El horror de Vietnam contado sin atajos
Mark Baker recoge en ¡®NAM¡¯ los testimonios de hombres y mujeres que lucharon en la guerra. Un relato coral y alucinante que se publica en Espa?a 39 a?os despu¨¦s
¡°Cambiamos mucho. El cambio fue individual. Trajo silencio y cautela. La ira sal¨ªa de dentro, de haber visto c¨®mo aquellos muchachos saltaban por los aires. De esa ira brotaron las palabras, aunque nadie las dijo en voz alta: ¡®Ahora os vais a enterar, hijos de puta. En cuanto os encuentre, al que sea, morir¨¦is igual que murieron ellos. Os voy a reventar la cabeza hasta esparcir vuestros sesos por el suelo¡¯. Volvimos a la selva, llenos de rabia, en silencio y decididos a hacer aquello para lo que nos hab¨ªan entrenado: matar¡±. As¨ª suena la historia oral de Vietnam, el horror, la brutalidad, el hundimiento moral contado por los hombres y mujeres que combatieron en aquella guerra y recogido por Mark Baker en NAM, un libro que hurg¨® en la herida todav¨ªa abierta en Estados Unidos cuando se public¨® seis a?os despu¨¦s del fin del conflicto y que llega ahora a Espa?a editado por Contra (traducci¨®n de Elena Masip y Dario M. Pereda). ¡°Quienes decidieron hablar conmigo lo hicieron al desnudo, con honestidad, sin edulcorantes. Se pusieron en el disparadero y hablaron de un modo descarnado que pocas veces experimentamos en nuestra vida cotidiana¡±, responde el autor estadounidense desde su Florida natal (Jacksonville, 70 a?os) para explicar por qu¨¦ casi cuatro d¨¦cadas despu¨¦s el mensaje del libro sigue intacto.
NAM repasa la experiencia, a trav¨¦s de sus testimonios, de todo un grupo de j¨®venes enviados a Vietnam como carne de ca?¨®n. Patriotas que so?aban con emular a John Wayne; cr¨ªos de 17 a?os que esperaban en el barco frente a las costas vietnamitas a cumplir la mayor¨ªa de edad; j¨®venes inconformistas, enga?ados, pobres en su mayor¨ªa; ni?os convertidos en ancianos tras pasar unos meses en el infierno; reclutas v¨ªrgenes que pasaban a ser violadores en serie, asesinos impunes, enfermeras que ten¨ªan que elegir qui¨¦n viv¨ªa y qui¨¦n no en virtud del color de su piel y otros perfiles del lado oscuro pueblan con sus voces las p¨¢ginas de este relato coral y alucinante.
Pero el libro tambi¨¦n es el canto final del cuento de hadas que viv¨ªa Estados Unidos. ¡°Las pel¨ªculas y la televisi¨®n nos ense?aron que ¨¦ramos los buenos chicos. Si est¨¢bamos obligados a disparar, lo har¨ªamos. Incluso podr¨ªamos sangrar un poco. Pero ¨¦ramos los ganadores. La mayor¨ªa de los chicos que entrevist¨¦ iban con esa idea en la cabeza. Sin embargo, la guerra es sangre de verdad y tripas. Te plantea todas las grandes cuestiones de la vida y no te da mucho tiempo para elegir la respuesta correcta¡±, reflexiona Baker sobre las atrocidades y el nihilismo que impregnan la obra. No cree, sin embargo, que hablar con ¨¦l les sirviera de terapia sino para, por una vez, ser escuchados sin ser juzgados ni utilizados.
Lejos de toda mitificaci¨®n, NAM es una lectura indispensable pero no agradable, es un relato lleno de violencia, v¨ªsceras, olores. ¡°Estaba muy seguro desde el principio de que no iba a censurar lo que dec¨ªan para hac¨¦rselo m¨¢s agradable a nadie. Ya se hab¨ªa blanqueado, suprimido u olvidado intencionadamente mucho del conflicto cuando yo empec¨¦ este proyecto¡±, cuenta el autor para sacar a la arena el segundo gran tema del libro: el desprecio al veterano, su discriminaci¨®n del relato oficial, construido en torno a ciertas ideas preconcebidas ya en 1981. ¡°Nadie hablaba con ellos. Es como si todos los que pudieran decirnos algo sobre lo que hab¨ªa pasado estuvieran muertos. Para muchos sobrevivir fue el gran premio. Teniendo en cuenta la experiencia que vivieron, combinada con el recibimiento que experimentaron, se entiende que muchos veteranos sucumbieran a las drogas, terminaran en la calle, fueran incapaces de seguir adelante. Pero lo incre¨ªble es que la mayor¨ªa de los hombres y mujeres que lucharon en esa guerra volvieron en silencio, sin fanfarria y sin apoyo y se convirtieron en maridos y mujeres, padres y madres, miembros respetables de su sociedad. Heridos, pero resilientes¡±. En algunos de los testimonios m¨¢s sobrecogedores, ciertos hombres y mujeres reconocen que estuvieron a?os sin hablar de ello, sin contar a nadie que hab¨ªan ido a la guerra, sin llorar, reprimiendo sus sensaciones para que no se fuera todo al traste. Otros admiten que no quer¨ªan volver, que sab¨ªan que nada bueno les esperaba fuera de Vietnam, que se hab¨ªan vuelto adictos al horror. Tambi¨¦n se recogen los recuerdos de algunos boinas verdes, fuerzas especiales y otros soldados fuera de lo com¨²n, gente acostumbrada a vivir en el filo pero que, como dice Baker, ¡°solo eran trabajadores cualificados dentro de la misma obra de demolici¨®n. Debajo de sus disfraces y maquillajes, detr¨¢s de la fanfarroner¨ªa no hab¨ªa m¨¢s que otro grupo de soldados rasos asustados y ba?ados en sudor¡±.
Una duda surge a medida que se avanza. ?Cu¨¢ntos mintieron o exageraron? ¡°En ning¨²n momento tuve intenci¨®n de comparar sus testimonios con hechos probados para demostrar su exactitud. No s¨¦ siquiera si esto es periodismo, guerrilla u otra cosa¡±, se defiende, a sus 70 a?os y ya retirado, citando a su gran influencia, Studs Terkel, un periodista que se dedic¨® a recoger las declaraciones de la clase trabajadora tras la Gran Depresi¨®n o de soldados involucrados en la II Guerra Mundial y que llamaba a sus historias ¡°periodismo de guerrilla¡±.
El relato toma una extra?a fuerza cuando se narran momentos en los que no pasa nada, cuando el tedio y la expectaci¨®n ¡ªmuchas veces alimentados por las drogas¡ª forman un c¨®ctel devastador en la mente de los hombres y mujeres desplegados en la selva. Y, sin embargo, alguna vez el horror dejaba paso a la esperanza. ¡°Las muertes de mis amigos se iban reproduciendo en mi mente una y otra vez, era un proceso constante. No me lo quitaba de la cabeza. Quer¨ªa matar, no consegu¨ªa pensar en otra cosa. Pero, de repente, ten¨ªa la oportunidad de seguir con vida. Era una posibilidad que no hab¨ªa tenido en cuenta¡±.
El recuerdo del horror
Es complicado elegir los mejores testimonios de un libro que est¨¢ lleno de excelentes muestras. Sirva esta selecci¨®n por temas como una prueba de todo lo que hay en sus 349 p¨¢ginas.
Sin prisioneros: ¡°Cuando oigo hablar de prisioneros y cosas as¨ª, no tengo ni idea de a qu¨¦ se refieren. Nosotros no hac¨ªamos esas tonter¨ªas. Les disparaba y listo. Los pon¨ªas de pie contra la pared, les apuntabas bien cerca de la cabeza y les dec¨ªas: ¡®Habla o aprieto el gatillo¡¯. Tambi¨¦n pod¨ªas agarrar a la mujer o a la hija del t¨ªo y foll¨¢rtela delante de ¨¦l¡±.
Sobre el agotamiento: ¡°Siempre estaba cansado. Matar es lo f¨¢cil, pero est¨¢s agotado, siempre, todo el puto tiempo. El calor te quita las fuerzas. Te sientes tan hecho polvo que cuando est¨¢s en la columna, bajando una colina, te apoyas en un ¨¢rbol y te quedas dormido¡±.
Sobre las drogas: ¡°Salvo algunas excepciones, todo el mundo fumaba marihuana. Y luego estaban los bebedores empedernidos. Si te gustaba beber, beb¨ªas mucho y, si fumabas, fumabas como una chimenea. Lo llev¨¢bamos todo al extremo para luego, al d¨ªa siguiente, tener agallas¡±.
Tras un permiso: ¡°Me arrepent¨ª de haberme ido de permiso. Antes de Hong Kong, me hab¨ªa olvidado de que exist¨ªan las servilletas. Me hab¨ªa olvidado de las camas y las s¨¢banas. Me hab¨ªa olvidado de que por la noche, si necesitabas luz, encend¨ªas y punto (...) Y casi me hab¨ªa olvidado de las mujeres¡±.
Sobre la vuelta: ¡°Regres¨¦ al mundo, pero aquel mundo no era el mismo que hab¨ªa dejado atr¨¢s. Hab¨ªa vuelto a nacer. Nacer de nuevo, como dice la Biblia. Ya no encajaba en el mundo real. Me hab¨ªa pasado 12 meses en Vietnam imaginando las cosas que har¨ªa cuando regresara (...) Pero entonces volv¨ª al mundo y estaba lleno de gente que se manifestaba contra Nam¡±.
Babelia
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