Una ¨®pera coloca a Francia ante el espejo de su pasado de expolio
Damon Albarn, l¨ªder de Blur, y el cineasta Abderrahmane Sissako estrenan en Par¨ªs ¡®Le vol du boli¡¯, que reabre el debate sobre el saqueo patrimonial a las antiguas colonias
Una estrella del pop ingl¨¦s. Un cineasta mauritano. Y un etn¨®grafo franc¨¦s que hace 89 a?os, durante una expedici¨®n a ?frica, se llev¨® sin pedir permiso un objeto sagrado, aunque despu¨¦s se arrepinti¨®. Los ingredientes de Le vol du boli (El robo del boli, aunque vol en franc¨¦s tambi¨¦n significa vuelo) dan una idea de lo peculiar de esta ¨®pera estrenada en el Th¨¦?tre du Ch?telet de Par¨ªs. La m¨²sica es obra de Damon Albarn, el l¨ªder de Blur, grupo se?ero del brit-pop en los a?os noventa, y explorador musical que ha acreditado su inter¨¦s en la tradici¨®n africana y una curiosidad insaciable. Tambi¨¦n, creador de ¨®peras relacionadas con las leyendas chinas o la historia de su pa¨ªs. La escenograf¨ªa se debe a Abderrahmane Sissako, director de Timbuktu, que relataba la ocupaci¨®n por el Estado Isl¨¢mico de la ciudad que da nombre a la pel¨ªcula y que obtuvo en 2015 siete C¨¦sar, los Oscar franceses.
La historia ¡ªcontada con un despliegue abrumador de danza y v¨ªdeo, y actores y cantantes en franc¨¦s, ingl¨¦s, bambara y lingala¡ª parte de un hecho real. El 6 de septiembre de 1931, la expedici¨®n capitaneada por el etn¨®grafo Marcel Griaule y destinada a recopilar material para los museos franceses, lleg¨® al pueblo de Dyabougou. El 7 de septiembre, Michel Leiris, escritor de la ¨®rbita surrealista y aprendiz de etn¨®grafo junto a Griaule, hall¨® unos objetos de inter¨¦s. En particular, una ¡°forma extra?a¡±, una ¡°especie de cochinillo¡± de color ¡°turr¨®n oscuro, es decir, sangre coagulada, que pesa unos 15 kilos¡±, apunt¨® Leiris en su diario, L'?frique fant?me. Era el famoso boli, fetiche de la cultura animista bambara. Leiris lo empaquet¨® y se lo llev¨®. ¡°Con un estupor que, solo poco tiempo despu¨¦s, se convertir¨¢ en asco¡±, escribi¨®, ¡°constato que, a fin de cuentas, uno se siente curiosamente seguro de s¨ª mismo cuando es blanco y tiene un cuchillo en la mano¡±.
El boli, que ahora pertenece al Estado franc¨¦s y se expone en el parisiense Museo del Quai Branly-Jacques Chirac, es el hilo conductor que sostiene Le vol du boli, y un s¨ªmbolo. La ¨®pera es la historia de un ¡°robo¡±: el que los europeos perpetraron en ?frica. Y del ¡°vuelo¡± entre ambos continentes. Al principio, aparece en escena, sobre un trono, el rey de los mandingas. Despu¨¦s, Leiris descubre el fetiche mientras canta una melod¨ªa cuya la letra es la entrada del 7 de septiembre de 1931 de L'?frique fant?me. Una hora y media despu¨¦s, el rey de los mandingas se ha convertido en guarda del museo franc¨¦s donde se expone el boli.
Entre tanto, las escenas cruzan los siglos: el colonialismo, el tr¨¢fico de esclavos, las guerras mundiales, la descolonizaci¨®n. Es la m¨²sica lo que sostiene el argumento, algo esquem¨¢tico, y lo que da forma a los ¡°robos¡± y ¡°vuelos¡± entre Europa y ?frica: los ritmos obsesivos y las melod¨ªas, las voces medievales del coro de Notre Dame, y las trompetas, los coros africanos, las percusiones y la voz poderosa de Fatoumata Diawara, actriz y cantante en Timbuktu, que adem¨¢s ha colaborado con uno de los grupos de Albarn, Gorillaz.
La banda nunca abandona el escenario, y ah¨ª est¨¢ Albarn dirigi¨¦ndola, tocando la trompeta, los teclados o la guitarra, hasta el crescendo final: la m¨²sica lo envuelve todo, se convierte en algo org¨¢nico, un objeto, el verdadero boli, y la sala, en pie, aplaude a los actores y a ¨¦l, un hombre de aspecto anodino, que pasa desapercibido durante buena parte de la obra, pero que se convierte en la estrella de la fiesta. ¡°Bravo, Par¨ªs¡±, dice.
Las tres sesiones ¨²nicas, esta semana, en plena pandemia y con un aforo limitado, coincidieron con el juicio en Par¨ªs a Emery Mwazulu Diyabanza, un activista congol¨¦s, por llevarse un poste funerario de Chad en el Museo del Quai Branly-Jacques Chirac, escena que, con ¨¢nimo de protesta m¨¢s que pecuniario, film¨® y difundi¨® en las redes. El activista ha sido condenado a una multa de 1.000 euros. El robo se planteaba como un acto reivindicativo a favor de la restituci¨®n las obras de arte africanas almacenadas y exhibidas en Francia. Son m¨¢s de 88.000 objetos del ?frica subsahariana, casi 70.000 de ellos en ese museo, seg¨²n el informe presentado al presidente Emmanuel Macron en 2018 y elaborado por los expertos B¨¦n¨¦dicte Savoy y Felwine Sarr.
En Burkina Faso, Macron prometi¨®: ¡°Quiero que dentro de cinco a?os se re¨²nan las condiciones para que haya restituciones temporales o definitivas del patrimonio africano en ?frica. El patrimonio africano no puede estar ¨²nicamente en colecciones privadas y en museos europeos¡±. El estreno de la ¨®pera coincide tambi¨¦n con la aprobaci¨®n en la Asamblea Nacional de una ley que permitir¨¢ restituir 26 obras reclamadas por Ben¨ªn y una por Senegal, as¨ª como con los inicios de un posible movimiento black lives matter franc¨¦s.
Mientras tanto, el boli que rob¨® Leiris sigue tras la vitrina en una sala diminuta y oscura del Museo del Quai Branly-Jacques Chirac, donde vigilan guardas de origen africano, como el rey destronado de El robo del boli. No hay planes para desprenderse de ella. ¡°La decisi¨®n de una eventual transferencia de la propiedad de las obras recae en la competencia del Estado y en la decisi¨®n del Gobierno, y no del museo¡±, responde el departamento de comunicaci¨®n del Quai Branly. ¡°Si esta pieza ha sido un objetivo de una demanda de restituci¨®n ¡ªlo que no es el caso por lo que sabemos¡ª, esta no ha sido dirigida al museo¡±.
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