Doggerland, la Atl¨¢ntida europea que recuerda el poder destructor del cambio clim¨¢tico
Varios libros recuperan la memoria perdida de la franja de tierra que un¨ªa Gran Breta?a con el continente, inundada por el deshielo al final de la prehistoria
Durante milenios, hasta el final de la prehistoria, Gran Breta?a no era una isla. Una enorme franja de tierra un¨ªa las costas brit¨¢nicas con el resto de Europa, un territorio hundido conocido ahora como Doggerland en el que viv¨ªan manadas de mamuts y de renos, por el que rondaban leones y osos de las cavernas, en el que los humanos establecieron poblados, cazaban y pescaban. Pero fueron expulsados como consecuencia del enorme episodio de cambio clim¨¢tico que represent¨® el final de la ¨²ltima glaciaci...
Durante milenios, hasta el final de la prehistoria, Gran Breta?a no era una isla. Una enorme franja de tierra un¨ªa las costas brit¨¢nicas con el resto de Europa, un territorio hundido conocido ahora como Doggerland en el que viv¨ªan manadas de mamuts y de renos, por el que rondaban leones y osos de las cavernas, en el que los humanos establecieron poblados, cazaban y pescaban. Pero fueron expulsados como consecuencia del enorme episodio de cambio clim¨¢tico que represent¨® el final de la ¨²ltima glaciaci¨®n. Los expertos calculan que durante casi seis milenios (11.000-5.000) esta Atl¨¢ntida europea fue lentamente consumida por las aguas hasta que, finalmente, convertida ya en una isla, fue engullida por el mar del Norte cuando la agricultura llegaba a Europa y empezaban a construirse las primeras pir¨¢mides en Egipto (antes de ayer en t¨¦rminos hist¨®ricos). Y ahora, Doggerland vuelve con fuerza en forma de literatura: se han editado diferentes libros sobre esa tierra perdida que nos recuerda, desde su silencio bajo el mar, la fragilidad humana ante el clima.
Doggerland, de la escritora francesa ?lisabeth Filhol, que acaba de publicar en Espa?a Anagrama en traducci¨®n de Rub¨¦n Mart¨ªn Gir¨¢ldez, relata la historia de una profesora de arqueolog¨ªa de la Universidad de St Andrews (Escocia) que viaja a Dinamarca para dar una conferencia sobre aquella tierra anegada y que debe cruzar el mar del Norte en medio de la tormenta Xaver, que barri¨® el norte de Europa en 2003. ¡°Este territorio estaba habitado, fue engullido¡±, escribe Filhol. ¡°Coexisten distintas tesis, pero todos los especialistas coinciden en un punto, cuando la revoluci¨®n neol¨ªtica alcanz¨® los pa¨ªses vecinos del mar del Norte, Doggerland ya hab¨ªa desaparecido. Excluido de los mitos europeos, del imaginario colectivo. ?Se puede ver ah¨ª, en esa amnesia, la consecuencia de una tregua pac¨ªfica, prolongada a lo largo de varios siglos, de isle?os contra el continente?¡±.
Todav¨ªa no nos sentimos amenazados en Europa. Pero al ritmo en el que el ?rtico se est¨¢ derritiendo, pronto lo haremos?lisabeth Filhol
El olvido es indudable, porque la mayor¨ªa de los europeos desconocen hasta qu¨¦ punto la geograf¨ªa del continente fue diferente durante milenios, y no son conscientes de que territorios en los que vivieron y murieron seres humanos durante siglos y siglos son ahora agua. Doggerland ha regresado con la crisis clim¨¢tica desbocada, porque el agua ha empezado a subir de nuevo, pero tambi¨¦n porque, como apunta Filhol, el Brexit ha reforzado la idea de Gran Breta?a como la isla que no fue durante miles de a?os. ¡°Sabemos que las islas del oc¨¦ano Pac¨ªfico est¨¢n desapareciendo¡±, explica la escritora francesa en una entrevista por correo electr¨®nico. ¡°El espacio vital de sus habitantes se reduce cada a?o. Todav¨ªa no nos sentimos amenazados en Europa. Pero al ritmo en el que el ?rtico se est¨¢ derritiendo, pronto lo haremos. Los expertos predicen la desaparici¨®n de Venecia, ?msterdam, incluso San Petersburgo para finales de este siglo. Es un remake de lo que sucedi¨® hace miles de a?os, cuando la isla Doggerland empez¨® a sumergirse permanentemente. Excepto que en ese momento era un fen¨®meno natural, porque est¨¢bamos saliendo de la Edad de Hielo¡±.
Mamuts y leones de las cavernas
A mediados del siglo XIX, los pescadores del mar del Norte empezaron a encontrar objetos que no deb¨ªan de estar ah¨ª: huesos de mamuts o de leones de las cavernas, restos humanos, puntas de flechas¡ Normalmente devolv¨ªan a las olas esos restos incomprensibles, que tambi¨¦n aparec¨ªan en las costas y en las playas. En 1931, un barco sac¨® una punta de lanza que se pudo datar en unos 14.000 a?os, cuando aquel espacio era una inmensa tundra helada todav¨ªa en medio de la Edad Hielo. Aquel hallazgo despert¨® por fin el inter¨¦s de los arque¨®logos, aunque no fue hasta los a?os ochenta cuando todos estos hallazgos comenzaron a racionalizarse con investigadores como Jan Glimmerveen, que en su casa de La Haya mantiene la mayor colecci¨®n de objetos de Doggerland del mundo, o la profesora Bryony Coles, una investigadora inglesa que le dio el nombre a ese territorio por el banco de arena del mar del Norte llamado dogger.
Bryony Coles es uno de los personajes que aparecen en el reciente y original ensayo Time Song. Searching for Doggerland (Jonathan Cape), en el que la escritora inglesa Julia Blackburn, ella misma coleccionista de objetos de aquella tierra perdida, mezcla poemas, descripciones arqueol¨®gicas e historias de personajes obsesionados por esa zona inundada, personas que se han pasado a?os escudri?ando playas y estuarios en busca de restos arqueol¨®gicos. ¡°Quer¨ªa habitar el pasado¡±, se?ala Blackburn por tel¨¦fono desde Inglaterra. ¡°Siempre me ha interesado mostrar literariamente algo que no existe, completar momentos del pasado. Vivo en la costa y hay restos de Doggerland por todos lados. Yo misma he encontrado huesos de mamut. Escuch¨¦ hablar de ella por primera vez en una conferencia, antes ni siquiera sab¨ªa que exist¨ªa, incluso despu¨¦s de haber descubierto huesos. Creo que seguimos sin ser totalmente conscientes de aquella parte de una historia, porque no existen testimonios escritos de ella¡±. ?lisabeth Filhol explica por su parte: ¡°No recordamos que los ¨²ltimos cazadores-recolectores europeos pod¨ªan ir a pie desde Inglaterra a Dinamarca. Es dif¨ªcil imaginar una Europa con contornos diferentes. En una vida humana, la geograf¨ªa parece inmutable. Pero est¨¢ cambiando. Las generaciones m¨¢s j¨®venes ver¨¢n transformarse los paisajes¡±.
Tsunami destructor al final de la Edad de Hielo
Uno de los protagonistas de la novela de Filhol, Marc, trabaja para la industria petrolera, que ha tenido un papel esencial en el paulatino redescubrimiento de Doggerland porque las prospecciones en el mar del Norte han permitido estudiar el suelo marino, analizar los sedimentos a mucha profundidad para tratar de comprender c¨®mo se produjo la inundaci¨®n. La conclusi¨®n mayoritaria es que fue un proceso paulatino: la tierra fue cambiando poco a poco, con la aparici¨®n creciente de lagunas y marismas, que se fueron salinizando. Sin embargo, los cient¨ªficos est¨¢n tambi¨¦n convencidos de que, en un momento determinado, el proceso se aceler¨® con violencia, sobre todo a causa del llamado Tsunami de Storegga, provocado por un deslizamiento brutal de tierras en Noruega (100 kil¨®metros de costa se derrumbaron) hace 6.000 a?os.
El final de la Edad de Hielo engull¨® esta tierra, excluida de la memoria colectiva
No solo las prospecciones en busca de hidrocarburos han profundizado la comprensi¨®n de Doggerland, sino tambi¨¦n las inmensas granjas de molinos de viento para producir energ¨ªa e¨®lica que se est¨¢n instalando en la zona. Otra de las novelas recientes sobre la Europa inundada transcurre en una de aquellas instalaciones. Se titula Doggerland y su autor es el brit¨¢nico Ben Smith: en un ambiente futurista relata la vida de dos personajes en una de aquellas instalaciones aisladas. La reconstrucci¨®n literaria de ese mundo hundido se completa con la escritora sueca Maria Adolfsson, que imagina en una serie de novelas policiacas, protagonizadas por la detective Karen Eiken Hornby, que la isla de Doggerland ha sobrevivido hasta nuestros d¨ªas con una extra?a mezcla del mundo escandinavo y brit¨¢nico. Acaba de publicar la tercera entrega de una serie traducida al alem¨¢n, franc¨¦s, ingl¨¦s e italiano, pero todav¨ªa no al castellano.
Poco a poco, de la mano de la literatura y la ciencia, Doggerland est¨¢ saliendo de las brumas. Resulta dif¨ªcil imaginar aquella Europa en la que el Rin y el T¨¢mesis eran casi el mismo r¨ªo, en la que los pa¨ªses escandinavos ten¨ªan solo la costa del norte y los Pa¨ªses Bajos estaban muy lejos del mar. Pero, en cambio, cada vez resulta menos dif¨ªcil imaginar que la geograf¨ªa, vapuleada por los elementos, puede cambiar totalmente.