mudo. ¡°Musidora reun¨ªa a antiguos creadores de inicios de siglo y se transcrib¨ªan aquellas conversaciones tem¨¢ticas, que han servido como testimonio de un cine desaparecido. Esa humanidad se ve en sus pel¨ªculas como directora, en las que se acercaba a la gente de manera muy emocionante¡±.
Babelia
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