La revoluci¨®n de los titiriteros devuelve la magia a Segovia en plena pandemia
La ciudad acoge la 34? edici¨®n del festival con un aforo reducido, la mitad de compa?¨ªas y fuertes medidas de seguridad
La pandemia de la covid- 19 ha demostrado que hay dos ¨¢mbitos en el que es imposible derrotar a los titiriteros. Uno, en su capacidad para provocar emociones con sus espect¨¢culos callejeros. Dos, en su terquedad. La crisis del coronavirus ha martilleado a los gremios culturales, condenados a funciones donde ni siquiera pueden apreciar las sonrisas de los espectadores por culpa de las indispensables mascarillas. Tampoco pueden api?arse los ni?os boquiabiertos y los mayores asombrados; la distancia se ha convertido en sagrada. Ni siquiera en los no tan improvisados escenarios de Segovia, que aloja desde hace 34 a?os el Festival Titirimundi, que re¨²ne a artistas nacionales e internacionales para asombrar a los espectadores incluso en tiempos oscuros para la cultura. Pero ellos han seguido adelante.
La directora, Marian Palma, traduce en cifras la ausencia de int¨¦rpretes y de p¨²blico en esta extra?a edici¨®n. Las 18.000 entradas que vend¨ªan habitualmente se han quedado en 3.300 para garantizar el cumplimiento de los protocolos; solo han acudido 21 compa?¨ªas respecto a las 40 acostumbradas. Pero el mensaje es optimista: ¡°Es un motivo de celebraci¨®n¡±. Para todos. Para quienes deleitan y para los deleitados. Estos necesitan entretenimiento para olvidar; los otros, actividad para regresar a aquellas funciones en febrero, cuando el mundo era otro. Las mascarillas, a?ade, no han enmudecido las carcajadas infantiles, combustible para cualquier titiritero que se precie. Tambi¨¦n se ha notado el festival, asegura Palma, en la hosteler¨ªa: ayer domingo termin¨® el Titirimundi, que durante una semana ha insuflado algo de vida al sector.
Las 18.000 entradas que vend¨ªan habitualmente se han quedado en 3.300 para garantizar el cumplimiento de los protocolos
La pandemia retras¨® el espect¨¢culo, celebrado habitualmente en mayo, pero la directora explica que no contemplaban suspenderlo salvo absoluto cataclismo. ¡°El teatro es vivo, es un ritual y una ceremonia. Debe ser en vivo¡±, apunta, incluso con aforos mermados. Palma insiste en que ¡°la cultura es segura¡±. El gel hidroalcoh¨®lico, la separaci¨®n social y la reducci¨®n de asistentes se cumpli¨® a rajatabla. El mayor problema ha sido el cambio de protocolos, admite, que implic¨® una conclusi¨®n: m¨¢xima escrupulosidad para evitar sustos. Y as¨ª ha sido: no han notificado contagios.
Uno de los titiriteros m¨¢s relacionados con el festival se llama Jaime Santos y su compa?¨ªa La Chana est¨¢ tan vinculada a Segovia como el p¨²blico a su funci¨®n especial: Blancanieves. ¡°La gente es entusiasta y acaba emocion¨¢ndose¡±, relata Santos. ¡°Dentro de lo que hay no act¨²as en un cementerio, la gente est¨¢ viva y tiene ganas de ver cosas¡±, expresa quien ha tenido en Titirimundi ¡°una escuela¡±. Esta vez ha sido ¡°m¨¢s triste¡±, pero cree que la alegr¨ªa regresar¨¢. El gremio luchar¨¢ para ello.
As¨ª lleva haci¨¦ndolo desde mediados de los a?os 80, donde un leon¨¦s medio franc¨¦s y un poco mago se enamor¨® de Segovia. Julio Michel (San Mart¨ªn de Valdet¨²ejar, Le¨®n, 1946 - Barcelona, 2017) arrib¨® de mano del compositor Amancio Prada y all¨ª decidi¨® crear, junto a j¨®venes artistas, m¨¦dicos e historiadores, una simbiosis entre los t¨ªteres y el patrimonio segoviano. Lo logr¨®, recuerda Antonio Lucio, Tonet para el sector, que describe la devoci¨®n con la que los patios interiores o la Plaza de San Mart¨ªn se transforman: ¡°Hay espect¨¢culos que solo se pueden hacer en ese marco, el espect¨¢culo es el paisaje urbano¡±. La magia se adhiere a esta celebraci¨®n: ¡°Este es un festival distinto, heterodoxo, m¨¢s all¨¢ de los c¨¢nones¡±.
Tonet rememora aquellos tiempos en los que el festival sufri¨® las iras pol¨ªticas, todo porque un amigo de Michel increp¨® a una comitiva del PSOE, que, con el exministro de Justicia Enrique M¨²gica al frente, defend¨ªa la integraci¨®n espa?ola en la OTAN mediante refer¨¦ndum all¨¢ por febrero de 1986. Michel sufri¨® las represalias. Alguien dijo: ¡°Ni agua¡±. Y lo boicotearon, describe Tonet. Los grifos de dinero p¨²blico se cerraron. Los artistas de aquella edici¨®n tuvieron que comer y alojarse en casas particulares ante la ausencia de fondos pero la abundancia de solidaridad. Las dos siguientes se suspendieron por falta de financiaci¨®n. El t¨¦cnico cultural del Ayuntamiento, Fernando Ortiz, les devolvi¨® el ox¨ªgeno econ¨®mico. Ortiz pertenec¨ªa al Nuevo Mester de Juglar¨ªa y conoc¨ªa bien las necesidades del sector. Curiosamente, el autor de las cr¨ªticas fue candidato a diputado nacional socialista siete a?os despu¨¦s. Michel, agradece Tonet, lo incluy¨® en aquellos encuentros aventureros y culturales del ya fallecido Miguel de la Quadra-Salcedo: la conocida como Ruta Quetzal.
La sombra de Michel planea sobre el 2020 mientras titiriteros nacionales y for¨¢neos alaban el papel de la cultura. La danesa Sofie Krog resalta que todo es algo m¨¢s ¡°fr¨ªo¡± y que las mascarillas ejercen como muralla hacia los espectadores, pero que acaban derrumb¨¢ndolas con sus capacidades. ¡°La cultura no puede ser m¨¢s segura¡±, sentencia. En su pa¨ªs los cubrebocas acaban de hacerse obligatorios y Krog se muestra muy cr¨ªtica hacia las exigentes restricciones mientras los supermercados, ¡°o el IKEA¡±, se llenan. Su marido, David Faraco, a quien conoci¨® en Segovia, coincide: ¡°Las mascarillas a?aden muchos filtros a la comunicaci¨®n¡±. Pero nada puede con los int¨¦rpretes, quienes han exhibido sus mejores artes. Faraco, muy vinculado al festival, hace balance y reconoce su valor: ¡°Ten¨ªa que hacerse¡±. Incluso bajo la sombra de la pandemia.
Babelia
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